"Siempre nos jugamos una colleja"
Este es un hombre que consigue lo impensable: que Rafael Nadal se ponga a hacer flexiones en la recepci¨®n de un hotel, que se pasee en calzoncillos o que juegue con fiebre. Este es un hombre de sonrisa perenne, manos privilegiadas para el tenis y una amistad profunda con el ganador de Roland Garros 2011. Este es Marc L¨®pez, un doblista de ¨¦lite, compa?ero de viajes y entrenamientos del vencedor de 10 grandes, y muchas veces su pareja, en la pista y fuera, en el dobles o de vacaciones en Bangkok, compitiendo con la raqueta o un mando de la PlayStation. A trav¨¦s de ¨¦l se descubre a un Nadal distinto y libre, al nen bromista al que conoci¨® hace a?os, cuando compartieron habitaci¨®n mientras compet¨ªan por equipos en Barcelona.
"Es muy generoso; lo paga todo. Despu¨¦s, hacemos un fondo com¨²n para invitarle"
"Ah¨ª empez¨® todo", cuenta El Boleta (Barcelona, 1982). "Aquella habitaci¨®n... Ninguno somos el orden personificado. Rafa es un tipo inquieto. Siempre est¨¢ pensando en hacer cosas. No es de los que se tira ah¨ª tres horas. En la habitaci¨®n est¨¢bamos poco, jugando a la Play. Con ¨¦l te r¨ªes mucho, porque es de hacer bromas. Como tenemos confianza, nos decimos tonter¨ªas, cosas que no pensamos en serio, nos vacilamos".
?Por ejemplo? "A veces le digo: 'Mira a Roger Federer, c¨®mo juega de bien, ese s¨ª que es el aut¨¦ntico n¨²mero uno'. Y ¨¦l se descojona, le da la risa. Me hace gracia cuando volea de derecha, con el brazo muy recto. '?Y t¨² eres el mejor?', le digo. En los entrenamientos, siempre nos jugamos una colleja, hacer unos canguros, as¨ª levantando las rodillas contra el pecho, o hacer flexiones donde el otro diga, como en medio del comedor".
L¨®pez y Nadal se acompa?an en numerosos viajes a lo largo del a?o. Es frecuente que el doblista comparta la habitaci¨®n del campe¨®n cuando queda eliminado del torneo. Para ellos es algo natural. De esos lazos estrechos nacen situaciones peculiares. Un d¨ªa, en su c¨¦ntrico hotel de Par¨ªs, aparecieron en calzoncillos y se pusieron a hacer flexiones de madrugada. Otro, a uno de ellos le toc¨® hacerlas frente a un mont¨®n de turistas, en el hall del mastod¨®ntico hotel Crown de Melbourne, en Australia. L¨®pez, que admira c¨®mo ha digerido su amigo el ¨¦xito, tiene su propia teor¨ªa para explicar esos acontecimientos. "Hay una cosa clara", argumenta. "Todo lo que Rafa hace, pero todo, lo hace concentrado, al ciento por ciento: el golf, la Play... no sabe hacer algo sin hacerlo a tope, sin entregarse al m¨¢ximo".
El Nadal tenista, seg¨²n cuentan sus amigos, desaparece cuando abandona los torneos. Aparece entonces "uno m¨¢s" del grupo. Uno, explican, "con el que bromeamos". Uno, dicen, "que te hace sentir muy bien cuando est¨¢s con ¨¦l, aunque para muchos otros sea Dios". Uno, finalizan, que organiza las vacaciones para todos, as¨ª, en grupo.
"Cada verano alquila un barco para pasar unos d¨ªas con 8 o 10 amigos", recuerda L¨®pez. "En 2009 fuimos a Cannes, como otros a?os fuimos por Ibiza, Menorca... pero nada, nada de fiesta. Es pescar, jugar al f¨²tbol en la playa y poco m¨¢s", sigue. "Es muy generoso. Nos lo paga todo. Despu¨¦s, vamos a cenar y los amigos hacemos un fondo com¨²n y le invitamos, porque es lo m¨ªnimo: el barco, el dormir, nos sale gratis. El a?o pasado fuimos una semana a Tailandia".
En un destino igual de ex¨®tico y a principios de a?o, justo antes de que comenzara el Abierto de Australia, Nadal contrajo un virus. Fue en Doha. Perdi¨® las semifinales del torneo individual. "Estaba hecho polvo, con mucha fiebre", recuerda L¨®pez. Aun as¨ª, decidi¨® que jugar¨ªa la final del dobles con su amigo. "Me dijo que le hac¨ªa ilusi¨®n. Lo valoro mucho. Se dej¨® la piel y estaba hecho pur¨¦. Lo s¨¦ yo, que estaba all¨ª. Cosas como esas, te llenan. Ganamos".
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