La vida en una casa a medias
Un funcionario permite a una familia de la Ca?ada Real conservar la mitad de su vivienda porque la mujer tiene c¨¢ncer
En la Ca?ada pareciera que amanece antes que en el resto de Madrid. El sol entra muy temprano por las rendijas de las puertas y ventanas (eso cuando hay) y el calor se hace casi insoportable enseguida. En la casa de Conchi y de Eduardo, un peque?o ventilador no consigue aliviar el sopor a pesar de ser solo las 10 de la ma?ana. Mientras la cafetera se calienta en el fuego, Eduardo de los Santos, de 51 a?os, relata que su vida est¨¢ a medias desde que a ella le diagnosticaron un c¨¢ncer de mama, que la tiene desde entonces con la mirada perdida. Su vida y su casa, porque de la modesta vivienda de la parcela 37 de la Ca?ada a su paso por Vic¨¢lvaro, solo queda la mitad en pie.
El pasado 21 de junio, la peque?a construcci¨®n de una planta en la que viven desde hace cuatro a?os con sus dos hijos tendr¨ªa que haber ido al suelo. Sobre ella pesaba una orden de derribo, porque es una edificaci¨®n ilegal, seg¨²n el Ayuntamiento de Madrid, al haber sido levantada en la antigua v¨ªa pecuaria. Pero aquel martes, en el que otras dos familias perdieron sus viviendas, la suya se libr¨® -parcialmente- de la demolici¨®n. Eduardo se hab¨ªa encargado antes de conseguirlo.
"Le dije que dejarla al sol era matarla, que me dejara un cuarto y un ba?o"
"Ese hombre se port¨® de maravilla, creo que no hay otro igual en el mundo". Se refiere a un polic¨ªa con el que asegura que lleg¨® al acuerdo que les ha permitido mantener parte de la casa. Cuando le informaron del derribo, cogi¨® su furgoneta y fue en busca del agente que hab¨ªa visto en las demoliciones anteriores, al que encontr¨®, seg¨²n cuenta, haciendo un control en la carretera. "Le dije que dejarla al sol era matarla, que por favor me dejara un cuarto y un ba?o para ella".
La habitaci¨®n de la chica de 17 a?os. La cocina y la chimenea. El garaje. Todo lo tiraron abajo ellos mismos, con ayuda de los vecinos. Ese fue el trato. El plazo: hasta que Conchi termine el tratamiento. En septiembre la operan.
Ni la Polic¨ªa Municipal ni la Nacional confirman tal acuerdo, pero lo cierto es que la casa, aunque sea mitad en pie, mitad escombros, se mantiene en su sitio.
A la Ca?ada llegaron despu¨¦s de abandonar un piso en Ciempozuelos que no pudieron pagar, prosigue el relato Eduardo. Al sal¨®n-cocina que tienen ahora han ido llegando familiares y vecinos, que de vez en cuando interrumpen para apostillar que alguien tiene que ayudarles, que lo est¨¢n pasando muy mal.
Eduardo, que ha trabajado siempre como conductor, lleva m¨¢s de un a?o en paro. En mayo se le termin¨® la prestaci¨®n y no cobra el subsidio porque no lo ha tramitado. "En la gestor¨ªa me piden 80 euros por los papeles". Conchi limpiaba casas antes de caer enferma. Sobreviven con la chatarra o el papel que ¨¦l vende. Ahora los ni?os (la de 17 y uno de 10) duermen juntos porque no hay espacio. El exterior est¨¢ lleno de cascotes, los restos de su casa a medias. Un sof¨¢ de la antigua estancia sigue en el mismo sitio, a la intemperie. El caf¨¦ est¨¢ hecho. "Yo no pido m¨¢s que me dejen aqu¨ª como estoy. Con esta mujer, ?ad¨®nde voy a ir?".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.