Una nueva territorialidad
El MUSAC cierra su temporada con ese m¨ªstico del posminimalismo, Fernando Sinaga (1951). Su trabajo se ha visto pocas veces con profundidad en Espa?a, y, ahora, en medio del ruido medi¨¢tico del museo leon¨¦s -donde convergen simult¨¢neamente cinco exposiciones de signo muy dispar-, la situaci¨®n de este escultor zaragozano radicado en Salamanca, donde es profesor, parece haber cambiado. Hoy, la obra de Sinaga encarna la paradoja de la tendencia de muchos directores de museo espa?oles en su inter¨¦s por mostrar la producci¨®n internacional m¨¢s contempor¨¢nea reservando solo algunos espacios m¨¢s o menos marginales a la cuota local. En las salas del museo, estas esculturas de laboriosa escrupulosidad forcejean con el espacio mostrando su incomodidad, son simplemente un idilio que no oculta su propia artificialidad. A escasos metros, un aluvi¨®n de muestras atiborradas de trabajos espasm¨®dicos, narcisistas y -muy pocos- ut¨®picos aportan poco m¨¢s que su funci¨®n de mediaci¨®n entre el ojo (del espectador) y el mundo.
En las salas del museo, estas esculturas de laboriosa escrupulosidad forcejean con el espacio mostrando su incomodidad
La colectiva El grito resume en 27 propuestas de 17 artistas internacionales la un tanto, banal idea de la presencia de este gesto primigenio en la creaci¨®n contempor¨¢nea. La mayor¨ªa de los trabajos reunidos por Mar¨ªa In¨¦s Rodr¨ªguez y Sonia Hern¨¢ndez van m¨¢s all¨¢ del cors¨¦ que les otorga el t¨ªtulo, y quiz¨¢s deber¨ªamos analizar cada uno m¨¢s de acuerdo con sus propios t¨¦rminos, en los modelos arquitect¨®nicos a escala de Absalon, las ¨®peras de bolsillo -peque?os auditorios individualizados- de Allora & Calzadilla, las instalaciones que interrogan el legado de las utop¨ªas modernas de David Malkovic, los collages sonoros de Christian Marclay o los "pasaportes cinematogr¨¢ficos" expedidos a los excluidos de Javier T¨¦llez.
Menor dispersi¨®n encontramos en I Was a Male Ivonne de Carlo. El arte cr¨ªtico puede ser sofisticado, incluso entretenido, una exposici¨®n de tesis cuyas responsables son Dora Garc¨ªa y Marie de Brugerolle, planteada a la manera de una galer¨ªa sentimental de piezas fr¨¢giles y contingentes que, por su singularidad, han resistido el paso de a?os e incluso d¨¦cadas. V¨ªdeos, instalaciones, decorados y performances intentan demostrar que la comedia, en cuanto arma, herramienta y estrategia, es capaz de analizar y desenmascarar el Sistema. Entre los nombres de Ignasi Aball¨ª, John Baldessari, Robert Crumb, Guy Ben-Ner, Allen Ruppensberg, stanley brouwn, Itziar Okariz (que marca el museo con orina, parodia de la necesidad territorial masculina), destacan como un faro las trayectorias de Guy de Cointet y Jack Smith. Sus trabajos extendieron el cine a la vida real y permanecieron parcialmente ocultos desde la muerte prematura de ambos. As¨ª, se exhibe la precursora Observation of an Old Woman (1971), de Cointet, y los filmes de Smith I Was a Male Ivonne de Carlo, Normal Love, Flaming Creatures, junto a los trajes, sombreros y atrezo que tuvieron un papel protagonista en ellos.
El colectivo Claire Fontaine firma la escultura titulada P.I.G.S. (acr¨®nimo con el que los medios financieros anglosajones se refirieron peyorativamente a Portugal, Italia, Grecia y Espa?a despu¨¦s de la crisis de 2007), un mapa selectivo de Europa hecho con cerillas; Irene Kopelman y Mariana Castillo Deball presentan su particular lectura sobre el principio de la "quiralidad" por encargo del colectivo Lattitudes (Mariana C¨¢nepa y Max Andrews), la propiedad de un objeto que no se puede superponer sobre su imagen especular -es el caso de las manos-, representada en dos estructuras espirales, como escaleras, que acogen un curioso y particular ecosistema. El proyecto Vitrinas est¨¢ dedicado al visionario arquitecto y te¨®rico de la llamada "arquitectura m¨®vil" el h¨²ngaro Yona Friedman, y a su idea de una Europa Metr¨®polis, "la no-ciudad m¨¢s grande del mundo".
Y del torrentoso y pantagru¨¦lico aluvi¨®n de citas, llegamos al impasse de Fernando Sinaga. Ideas K, comisariada por Gl¨°ria Moure, arranca de los primeros ochenta, con trabajos fotogr¨¢ficos, v¨ªdeos, obra sobre papel y esculturas, en una lectura expresiva del minimalismo y la exploraci¨®n de las propiedades de la obra ante la intervenci¨®n autoral. Lo que le interesa a Sinaga es la l¨®gica del material y las imposiciones de la gravedad, y en eso se asimila a autores como Richard Serra o Robert Morris. Frente a estos trabajos, la visi¨®n del espectador aparecer¨¢ trastornada, volc¨¢ndose el proceso en el propio cuerpo, de manera que este se ve obligado a interactuar. En este sentido, son program¨¢ticas Polvo y estearina (1987) Dusseldorf Licht (1988), Brasil (1990), Putrefactio (1996) y El pozo de Gehennah (1992), obras en las que materiales como el plomo, el bronce y la sosa c¨¢ustica sobre la DM escapan de la estetizaci¨®n, rompiendo de esta forma con la verticalidad de la pintura y la escultura. Es la otra territorialidad del campo escult¨®rico que fuerza al espectador a una confrontaci¨®n fenomenol¨®gica con una obra cuyas formas nunca ser¨¢n estables.
Ideas K. Fernando Sinaga. Hasta el 11 de septiembre. El grito. Hasta el 8 de enero. I Was a Male Ivonne de Carlo. Hasta el 8 de enero. P.I.G.S. Hasta el 18 de septiembre. Proyecto Uqbar. Lattitudes. Comisarios: Max Andrews & Mariana C¨¢nepa. Proyecto Vitrinas.Yona Friedman. Hasta el 11 de septiembre. Todas estas exposiciones en el MUSAC. Avenida de los Reyes Leoneses, 24. Le¨®n.
![<i>Sediments Sentiments (Figures of Speech)</i> (2007), de Allora & Calzadilla, en la exposici¨®n <i>El grito</i>.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/OFX5WNQXUM7QSKRMA7TZGHT5GE.jpg?auth=b02df096e0a4b1feb36c5b5d9b221080eeb800b852c01176b032dd0faa0010c9&width=414)
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.