Prensa, pol¨ªticos y polic¨ªa nadaban en la misma cloaca
A los brit¨¢nicos no les quitaba el sue?o que la prensa sensacionalista espiara a ricos, pol¨ªticos o famosos. Pero la indiferencia se convirti¨® en c¨®lera cuando supieron que tambi¨¦n hurgaban en el m¨®vil de una ni?a asesinada e intentaban confundir a su familia y a los investigadores
Reino Unido vive una crisis de tal magnitud que cada vez m¨¢s gente la compara con el esc¨¢ndalo del Watergate que sacudi¨® la pol¨ªtica de Estados Unidos y acab¨® provocando la renuncia del presidente de aquella ¨¦poca, Richard Nixon. Todo ello desde que el pasado 4 de julio el diario The Guardian revel¨® que el tabloide News of The World hab¨ªa espiado en 2002 el tel¨¦fono m¨®vil de una adolescente de 13 a?os que se encontraba en paradero desconocido.
La diferencia, dicen algunos, es que el Watergate comenz¨® a c¨¢mara lenta y tard¨® dos a?os en convertirse en un esc¨¢ndalo pol¨ªtico. Pero quiz¨¢ las cosas no sean en realidad tan distintas desde ese punto de vista: el esc¨¢ndalo de las escuchas ilegales del News of The World empez¨® a salir en los peri¨®dicos en 2006, comenz¨® a convertirse en una controversia pol¨ªtica en 2009 y ahora ha estallado en forma de cataclismo, provocando un tsunami que todo lo arrasa: a los pol¨ªticos, a la prensa y a Scotland Yard.
"Hemos perdido la reputaci¨®n de tener el mejor Gobierno, de ser el pa¨ªs m¨¢s honesto", dice el diputado MacShane
En dos semanas, los brit¨¢nicos han vivido el cierre de un peri¨®dico con 168 a?os de historia y cerca de tres millones de ejemplares cada domingo; han visto caer a los dos cargos supremos de Scotland Yard y a dos de los principales ejecutivos de Rupert Murdoch, el gran magnate mundial de la comunicaci¨®n; se han quedado at¨®nitos al contemplar c¨®mo ese gran halc¨®n de la prensa y la televisi¨®n se transformaba, al menos por unos d¨ªas, en un palomo arrepentido de sus pecados; se han tenido que pellizcar, incr¨¦dulos, para asegurarse de que no estaban so?ando y que en realidad corre sangre por las venas del l¨ªder de la oposici¨®n, Ed Miliband, y cerciorarse de que est¨¢ vivo y es capaz de poner en aprietos al primer ministro; y no han podido por menos que sonre¨ªr al ver los apuros de este ¨²ltimo, David Cameron, que a pesar de todo parece haber salido con vida de la crisis. De momento, al menos.
?Y todo eso porque un peri¨®dico espiaba a una ni?a de 13 a?os? No: todo eso porque ese acto de espionaje era la culminaci¨®n de a?os de trabajo period¨ªstico sin escr¨²pulos. A los brit¨¢nicos no les quitaba el sue?o que su prensa sensacionalista espiara a ricachones, a famosos de medio pelo, a futbolistas de morbosa incontinencia sexual, a pol¨ªticos o incluso a miembros de la familia real. Pero cuando se enteraron de que tambi¨¦n hurgaban en el tel¨¦fono m¨®vil de una ni?a desaparecida, que en realidad a esas horas hab¨ªa sido asesinada y probablemente violada antes de morir; cuando supieron que, adem¨¢s de espiar los mensajes del m¨®vil, hab¨ªan borrado mensajes viejos para permitir la entrada de otros nuevos, haciendo creer a la familia que la joven Milly Dowler estaba viva y confundiendo a los investigadores, entonces la indiferencia se convirti¨® en c¨®lera, en indignaci¨®n, en un espont¨¢neo movimiento de boicot que en menos de una semana llev¨® al cierre del peri¨®dico.
Entonces, en esos pocos d¨ªas, todo lo que el diario The Guardian llevaba a?os denunciando como quien clama en el desierto se convirti¨® en real, en trascendental, en escandaloso, en intolerable. Y se da por cierto aunque legalmente son solo presunciones. Desde ese momento, el esc¨¢ndalo de las escuchas no es un problema aislado de un periodista, Clive Goodman, y un investigador privado, Glenn Mulcare, que ya han purgado sus penas de cuatro y seis meses de c¨¢rcel. Ahora se da por sentado que era una pr¨¢ctica sistem¨¢tica que puede haber afectado a miles de personas. Y nadie cuestiona que la polic¨ªa no investig¨® el caso a fondo porque muchos oficiales estaban de hecho comprados por la prensa de Murdoch: unos, cobrando peque?as cantidades aqu¨ª y all¨¢ a cambio de pistas y noticias; otros, convirti¨¦ndose en colaboradores de la casa al dejar el cuerpo policial. Todo eso est¨¢ por demostrar, pero se da por cierto. Es decir, se da por establecido que Scotland Yard no es exactamente una polic¨ªa incorruptible.
