?En guardia!
Aprovecho que esta es mi ¨²ltima columna hasta septiembre, para hacer desde aqu¨ª una propuesta de tipo mundial, es decir, global, para mantener, mientras descansamos -o no: hay mucha gente que no tiene posibles, o que no puede distinguir entre el paro y el descanso-, el punto justo de indignaci¨®n que nos permita retomar el oto?o con furias renovadas.
Propongo que con la m¨¢s exquisita cortes¨ªa, con la m¨¢s deliciosa disposici¨®n versallesca, con el mayor fruncido de enaguas y empolvamiento de pelucas, cada vez que en alg¨²n lugar nos encontremos a alguno de nuestros pol¨ªticos -de Espa?a, de Europa, del mundo- en trance de gozar de unas inmerecidas vacaciones, se lo reprochemos. Sin gritos, sin gestos desabridos, sin cortes de mangas, sin abucheos. Pero con insistencia. A todos: locales, auton¨®micos, nacionales, gobernantes, opositores, casados con Carla Bruni o no, entregados o no al bunga-bunga, h¨²ngaros represores de la libertad de expresi¨®n o no, empleados abdominables al servicio de pinchadores ilegales de tel¨¦fonos o no.
Seamos su hombre del frac, en versi¨®n bermudas, biquinis y sandalias. Record¨¦mosles, no su deuda -c¨®mo he llegado a odiar esta palabra, ¨²ltimamente-, sino su compromiso. Record¨¦mosles nuestro futuro.
Tengo tales ganas de encontrarme, en la misma playa o en el mismo parque tem¨¢tico, con Dur?o Barroso, Van Rompuy (qu¨¦ apellido tan adecuado: porque Arreglopuy, como que no) y Lady Ashton... A la hora del gin-tonic, llev¨¢ndole al camarero la bandeja con la cubitera, que casualmente se me caer¨ªa... Pero no, eso ser¨ªa global pero no notar¨ªan nada sus se?or¨ªas, que ya son de hielo.
Convoco a esta acci¨®n pac¨ªfica pero tenaz a caddies de golf y ayudantes de p¨¢del, a tripulaciones de yates, a los pececitos del mar y a las barbacoas al rojo vivo. Dec¨ªdselo: trabajad hasta conquistar el derecho a decirnos lo que tenemos que hacer.
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