?Por qu¨¦ puede regresar el PRI?
Once a?os despu¨¦s de su derrota, el PRI gobierna 19 de los 32 Estados de M¨¦xico y puede ganar la presidencia en 2012. Quienes vaticinaron que acabar¨ªa siendo borrado del mapa se equivocaron
Las elecciones estatales del pasado 3 de julio dieron el pistoletazo de salida en la disputa por la presidencia de M¨¦xico en el a?o 2012. Y la pregunta que muchos se hacen es por qu¨¦ el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el gran derrotado en el a?o 2000, est¨¢ ganando elecciones nuevamente.
Lo primero que conviene se?alar es que los n¨²meros muestran que en los ¨²ltimos a?os el PRI ha sido el partido m¨¢s votado tanto en las elecciones legislativas como en las estatales y municipales. En estricto sentido, el que un partido gane o pierda elecciones en condiciones de normalidad electoral y sin grandes niveles de conflictividad no solo no debiera llamar particularmente la atenci¨®n, sino que podr¨ªa significar incluso que una democracia incipiente va procesando con razonable eficacia uno de los aspectos elementales de todo sistema pol¨ªtico.
El PAN no ha hecho una gesti¨®n notable y el PRD no ocupa el espacio de centro-izquierda
Adem¨¢s de un notable instinto de supervivencia, el PRI ha sabido evitar escisiones profundas
Pero ni M¨¦xico tiene todav¨ªa un sistema pol¨ªtico plenamente homologable al de otras democracias m¨¢s asentadas, ni la historia del r¨¦gimen construido en torno al PRI, cuyas bases sociol¨®gicas e institucionales a¨²n subsisten, puede calificarse de ordinaria. Quiz¨¢ por ello, la profec¨ªa de que la derrota del PRI del a?o 2000 lo llevar¨ªa a reinventarse y decapitar a los dinosaurios para sobrevivir o, de lo contrario, terminar¨ªa perdiendo sucesivamente elecciones hasta ser borrado del mapa pol¨ªtico, result¨®, en ambos supuestos, fallida.
Once a?os despu¨¦s, el PRI gobierna en 19 de los 32 Estados del pa¨ªs, en 23 de las 32 ciudades capitales, es mayor¨ªa en la C¨¢mara de Diputados y, aun como minor¨ªa, en la pr¨¢ctica domina en el Senado. ?Qu¨¦ pas¨®?
La explicaci¨®n m¨¢s inmediata, pero no la ¨²nica, es que el PRI se ha beneficiado fuertemente del pobre desempe?o que el Partido Acci¨®n Nacional (PAN) ha tenido como Gobierno. Si bien la econom¨ªa crece y hay un ensanchamiento de las clases medias, la percepci¨®n de incompetencia de las dos presidencias panistas, el desencanto con las promesas de cambios reales en el pa¨ªs y la mala calificaci¨®n ciudadana acerca de la estrategia contra la inseguridad y la violencia han producido la sensaci¨®n de que la capacidad del PAN para gobernar est¨¢ agotada. De hecho, hoy el nivel de aprobaci¨®n de Calder¨®n apenas alcanza el 49%, muy lejano del 66% del que disfrut¨® al principio de su Gobierno.
Si en las democracias tempranas la formaci¨®n que ha liderado la transici¨®n se debilita y los nuevos gobernantes son poco efectivos, suele ser natural que dicho sentimiento se exprese en un castigo electoral. De hecho, como document¨® Samuel Huntington en otras transiciones, los partidos y l¨ªderes que emergieron en diversos escenarios de alternancia "fueron derrotados m¨¢s veces de las que ganaron cuando intentaron ser reelegidos".
Por el lado de la izquierda, el PRI se ha beneficiado de un paisaje donde el Partido de la Revoluci¨®n Democr¨¢tica (PRD) ha mostrado tendencias suicidas muy arraigadas y, por ende, el saldo electoral de esta temporada ha sido, sin matices, un verdadero desastre. Hay al menos tres problemas que el PRD enfrenta para constituir una opci¨®n electoral exitosa. Por un lado, parece vivir una galopante crisis de identidad que le impide ocupar el espacio del centro-izquierda que le era m¨¢s o menos natural cuando naci¨®, a finales de los a?os ochenta, y en el que ahora compite, con todo y sus indefiniciones, con la ret¨®rica general del discurso priista. El segundo punto es que sus debilidades org¨¢nicas no le permiten ofrecer una alternativa realmente original: donde han ganado elecciones ha sido en alianza con el PAN y con candidatos que eran, apenas semanas antes, miembros destacados del PRI. Y el tercero es que el comportamiento de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador ha generado serias divisiones internas que han contribuido a destruir la mayor parte del capital pol¨ªtico y electoral del PRD.