"Estamos ante una ruptura fundamental en el sistema del Estado brit¨¢nico", opina Denis MacShane, diputado laborista. "En Espa?a, el problema es la corrupci¨®n financiera, lo mismo del PSOE que del PP. Aqu¨ª es la corrupci¨®n del poder y de lo que la gente es capaz de hacer para buscar y conseguir poder. Aqu¨ª, despu¨¦s de la guerra y hasta los a?os ochenta, los sindicatos fueron poco a poco consiguiendo m¨¢s y m¨¢s poder en el sistema. Pod¨ªan dictar pol¨ªticas, colocar gente en los ministerios; pod¨ªan tener l¨ªnea directa con el primer ministro, especialmente si era laborista; iban a la huelga por cualquier raz¨®n est¨²pida. Su poder se acab¨® con Margaret Thatcher y el vac¨ªo que se cre¨® fue llenado por la prensa en general y por Murdoch en particular porque ten¨ªa un agresivo inter¨¦s en influir pol¨ªticamente", explica Denis MacShane, que es periodista de profesi¨®n, presidi¨® el sindicato nacional de periodistas (NUJ) y dirigi¨® la Federaci¨®n Internacional de Trabajadores del Metal antes de ser elegido diputado por el Partido Laborista en 1994 y ejercer de ministro para Europa entre 2002 y 2005.
"Lo que quer¨ªa Murdoch es influir en los pol¨ªticos que gobernaban el pa¨ªs, y lo mismo le daba que fueran de izquierdas o de derechas. Estaba m¨¢s a gusto con la derecha y Aznar est¨¢ en su consejo y ve¨ªa a la se?ora Thatcher mucho m¨¢s de lo que ve¨ªa a Tony Blair o a David Cameron. Pero tambi¨¦n apoy¨® a Blair, a Bill Clinton, a Bob Hawke, primer ministro laborista australiano. Era completamente promiscuo. Lo que le interesaba es que el Gobierno al que apoyaba no impusiera regulaciones que afectaran a sus canales de televisi¨®n o a sus peri¨®dicos. Era una relaci¨®n simbi¨®tica: Murdoch necesitaba a los pol¨ªticos y los pol¨ªticos necesitaban a Murdoch. Pero solo hasta cierto punto, porque Blair habr¨ªa ganado las elecciones sin el apoyo de Murdoch y Brown las habr¨ªa perdido aunque hubiera tenido el apoyo de sus peri¨®dicos", sostiene MacShane.
"En t¨¦rminos de experiencia pol¨ªtica period¨ªstica no tengo ninguna duda de que este es el mayor esc¨¢ndalo que yo recuerdo en Reino Unido en m¨¢s de 33 a?os de periodismo", explica Jimmy Burns, autor y periodista que ha tratado a fondo tanto con la clase pol¨ªtica como con los servicios de seguridad en su larga etapa en Financial Times. "Dicho eso, es un esc¨¢ndalo bastante brit¨¢nico", matiza. "No estoy de acuerdo con los que dicen que Reino Unido se ha convertido de repente en un pa¨ªs bananero. Porque hemos visto, por un lado, que cierto periodismo de investigaci¨®n ha podido casi derrumbar a uno de los mayores magnates de los medios. Por otro lado, hemos tenido dimisiones y una disculpa p¨²blica del jefe m¨¢ximo de la polic¨ªa de este pa¨ªs y su n¨²mero dos, y han dimitido aunque a¨²n no hay cargos concretos contra ellos. Adem¨¢s, y esto es tambi¨¦n muy brit¨¢nico, las cosas se van a hacer a partir de t¨¦rminos judiciales muy estrictos. Y creo que de alguna manera el esc¨¢ndalo se va a desinflar en los pr¨®ximos d¨ªas y semanas. El Parlamento est¨¢ de vacaciones; no ha habido una moci¨®n de confianza contra David Cameron...".
David Mathieson conoce muy bien la pol¨ªtica brit¨¢nica por dentro, como asesor que fue del legendario pol¨ªtico laborista Robin Cook, el hombre que intent¨® inventar la "diplomacia ¨¦tica" cuando estuvo al frente del Foreign Office en la ¨¦poca dorada del nuevo laborismo. Para Mathieson, lo m¨¢s grave de toda esta crisis no es ni el periodismo de cloaca ni la connivencia de la clase pol¨ªtica, sino el descubrir la corrupci¨®n en Scotland Yard. "Lo que ha pasado con la polic¨ªa es incluso peor que lo que ha pasado con la pol¨ªtica. Nos preocupamos m¨¢s de los pol¨ªticos, pero lo de la polic¨ªa es realmente un esc¨¢ndalo. La corrupci¨®n dentro de la polic¨ªa a m¨ª me parece una verg¨¹enza en una sociedad democr¨¢tica de verdad porque la gente tiene que confiar en la polic¨ªa", explica Mathieson.
