La V¨ªa L¨¢ctea
Bueno, por lo menos ya sabemos que es la primavera m¨¢s seca de los ¨²ltimos 50 a?os y si Rubalcaba no lo remedia el prado va a menos, las vacas dan menos leche, el ma¨ªz escasea y la cosecha de patata va a ser raqu¨ªtica. Dicho esto, que en el orden natural de las cosas ser¨ªa lo primero, vamos a seguir hablando de la naturaleza y sus fen¨®menos, en concreto de los disruptores endocrinos. A¨²n a riesgo de que muchos lectores abandonen en este punto la columna y dediquen su m¨¢ximo esfuerzo intelectual a investigar sobre el paradero del C¨®dice Calixtino les dir¨¦ que los gallegos salimos bastante bien parados en la cadena alimenticia gracias, y ah¨ª reside el inter¨¦s ed¨ªpico del caso, a la leche materna.
Los gallegos salimos bastante bien parados en la cadena alimenticia gracias a la leche materna
La reciente investigaci¨®n del Instituto Marqu¨¦s de Barcelona y el CSIC sobre 68 muestras de leche materna recogidas entre mujeres de Catalu?a y Galicia demuestra que solo cuatro se libran totalmente de la presencia de t¨®xicos, y esas cuatro son gallegas. Aunque la cosa as¨ª dicha suena a Supervivientes, hay que congratularse que en la evoluci¨®n darwiniana los gallegos estamos un pasito atr¨¢s en el r¨¢nking de contaminaci¨®n de la especie. Solo pensar que existen disruptores endocrinos (entre ellos el aclamado DDT de los mosquitos) en n¨²mero de 38 distintos en dicha prueba de laboratorio pone los pelos de punta. Y si pensamos que, especialmente en el embarazo, estas sustancias pueden llevar a una p¨¦rdida en muchos casos severa de la calidad del esperma y contribuir a malformaciones genitales, vamos apa?ados.
B¨¢sicamente la anal¨ªtica hecha en Barcelona puede leerse del siguiente modo: cuanto m¨¢s avanzado sea un pa¨ªs m¨¢s disruptores endocrinos existen en la lactancia y cuanto m¨¢s atrasado es muy probable que la cadena alimenticia est¨¦ preservada de un consumo abusivo de alimentos envasados y por tanto de sustancias nocivas. Ya que no nos libramos de la quema de los bonos basura y sus derivados, al menos podemos objetar que seguimos en buena parte consumiendo buenos y frescos productos naturales a no ser alguna mariscada furtiva a base de vieiras y ostras ricas en metales pesados.
Tengo noticias de que en A Coru?a existe ya un banco de leche materna y conozco bien por circunstancias de la vida, no en vano la patrona de mi parroquia en Nosa Se?ora da Virxe do Leite, la famosa Liga de la Leche que campa por Madrid con mucho menos ¨¦xito es verdad que la Liga BBVA. En cualquier caso en este mundo en plena fase disruptiva hay quien se preocupa por ofrecer y cuidar, recomendar y facilitar que las madres tengan su tiempo y espacio para dar el pecho a sus criaturas.
Se me puede objetar que pese a la base cient¨ªfica de lo anteriormente dicho peque de cierto romanticismo mam¨ªfero. No es verdad. Si hace 15 d¨ªas hablaba del fuego que devasta cientos de hect¨¢reas de nuestros montes cada verano, esta vez quiero brindar por la recuperaci¨®n creciente de la lactancia materna y si me permiten por una agricultura libre de esos disruptores endocrinos. La rebeli¨®n en la granja proyecta una gran cuesti¨®n pendiente: la de situarnos como antepasados de lo que ahora somos sin renunciar a los avances de la salud y la alimentaci¨®n pero tampoco sin caer en las garras del fast food y los transg¨¦nicos, los antidepresivos y los conservantes, el aspartamo y el nitrato de Chile, el mercurio y los combustibles f¨®siles.
En fin, ser¨ªa bueno empezar a pensar en la calidad de la leche que nos aliment¨® los primeros d¨ªas para establecer una definici¨®n de lo que somos. Un viaje por la V¨ªa L¨¢ctea. O dicho en t¨¦rminos antropol¨®gicos: no es que seamos la leche que nos cri¨®, pero sin ella no estar¨ªamos en esta fase tan pasteurizada y monitorizada de la civilizaci¨®n.
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