Desobediencia civil
"Bajo un Gobierno que encarcela injustamente a cualquiera, el verdadero lugar de un hombre justo es tambi¨¦n una prisi¨®n". Henry David Thoreau escribi¨® esta frase en los bosques, a orillas del lago Walden, cuando se retir¨® a vivir en soledad, en una caba?a construida por ¨¦l mismo, tres a?os despu¨¦s de haber sido detenido por negarse a pagar sus impuestos y de haber pasado una noche encarcelado en la prisi¨®n de Concord, Massachusetts. Era el a?o 1846 y su negativa al pago era una resistencia a colaborar con un Gobierno que hab¨ªa declarado la guerra a M¨¦xico, as¨ª como un gesto de frontal oposici¨®n al esclavismo, contra el que fue un incansable activista. Un hombre justo, que inspir¨® m¨¢s tarde a Gandhi y a Martin Luther King, entre muchas otras personas que han bebido de su luz. La frase forma parte de un breve ensayo titulado La desobediencia civil, donde Thoreau expone los principios b¨¢sicos de la resistencia pac¨ªfica y de la lucha no violenta frente a los abusos del poder: en el caso de Gandhi, el de la ocupaci¨®n colonialista brit¨¢nica en India; en el caso de Luther King, el de la discriminaci¨®n segregacionista de la poblaci¨®n negra en los Estados Unidos, por seguir con los ejemplos de unos individuos que han alcanzado la celebridad y la posteridad precisamente por ser lo mismo que el pionero Thoreau: hombres justos.
Estamos sometidos a unas instituciones que pretenden obligarnos a interiorizar el enga?o
Si el mundo en el que vivimos no estuviera al rev¨¦s y la sociedad a la que pertenecemos fuera justa, la m¨¢xima representaci¨®n del orden ser¨ªan las fuerzas del ¨ªdem y la m¨¢xima representaci¨®n de la justicia estar¨ªa encarnada en la figura del juez. Pero vivimos en un mundo en el que est¨¢ normalizada la calumnia, pertenecemos a una sociedad en la que se encuentra instalada la falacia, estamos sometidos a unas instituciones que pretenden obligarnos a interiorizar el enga?o. Un ejemplo: Ana Botella, concejal de Medio Ambiente, asegura que el aire de Madrid nunca estuvo tan limpio y se refiere a la contaminaci¨®n excesiva como "la boina esa de la que hablan ustedes". La boina esa. Esa. La concejal de Medio Ambiente de una capital que se quiere ol¨ªmpica. Es solo un ejemplo entre millones. Claro que no debemos olvidar que estamos hablando de la clase pol¨ªtica, formada en general por esa clase de personas de las que ya no se f¨ªa ni su sombra. Otra cosa es ser activista, una clase distinta de personas: las que ejercen la acci¨®n pol¨ªtica pero no ocupan puestos de poder sin tener la menor capacidad ni el m¨¢s m¨ªnimo m¨¦rito para estar ah¨ª; las que quieren que el mundo se vuelva del derecho; las que destinan su tiempo, su energ¨ªa, sus recursos a desvelar mentiras, a despejar enga?os. Personas a las que un juez debiera considerar justas. Pero no: al igual que nuestra sociedad puede regirse por pol¨ªticas tan vanas y sonrojantes como la de la boina, los ciudadanos pac¨ªficos pueden ser tratados como criminales por las fuerzas del orden y ser prejuzgados por un juez.
Es lo que sucedi¨® a 12 activistas en defensa de los animales. Fueron detenidos como unos delincuentes que no son y tres de ellos pasaron tres semanas en la c¨¢rcel, como si fueran culpables. Hab¨ªan ejercido la desobediencia civil, la que predicaba ese Thoreau que ahora est¨¢ en el Pante¨®n de los H¨¦roes Norteamericanos de la Universidad de Nueva York, y fueron tratados como un abolicionista en el siglo XIX: con violencia, humillaci¨®n p¨²blica, incomunicaci¨®n, abuso... Las fuerzas del orden de este mundo al rev¨¦s se llaman Guardia Civil. El juez, Jos¨¦ Antonio V¨¢zquez Ta¨ªn, del Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 2 de Santiago de Compostela. El atropello y la injusticia eran tan evidentes que la Audiencia Provincial de A Coru?a decret¨® la libertad de los tres defensores de los animales que continuaban en prisi¨®n, al considerar que la acci¨®n de ese juez era injustificada. Pero tanto el juez como la Guardia Civil hab¨ªan lanzado a la prensa unas declaraciones que presentaban a los imputados como cupables, obviando toda presunci¨®n de inocencia. Los medios de comunicaci¨®n, tercera pata de este mundo al rev¨¦s, lo difundieron sin contrastar. Unos y otros calumniaron, llamando ecoterroristas a los activistas. Acusaron sin pruebas. Ilustraron sus comunicados con im¨¢genes de personas encapuchadas que nada tienen que ver con estos activistas. Revelaron secretos del sumario, filtrando datos a los que los propios imputados no ten¨ªan acceso. Hicieron p¨²blicas im¨¢genes de sus domicilios. Como en la India de Gandhi. Como en los Estados Unidos de Luther King. Como en el siglo de Thoreau. Pero ahora hay herramientas y las v¨ªctimas de este abuso han emprendido acciones legales: denuncia a la Guardia Civil y recurso de recusaci¨®n contra el juez Ta¨ªn. Y habr¨¢ una movilizaci¨®n ma?ana, que se celebrar¨¢ el D¨ªa Internacional contra la Represi¨®n al Movimiento de Derechos Animales. En el Madrid de la boina esa ser¨¢ en la plaza de Callao. Aqu¨ª est¨¢ la informaci¨®n: www.UnidosContraLaRepresion.org.
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