?Es posible una hambruna en 2011?
Lo es. Est¨¢ pasando hoy, ahora. A unas cuatro horas de avi¨®n de Europa y tras recolectar las tres cosechas m¨¢s grandes de la historia de la humanidad. Niveles de desnutrici¨®n aguda por encima del 30%, dos muertes por cada 10.000 habitantes al d¨ªa, menos de 2.100 kilocalor¨ªas por persona al d¨ªa, menos de cuatro litros de agua diarios para consumo humano, desplazamientos masivos de poblaci¨®n y conflicto de gran intensidad. Todo esto y m¨¢s puede atribuirse hoy Somalia, que el imaginario colectivo ubica solo como "el pa¨ªs de los piratas" o, los menos, como uno de los "Estados fallidos" del planeta.
Pero, no nos enga?emos, la declaraci¨®n oficial de hambruna que Naciones Unidas acaba de hacer no se limita a una distinci¨®n sem¨¢ntica o t¨¦cnica. Es m¨¢s bien el fracaso de la humanidad de lograr una gobernanza global en la era de las comunicaciones, en un momento en que todas las barreras f¨ªsicas y espaciales parec¨ªan poder ser abatidas y 63 a?os despu¨¦s de que se proclamase que hay unos derechos que son universales. ?C¨®mo explicar si no a un ni?o desnutrido, que ya no quiere ni puede comer, el hecho de que esta sea una crisis anunciada, de la que las organizaciones humanitarias presentes en el pa¨ªs ven¨ªamos alertando desde hace semanas?
El factor desencadenante ha sido esta vez una sequ¨ªa (la mayor de los ¨²ltimos 60 a?os), la consecuente p¨¦rdida de cosechas y ganado y la subida brutal del precio de los alimentos b¨¢sicos. Pero Somalia ha venido viviendo en una situaci¨®n de continua inseguridad alimentaria, violencia y fragilidad durante los ¨²ltimos 20 a?os. Hoy hablamos de una emergencia dentro de otra emergencia que se traduce en un hambre masiva, brutal, letal. No ve¨ªamos nada igual desde 1992, cuando otra hambruna se cobr¨® la vida de 300.000 somal¨ªes. En todas las mentes est¨¢ el recuerdo de Biafra, donde murieron, en 1984, un mill¨®n de personas.
?Qu¨¦ hacer ante una situaci¨®n as¨ª? Actuar. Responder. Prevenir. Resolver en el corto plazo pero proyectarse tambi¨¦n en el medio y el largo plazo. Hoy, con la etiqueta oficial de hambruna, la comunidad internacional debe sin mayor dilaci¨®n liberar todos los fondos necesarios para aliviar el sufrimiento de los 2,5 millones de somal¨ªes que han dejado sus hogares huyendo del hambre. Proteger a los 11 millones de personas amenazadas por esta sequ¨ªa en el Cuerno de ?frica. Asegurar la pr¨®xima siembra a principios de 2012. Los Gobiernos de la regi¨®n deben tambi¨¦n facilitar el acceso inmediato a la ayuda humanitaria. Naciones Unidas debe coordinar la respuesta y las organizaciones no gubernamentales asegurar el uso m¨¢s eficiente de los recursos disponibles sobre el terreno. Los ciudadanos, que sistem¨¢ticamente se?alan en las encuestas el hambre como primera causa de preocupaci¨®n global, tienen la oportunidad de hacer real su solidaridad. Pero esto no se resuelve salvando un pu?ado de vidas y relegando despu¨¦s otra vez al olvido al Cuerno de ?frica, al que nadie le importa un cuerno.
Toda esta indignaci¨®n que despiertan las im¨¢genes de vientres hinchados por el hambre debe transformarse en algo concreto. Podemos empezar por dejar de considerar la desnutrici¨®n aguda como una fatalidad y empezar a verla como una enfermedad. Diagnosticable, prevenible y tratable. Ojal¨¢ Somalia pueda abrirnos los ojos.
Olivier Longu¨¦ es director general de Acci¨®n contra el Hambre
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