El segundo factor es el papel del PRI. A despecho de quienes entonaron su r¨¦quiem en el 2000, el PRI parece haber conseguido hacer de sus debilidades su principal fortaleza.
A contracorriente de muchas opiniones que le aconsejaban seguir una estrategia rupturista, el PRI se ha desempe?ado con eficacia combinando varios ingredientes. Adem¨¢s de su notable instinto de supervivencia, ha sabido evitar escisiones profundas y privilegiar su rodaje pragm¨¢tico. En segundo lugar, su implantaci¨®n nacional, ahora fortalecida por el peso de los gobernadores, le ha permitido aprovechar tanto una enorme capacidad de movilizaci¨®n como una poderosa maquinaria electoral en la cual confluyen los residuos del corporativismo que a¨²n simpatiza con el PRI, la militancia hist¨®rica (y sociol¨®gica) que constituye el n¨²cleo central de su voto duro, y una parte de electores modernos, j¨®venes y de zonas urbanas, antes monopolizados por el PAN. Y, por ¨²ltimo, ha ejecutado una operaci¨®n muy h¨¢bil para construir, en un M¨¦xico que pas¨® de la monarqu¨ªa presidencial al feudalismo regional, una efectiva arquitectura pol¨ªtica, presupuestaria y electoral dirigida por los barones del PRI en los Estados.
Esos factores ayudan a explicar por qu¨¦ los a?os en que el PRI perd¨ªa en los Estados del norte moderno, rico y cercano a EE UU y del centro cat¨®lico y conservador, y ganaba solo en los del M¨¦xico rural, pobre, caciquil y atrasado, son cosa del pasado. Hoy el PRI gobierna en 19 Estados de muy variada composici¨®n econ¨®mica, social, urbana y demogr¨¢fica, y est¨¢ captando tanto los votos tradicionales de la poblaci¨®n rural, adulta, con menor escolaridad e ingresos m¨¢s bajos, como porciones relevantes de j¨®venes m¨¢s educados y de clases medias urbanas y profesionales. En 2011, por ejemplo, el PRI controla 66 de los 100 Ayuntamientos de las ciudades m¨¢s pobladas y con mayores niveles de urbanizaci¨®n de M¨¦xico.
Y la tercera causa de la resurrecci¨®n del PRI es que, a menos que realicen una gesti¨®n muy notable, cosa que evidentemente no ha ocurrido con el PAN, la evidencia sugiere que las nuevas democracias suelen presentar un s¨ªndrome que mezcla desconfianza en la pol¨ªtica, percepci¨®n de ineficacia de los nuevos l¨ªderes, bajos niveles de valoraci¨®n de las instituciones democr¨¢ticas e insatisfacci¨®n con el desempe?o de las instituciones representativas, lo que lleva, entre otras cosas, a la abstenci¨®n o al voto de castigo al partido gobernante, como hoy ocurre en M¨¦xico.
M¨¢s a¨²n: de acuerdo con la experiencia comparada, cuando los reg¨ªmenes autoritarios fueron m¨¢s o menos moderados, tuvieron alg¨²n ¨¦xito econ¨®mico y sus l¨ªderes fueron desplazados de manera democr¨¢tica y estable, como fue el caso de M¨¦xico en 2000, la sensaci¨®n de los ciudadanos de que, ante el desencanto con el desempe?o del nuevo r¨¦gimen, el viejo no era tan malo, surge de manera casi espont¨¢nea.
Este es un punto del que, consciente o no, el PRI se ha beneficiado. Sabe bien que, tras una historia tan peculiar como la suya, no puede presentarse como un partido muy diferente, y juega con la posibilidad de que, vistas las alternativas, se valore mejor -o menos negativamente- su legado pol¨ªtico y su experiencia de gobierno. Es decir, como la memoria es a menudo selectiva, es probable que, a la luz de los problemas del M¨¦xico actual, la gente mire hacia atr¨¢s con nostalgia en cuanto a sus logros y que resulte tentador por ello, como apuntaba Fernando Henrique Cardoso hace unos a?os hablando de Am¨¦rica Latina, "comparar un pasado idealizado con un presente frustrado". Algo de eso revelan los estudios demosc¨®picos de estos meses.
Finalmente, ?el saldo electoral de 2011 anticipa autom¨¢ticamente lo que viene? Puede ser. Todos los sondeos de intenci¨®n de voto, sin excepci¨®n, le dan al PRI una amplia ventaja para las pr¨®ximas elecciones presidenciales, pero un a?o es demasiado largo y la pol¨ªtica en M¨¦xico es la m¨¢s inexacta de las ciencias.
Otto Granados es director del Instituto de Administraci¨®n P¨²blica del Tecnol¨®gico de Monterrey.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.