La llegada de Petraeus a la CIA afianza la cooperaci¨®n con el Pent¨¢gono
El general abandona el mando de las fuerzas internacionales en Afganist¨¢n
El militar con m¨¢s prestigio y reconocimiento de EE UU, el general David Petraeus, dej¨® ayer el campo de batalla en Afganist¨¢n para emprender el camino hacia una enmoquetada oficina en la sede de la CIA en Langley (Virginia), donde su misi¨®n no es, sin embargo, m¨¢s confortable: elevar la eficacia de la principal agencia de espionaje y abrir una nueva ¨¦poca de colaboraci¨®n entre esta y el Pent¨¢gono.
Su salida de Afganist¨¢n no se produce en medio del entusiasmo de la victoria. Durante el a?o en que ha dirigido las tropas de la OTAN se han registrado progresos en cuanto al control de un territorio que antes estaba en manos de los talibanes y en la formaci¨®n de un Ej¨¦rcito afgano m¨¢s capacitado. Pero no ha podido reproducir el ¨¦xito que su famosa estrategia contrainsurgente tuvo en Irak y, m¨¢s que la culminaci¨®n de un triunfo, su retirada representa el final del intento norteamericano de estabilizar militarmente Afganist¨¢n.
No ha reproducido en la guerra afgana el ¨¦xito de su estrategia en Irak
Defiende contratar en los pa¨ªses agentes locales que act¨²en de forma directa
En su despedida, Petraeus destac¨® ayer que el Ej¨¦rcito afgano est¨¢ demostrando al extremismo isl¨¢mico que "es capaz de resistir la campa?a de violencia e intimidaci¨®n". Es su mayor aportaci¨®n. Pero, al mismo tiempo, como destac¨® su sucesor, el general John Allen, "habr¨¢ d¨ªas duros por delante y no hay que hacerse ilusiones sobre los retos que a¨²n tenemos que encarar".
Lo que queda por hacer en Afganist¨¢n, b¨¢sicamente completar la retirada en los mejores t¨¦rminos, ser¨¢ ya cosa de Allen y del nuevo secretario de Defensa, Leon Panetta. Pero el pr¨®ximo trabajo de Petraeus no estar¨¢ tan lejos como puede pensarse de la actividad en Afganist¨¢n y en otros frentes en los que EE UU libra lo que antes se llamaba la guerra contra el terrorismo.
Esa guerra es, crecientemente, una labor compartida de los servicios secretos y el Pent¨¢gono, y el nombramiento de un militar de tanto renombre como director de la CIA prueba que el presidente Barack Obama pretende que lo sea a¨²n m¨¢s en el futuro.
Petraeus, como ha sostenido en sus libros y ensayos -debajo del uniforme hay un intelectual formado en la universidad de Princeton-, es un convencido de la necesidad de que militares y esp¨ªas trabajen juntos ahora que las guerras se libran m¨¢s con tecnolog¨ªa y penetraci¨®n cultural que con tanques y aviones.
Tanto en Irak como en Afganist¨¢n, Petraeus desarroll¨® una gran colaboraci¨®n, hasta entonces casi inexistente, entre las fuerzas de operaciones especiales del Pent¨¢gono y la divisi¨®n de actividades especiales de la CIA. Ambas hacen casi lo mismo: recopilaci¨®n de informaci¨®n y acciones quir¨²rgicas de comando. Las dos cooperaron en misiones como la muerte de Osama bin Laden y las dos cargan ahora con el peso de la actuaci¨®n en Somalia o Yemen.
Pero el terreno de m¨¢s extensa y trascendente colaboraci¨®n entre la CIA y las Fuerzas Armadas es el de los aviones sin tripulaci¨®n, conocidos en ingl¨¦s como drones. Diariamente este tipo de aparatos, que operan ya con mucha m¨¢s frecuencia que los aviones convencionales, son activados desde ordenadores de la CIA para obtener informaci¨®n que facilita el trabajo de los soldados sobre el terreno. Pero tambi¨¦n ocurre al contrario: drones conducidos desde bases militares que sirven de apoyo a la labor de un grupo operativo de la CIA. Esto no era frecuente antes. De hecho exist¨ªa entre militares y esp¨ªas el tipo de rivalidad tradicional entre todos los cuerpos de seguridad en todo el mundo. Esa descoordinaci¨®n es una de las causas de muchos de los males que ha padecido EE UU en los ¨²ltimos a?os, incluido el ataque del 11-S.
Petraeus llega para evitar esa descoordinaci¨®n. No va a ser f¨¢cil. Instituciones tan poderosas como la CIA suelen estar penetradas por una aristocracia interna resistente a los cambios. Pero el c¨¦lebre general tiene claro lo que pretende. En una reciente entrevista al semanario Newsweek cit¨® su deseo de reforzar el Servicio Nacional Clandestino, la secci¨®n de la CIA que contrata en los pa¨ªses adecuados los agentes capaces de actuar de forma directa y al margen de la burocracia.
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