Cosas que ocurren en verano
En esa compleja y penetrante reflexi¨®n sobre el cine titulada Cautivos del mal el temible ser humano y magistral productor que encarna Kirk Douglas se atreve a dirigir una pel¨ªcula cuando el director primitivo ha desertado harto de sus imposiciones y despu¨¦s de recordarle al hombre que le hab¨ªa contratado que una pel¨ªcula debe aspirar a ser un collar de perlas, pero que lo fundamental es lograr que esas perlas est¨¦n perfectamente engarzadas. Cuando ve el producto final, acompa?ado del jefe de prensa del estudio y de sus socios, de gente l¨®gicamente dispuesta a regalarle los o¨ªdos, pide que feliciten de su parte a los actores y actrices, al guionista, al montador, al m¨²sico, a todo el equipo por el mod¨¦lico trabajo que han realizado y a continuaci¨®n su escalofriante lucidez afirma que la pel¨ªcula es mala, no funciona, no tiene alma, ritmo, atm¨®sfera, credibilidad. Su orgullo tambi¨¦n decide que esa pel¨ªcula no va a verla nadie, no consentir¨¢ que se estrene aunque ello suponga su ruina.
Y te preguntas por la dificultad del cine para coordinar todos los mecanismos que hacen que la pel¨ªcula respire, que el espectador se crea y viva lo que le est¨¢n contando, que perciba el calor o el fr¨ªo que sienten los personajes, que el ambiente le empape. Me planteo esas cosas tan peregrinas buscando la sombra cuando recorro agobiado las calles o el insano y permanente refugio del aire acondicionado en el horno que supone mi casa en el interminable verano de Madrid. Y pienso en historias del cine que forzosamente ten¨ªan que desarrollarse en esa estaci¨®n que los ni?os anhelan y los viejos temen.
Es probable que la t¨®rrida y maquiav¨¦lica Kathleen Turner hubiese liado en cualquier ¨¦poca a William Hurt para devorarse mutuamente y de paso asesinar a su marido, pero entiendes que el fuego en el cuerpo y en la mente que les inunda est¨¢ en armon¨ªa con el calor ambiental que chorrea ese pueblo de Florida. Kasdan no solo escribi¨® un guion extraordinario y consigui¨® una impresionante temperatura sexual de sus int¨¦rpretes, sino que transmit¨ªa con veracidad absoluta un bochornoso verano y sus efectos en la gente. El subvalorado aunque frecuentamente admirable Robert Mulligan retrat¨® unas sensaciones de la adolescencia que marcar¨¢n el resto de la vida en la aut¨¦nticamente l¨ªrica Verano del 42, el amor absoluto y a ratos posible de un fascinado chaval hacia una preciosa mujer cuyo marido est¨¢ en la guerra. Hace calor en la mayor¨ªa de las intensas tragedias de Tennesse Williams, en el sexo reprimido o desbocado en lugares donde hay un tranv¨ªa llado deseo, en volcanes sicoanal¨ªticos que estallaron de repente en el ¨²ltimo verano, en las noches de la iguana que la maravillosa Ava Gardner soporta con ayuda del whisky y de dos sementales ind¨ªgenas y complacientes. Ava tambi¨¦n pasa mogoll¨®n de calor en Mogambo persiguiendo el amor del despistado Clark Gable, tontito ¨¦l por la insustancial Grace Kelly. Marilyn Monroe, la sensual vecina e inatrapable chica de la luna para un Rodr¨ªguez neoyorquino, decide que un respiradero del metro puede aliviar el calor de su entrepierna en La tentaci¨®n vive arriba. El accidentado e imp¨²dico James Stewart de La ventana indiscreta pasa los d¨ªas y las noches observando la intimidad de sus vecinos con unos prism¨¢ticos, porque adem¨¢s de aburrirse hace un calor notable que disminuyen las ventanas abiertas. El macizo y supuesto triunfador Burt Lancaster recorre en ba?ador las piscinas de sus vecinos top¨¢ndose con una desolaci¨®n progresiva en El nadador. Quiero pensar que la luz de gran parte de las pel¨ªculas de Woody Allen ambientadas en Manhattan responde al color del verano.
En Europa, Rohmer explic¨® muy bien algunos de sus cuentos morales a trav¨¦s del verano en Le signe du lion, La coleccionista y La rodilla de Claire. Solo exist¨ªa el blanco y negro cuando Jean Renoir describe en la l¨ªrica y magistral Une partie de campagne, un amor que durar¨¢ un d¨ªa pero que permanecer¨¢ para siempre en el recuerdo. Y est¨¢ claro que lo arropaba el verano. Una de las cosas m¨¢s tiernas y graciosas que le han ocurrido en mucho tiempo al desva¨ªdo cine aleman se titula Verano en Berl¨ªn. Y el mejor neorrealismo regres¨® al cine italiano contando las venturas y desventuras de un se?or romano, solter¨®n y alcoh¨®lico, que cuida a su madre y a otras ancianas que le han encasquetado provisionalmente en Vacaciones de Ferragosto. En el cine espa?ol, asocio Madrid en verano a las conmovedoras Los pajaros de Baden-Baden y Barrio. S¨¦ que las deseadas aunque improbables aventuras sexuales de las realistas caricaturas que encarnaban Pajares, Esteso, Landa y Lopez-V¨¢zquez estaban mayoritariamente ambientadas en verano, pero me resulta imposible recordar sus argumento. ?O era siempre el mismo?
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