Pero que la polic¨ªa estaba cobrando de la prensa es algo que se sabe al menos desde 2003, cuando la entonces directora de The Sun, antes de News of The World y hasta hace una semana consejera delegada de The News International, Rebekah Brooks, lo reconoci¨® ante una comisi¨®n parlamentaria en los Comunes. Pero nadie hizo nada para investigarlo. "Esa es exactamente la cuesti¨®n. La gente no ha hecho nada, como bien dice. Ahora sabemos que Reino Unido es exactamente igual que cualquier otro pa¨ªs europeo, con los mismos problemas de corrupci¨®n, con los mismos problemas con la polic¨ªa. Y ese es un problema muy, muy serio. Reino Unido ha perdido su reputaci¨®n de tener el mejor gobierno, de ser el pa¨ªs m¨¢s honesto", explica el diputado Denis MacShane. "Muchos nunca creyeron en el excepcionalismo ingl¨¦s, en que eran algo separado y completamente distinto de otros pa¨ªses, y ahora se ha demostrado que ten¨ªan raz¨®n al 100%", a?ade.
En su opini¨®n, "el sistema se ha ido corrompiendo poco a poco hasta llegar a un momento en que era malo para la democracia, malo para la prensa, malo para la clase pol¨ªtica, malo para la polic¨ªa". La conmoci¨®n de saber que hasta una adolescente en peligro de muerte era objetivo de ese sistema "ha acabado provocando el mayor terremoto pol¨ªtico" que MacShane afirma haber visto en su vida. "Esta crisis no se ha acabado. A¨²n van a pasar much¨ªsimas cosas. Va a dominar el paisaje pol¨ªtico ingl¨¦s como el Watergate domin¨® la pol¨ªtica en EE UU. Todo fue ocurriendo poco a poco, muy poco a poco. Estados Unidos sigui¨® su curso: Nixon fue a China, acab¨® la guerra de Vietnam, pero el sistema se fue transformando profundamente como resultado de ese proceso. Y tard¨® 10 a?os en asentarse y no necesariamente benefici¨® a la izquierda: de alguna manera fue Reagan el gran beneficiado del proceso. Y creo que va a haber un profundo cambio similar en la manera en que las instituciones m¨¢s poderosas de Reino Unido funcionar¨¢n en el futuro: la polic¨ªa, la prensa y la clase pol¨ªtica", sostiene MacShane.
Michael White, el influyente comentarista pol¨ªtico de The Guardian, cree que "hay que poner las cosas en perspectiva". Es una crisis importante, pero no la m¨¢s importante que ha conocido, seg¨²n escribi¨® en su blog. Y cita una larga serie de ejemplos de crisis comparables a la actual. Como el esc¨¢ndalo Profumo, el ministro de la Guerra que en 1963 ten¨ªa una joven amante que en realidad era una esp¨ªa rusa. O la crisis del canal de Suez (1956), que enterr¨® para siempre las ambiciones imperiales brit¨¢nicas. O crisis econ¨®micas profundas. O esc¨¢ndalos como el de los Ap¨®stoles de Cambridge, la red de esp¨ªas al servicio de Rusia de los a?os treinta. O incluso la decisi¨®n de Tony Blair de sumarse a la guerra de Irak.
Una de las consecuencias que s¨ª parece haber tenido esta crisis es que Rupert Murdoch ha perdido la influencia que ten¨ªa en Reino Unido. "S¨ª, sin duda", opina Jimmy Burns. "?Cu¨¢les van a ser las consecuencias pr¨¢cticas de todo esto? Primero, cosas que yo he vivido personalmente como periodista: una relaci¨®n muy incestuosa y hasta corrupta entre ciertos periodistas brit¨¢nicos y ciertos polic¨ªas, creo que eso se ha acabado en cierto modo porque ning¨²n polic¨ªa se va a jugar su carrera ahora en esos t¨¦rminos. Otra consecuencia es que el poder pol¨ªtico de Rupert Murdoch ha quedado destrozado en este pa¨ªs. Y dir¨ªa que su propia supervivencia como presidente de News Corp est¨¢ en duda. Lo que hemos visto esta semana es c¨®mo el magnate m¨¢s poderoso del mundo, el hombre que estaba m¨¢s all¨¢ del bien y del mal, ha quedado reducido a un viejo muy vulnerable. ?Se van a convertir en santos los peri¨®dicos de Murdoch si sobreviven? Pues no. Ciertas cosas no cambian".
