Voy a pas¨¢rmelo bien
Mi memoria de verbena no existe. Al nacer en ciudad, hija de padres y abuelos de ciudad, y etc¨¦tera, y etc¨¦tera, mis veranos carec¨ªan de pueblo, por lo que mis recuerdos de farolillos y pasodobles se limitan a la televisi¨®n y a la copia que asolar¨¢ mi barrio y nuestro sue?o de aqu¨ª a unas semanas. En las fiestas retumban Paquito el chocolatero y los ¨¦xitos de ayer, hoy y siempre, un Voy a pas¨¢rmelo bien remedado -con energ¨ªa y muchos brillos- por la orquesta de turno; y las fiestas encierran coches de tope y se?ores juzgando, en lugar de la obra que corresponda (?c¨®mo se entretienen en ¨¦poca de crisis?), el montaje del escenario. As¨ª las imagino yo: con sus carteles anunciando la programaci¨®n, con su speaker en las actividades de convivencia, con su comilona gratis de lo que surja. Lo pienso y lamento esas generaciones anteriores criadas en la capital de la provincia, y extra?o sin haberlas vivido, y necesito transplantar mi ¨¢rbol geneal¨®gico.
La tragedia estalla cuando el dinero impide celebrar las fiestas en honor de la patrona
El presupuesto municipal de Los Santos de la Humosa, de tanta deuda y -se?ala el nuevo alcalde, acusan los vecinos- mala gesti¨®n, alcanza justo para pagar la luz, la recogida de basura y otras deudas hasta los casi dos millones de euros. Sin embargo, la tragedia estalla y el coro griego entona su lamento, entre La mayonesa y El tibur¨®n, cuando el dinero impide celebrar las fiestas en honor de la patrona: ah¨ª, en la condici¨®n vol¨¢til de nuestros placeres, que se esfuman al mismo tiempo que los ceros, late nuestro punto d¨¦bil. ?Calles sucias? Nos tapamos la nariz, y punto. Pero una juerga de menos duele distinto, ataca a la memoria y a la tradici¨®n, nos golpea en la boca del est¨®mago, cual cena pesada o copa de garraf¨®n. Ante esto, no ante la comida de m¨¢s o el alcohol de menos, sino ante el peligro de extinci¨®n de sus d¨ªas de fiesta, los vecinos de Los Santos de la Humosa se han organizado en una comisi¨®n que solicitar¨¢ a cada hogar un impuesto verbenero-revolucionario para sufragar los gastos. Y, lo que creo m¨¢s destacable, varias asociaciones del pueblo se encargar¨¢n de gestionar actividades que enriquezcan la oferta, algunas nuevas, otras recuperadas. Esta uni¨®n transformada en fuerza me parece hermosa, emocionante; si quienes mandan no llegan o no pueden, quienes les eligen s¨ª.
No obstante, algo me chirr¨ªa, algo me extra?a. Ese dinero del bolsillo de los vecinos, entre la voluntad y la cifra fija, m¨¢s imagino que alguna partida m¨ªnima reservada por el Ayuntamiento, servir¨¢ para contratar dos corridas de toros. Entre otras iniciativas, s¨ª, pero es la ¨²nica que -orgullo mediante- se rese?a. Lo anunciaba el teniente de alcalde en estas p¨¢ginas con la alegr¨ªa de quien suelta una bomba informativa, a la altura de un concierto de Julio Iglesias o una obra de teatro protagonizada por un secundario televisivo. Cada uno sit¨²a sus prioridades all¨¢ donde se le antoje: en las prestaciones esenciales, en los festejos, en las actividades deportivas, en las citas culturales o en la nada absoluta, aunque posiciones como la de los vecinos de Los Santos de la Humosa me despiertan las preguntas y la curiosidad. ?Qu¨¦ nos importa realmente? ?Qu¨¦ afecta al d¨ªa a d¨ªa? ?Recaudar dinero, por ejemplo, para asegurar la calefacci¨®n del colegio, como tem¨ªa una madre en el reportaje que firmaba Mar¨ªa Herv¨¢s? ?O para pagar con esa cantidad dos corridas de toros, con el mensaje de pan, circo y tortura que este gesto implica, tanto por parte de quien propone, como por parte de quien consiente?
Carezco de memoria de fiesta patronal. Si acaso enlaza con las megal¨®manas celebraciones del sur, donde todo se impregna de luz, color, rebujito y gasto excesivo, y me cuesta entender su importancia en la vida cotidiana del pueblo, en los recuerdos de quienes se marcharon a vivir fuera, porque no se registra en mi ADN. En mi diccionario significa charlas, bebidas, risas, trajes de domingo en jueves: sin m¨¢s. Puede que no comprenda el ir m¨¢s all¨¢ de este tipo de celebraciones, su papel necesario para unir a los vecinos y mantener un hilo entre unos y otros, m¨¢s all¨¢ de generaciones e ideolog¨ªas. S¨ª festejo, igual que ellos, su capacidad de reacci¨®n, su buena voluntad para restituir entre todos lo que la falta de liquidez les arrebatar¨ªa, ese ofrecimiento de afrontar e impulsar lo que se olvidar¨ªa en el aire; pero que los vecinos vac¨ªen sus bolsillos -con gran esfuerzo, supongo- para sufragar gastos de la fiesta del pueblo, y se encuentren con propuestas de come y calla y tr¨¢gate tus principios como dos corridas de toros, y las toleren, pues no. Beban para olvidar el horror econ¨®mico. Beban para abrazar al de la casa de enfrente, a quien ni siquiera soportan esta noche. Beban para pas¨¢rselo bien. Y entre hielo y hielo, por favor, no olviden seg¨²n qu¨¦ cosas.
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