"Otro aspecto importante es que Murdoch siempre ha pagado por buenos peri¨®dicos como el Times o The Australian, pero tambi¨¦n ha creado siempre una vulgarizaci¨®n de las noticias con la obsesi¨®n por los famosos, por destrozar a gente, por humillar a gente, aireando esc¨¢ndalos de gente sin importancia", apunta Denis MacShane. "Normalmente, Murdoch no se mete con los poderosos: no lo ha hecho con la crisis bancaria ni con la guerra de Irak. Est¨¢ obsesionado con Europa. Es un manipulador de la gente. Comercializa la infancia, comercializa el sexo. En ese sentido ha tenido algo de diab¨®lico. Y la gente que conoce todas esas historias, los que conocen todos los aspectos malos de la vida, son siempre la polic¨ªa, ?no? Y lo que ha hecho Murdoch es pagar un mont¨®n de dinero a la polic¨ªa. Y hay que acabar con eso porque ha llegado a un punto en que hay un mont¨®n de corrupci¨®n en la naci¨®n. No es solo Murdoch. Es una cultura del periodismo: si le das 100 o 200 libras a un polic¨ªa, tienes una buena historia". Se han levantado ya algunas voces reclamando una regulaci¨®n de la prensa al mismo nivel al que est¨¢ regulada la televisi¨®n. "Ese es el mayor riesgo que corremos en este momento", advierte Trevor Kavanagh, comentarista pol¨ªtico de The Sun, un hombre profundamente identificado con el periodismo de Rupert Murdoch. "El peligro, como hemos visto con las peticiones de Neil Kinnock, es que se intente controlar a la prensa, algo que ser¨ªa malo para el periodismo y para los medios en general. Creo que todo este frenes¨ª va a acabar siendo contraproducente si no lo evitamos", a?ade.
Mucha gente cree que esta crisis ha reivindicado el periodismo llamado de calidad. "Pero la iron¨ªa es que uno de los peri¨®dicos que est¨¢ tal vez m¨¢s amenazado con despidos, cambios internos y todo eso es el propio The Guardian", se lamenta Burns. En su opini¨®n, "va a haber una resaca que ir¨¢ m¨¢s all¨¢ de la desconfianza en los medios".
Visto desde fuera, da la impresi¨®n de que en Westminster no se acaba de percibir ese peligro. En el debate de urgencia celebrado esta semana en los Comunes para abordar la crisis, el tema central no fue la corrupci¨®n en Scotland Yard o el futuro de la prensa, sino cuestiones m¨¢s cercanas a la pol¨ªtica de partidos: por qu¨¦ el primer ministro, David Cameron, contrat¨® como portavoz al exdirector de News of The World David Coulson, de dudoso perfil a pesar de que siempre ha negado su participaci¨®n en las escuchas, y si Cameron coment¨® o no con Rupert Murdoch y su gente la compra de BSkyB, que depend¨ªa de la aprobaci¨®n del Gobierno.
?Por qu¨¦ la corrupci¨®n en Scotland Yard apenas preocup¨® a los diputados? "Quiz¨¢ porque a¨²n no tenemos todos los detalles. Ahora est¨¢ saliendo a la luz por qu¨¦ no se investig¨® en 2005 e incluso antes, en 2003. Ahora empezamos a ver, por ejemplo, que de las 40 personas del departamento de prensa de Scotland Yard, 10 proced¨ªan de The News International. No s¨¦. Hay m¨¢s preguntas que respuestas sobre la polic¨ªa. Y creo que los pol¨ªticos est¨¢n obsesionados con los pol¨ªticos, y a la prensa lo que m¨¢s le gusta es hablar de los periodistas y el periodismo. No tengo la respuesta", reconoce David Mathieson.
Jimmy Burns asegura que no le sorprendi¨® que se debatiera poco sobre la corrupci¨®n policial "precisamente por el hecho de que ha habido dimisiones". "Hay dos o tres personas clave que hasta ahora no han dimitido en este esc¨¢ndalo: Rupert Murdoch, su hijo y el primer ministro. Lo que vimos en el debate fue un casi ¨²ltimo intento de la oposici¨®n pol¨ªtica de ver si pod¨ªan derrumbar a Cameron por este asunto. Han dimitido los dos m¨¢s altos cargos de la polic¨ªa, pero el Gobierno no ha asumido ninguna responsabilidad. No digo que Cameron tenga que dimitir, pero hay mucha gente que cree que su juicio ha quedado fatalmente da?ado por este esc¨¢ndalo porque hubo gente, incluyendo el director de The Guardian y su subdirector, que hablaron con ¨¦l y le dijeron que tuviera cuidado con Coulson porque es una persona a la que no deber¨ªa dar un empleo. Y a pesar de esos avisos, decidi¨® emplearle. Y en ese sentido, su juicio como primer ministro ha quedado da?ado".
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