Se?ora Kohl: esposa ideal y suicida
Una sobredosis de morfina y somn¨ªferos termin¨® con la gran farsa de la vida ejemplar de Hannelore, madre y ama de casa. Una investigaci¨®n revela sus secretos m¨¢s ¨ªntimos
La sonrisa petrificada, la maciza peluca rubia y la s¨®lida coraza de maquillaje fueron los rasgos reconocibles de Hannelore Kohl hasta el d¨ªa en que decidi¨® matarse. Tras ellos se parapet¨® durante los 41 a?os que pas¨® tras la inmensa sombra de su marido Helmut, el canciller de la unificaci¨®n alemana. De 1982 a 1998, Hannelore represent¨® con disciplina prusiana el papel de esposa ideal del democristiano, una suerte de r¨¦plica alemana de la archiconservadora primera dama estadounidense Nancy Reagan. Diez a?os despu¨¦s de su muerte, una biograf¨ªa reci¨¦n publicada por el periodista Heribert Schwan desvela circunstancias de su vida ocultas hasta ahora, como la violaci¨®n que sufri¨® de ni?a al t¨¦rmino de la II Guerra Mundial. En julio de 2001, Hannelore Kohl, a los 68 a?os, opt¨® por acabar con su soledad y con sus padecimientos.
La que fuera esposa del canciller de la unificaci¨®n fue violada a los 12 a?os por varios soldados sovi¨¦ticos
Su biograf¨ªa, La mujer a su lado, encabeza las listas de ventas en Alemania. La publicaci¨®n y el aniversario redoblaron la atenci¨®n p¨²blica sobre los Kohl. ?l, viudo, casado por segunda vez desde hace tres a?os, falt¨® entre los 900 invitados al concierto por la memoria de Hannelore que se celebr¨® en la iglesia evang¨¦lica de Speyer hace dos semanas. S¨ª que estuvieron los hijos de ambos, Walter y Peter. El primero hab¨ªa publicado ya en febrero su propio ajuste de cuentas con su padre en forma de una autobiograf¨ªa que lamenta una infancia alejada del patriarca ausente: "Su familia era la Uni¨®n Dem¨®crata Cristiana (CDU), no los Kohl". Helmut vive con su nueva esposa en la casa familiar de Ludwigshafen, a solo 20 minutos de la iglesia de la Trinidad, en Speyer.
El peso de Kohl en la vida p¨²blica alemana fue tan determinante durante tanto tiempo que a¨²n hoy, 13 a?os despu¨¦s de que perdiera las elecciones, es un elemento polarizador. Cualquier comentario pol¨ªtico suyo salta inmediatamente a los titulares. Sus 16 a?os al frente del Gobierno se identifican con la opulencia modesta de aquella Rep¨²blica Federal de vocaci¨®n europea que termin¨® por vencer en la guerra fr¨ªa. Mirada con atenci¨®n, la descomposici¨®n de su propia familia y el suicidio final de su esposa pueden valer, no obstante, de correlato para el ocaso implacable de su liderazgo pol¨ªtico.
La sobredosis de morfina y somn¨ªferos que mat¨® a Hannelore tambi¨¦n termin¨® con la gran farsa de una vida ejemplar de madre y ama de casa. La hab¨ªa sacrificado por un matrimonio fallido y por una carrera pol¨ªtica de talla mundial, la de su esposo, cuyas zonas de sombra eran entonces motivo de esc¨¢ndalo. Transitoriamente olvidado el mito que se form¨® sobre el "l¨ªder mundial" Helmut Kohl -y que ha resucitado hace pocos a?os-, los tres lustros de su mandato eran entonces objeto de escarnio p¨²blico. La Fiscal¨ªa hab¨ªa abierto en 2000 una investigaci¨®n contra Helmut Kohl y la CDU por financiaci¨®n ilegal.
Mientras Helmut Kohl permanec¨ªa en Berl¨ªn tratando de salir del grave atolladero, Hannelore se aislaba cada vez m¨¢s en el chal¨¦ familiar. Sus dos hijos ya rondaban los 40. Las infidelidades de su marido eran conocidas desde hac¨ªa lustros, pero Hannelore no las comentaba con las pocas amigas que ve¨ªa. Incluso su fundaci¨®n ben¨¦fica, ZNS, se vio salpicada por el enorme esc¨¢ndalo de la CDU y por la negativa de su marido a dar los nombres de los donantes que llenaron ilegalmente las cajas de su partido. Hannelore, a quien una extra?a alergia a la luz imped¨ªa salir de casa, empez¨® a considerar que su vida ya hab¨ªa concluido.
Johanna Klara Eleonore, conocida como Hannelore, naci¨® en Berl¨ªn en 1933, en una familia de la alta burgues¨ªa. Su padre era nazi convencido. Ese mismo a?o gan¨® Hitler las elecciones. Superviviente en Leipzig a los masivos bombardeos aliados de 1943, Hannelore ser¨ªa sin embargo una de los millones de v¨ªctimas alemanas de la guerra que ellos mismos desataron cuando ella ten¨ªa solo 6 a?os. En 1945, los soldados alemanes trataban de defender Berl¨ªn del avance sovi¨¦tico. Mujeres, ni?os y ancianos se ve¨ªan atrapados entre los diversos frentes. Los m¨¢s comprometidos con el r¨¦gimen trataban de escapar del Ej¨¦rcito Rojo. Hannelore Kohl no habl¨® nunca p¨²blicamente de c¨®mo un grupo de sovi¨¦ticos la captur¨® cuando hu¨ªa con su madre y su hermana. Los soldados abusaron de ella y, seg¨²n recoge la biograf¨ªa de Schwan, "la arrojaron por la ventana como un saco de cemento". Sufri¨® lesiones que la acompa?aron toda la vida. Las f¨ªsicas le imped¨ªan levantar grandes pesos y le provocaban dolores cervicales. En cuanto a las ps¨ªquicas, es dif¨ªcil evaluar qu¨¦ traumas acarre¨® sufrir una violaci¨®n m¨²ltiple a los 12 a?os.
No se sabe hasta d¨®nde las enfermedades que padeci¨® de adulta tuvieron causas psicosom¨¢ticas. Al final de sus d¨ªas, Hannelore no soportaba la luz y viv¨ªa recluida en el chal¨¦ familiar. Dise?ada para prevenir atentados o asaltos, aquella casa en tinieblas se parec¨ªa al b¨²nker donde sobrevivi¨® a las bombas de 1943. Solo sal¨ªa de noche, con gafas de sol, para dar largos paseos por el barrio residencial de Oggersheim, en Ludwigshafen. En sus ¨²ltimos meses, incluso el brillo de una pantalla de televisi¨®n se le hac¨ªa insoportable. Sus hijos apenas la visitaban. Nunca vivi¨® en Bonn ni en Berl¨ªn, as¨ª que tampoco se planteaba reunirse con su marido en la capital. Para Helmut, la pol¨ªtica ten¨ªa prioridad absoluta. Pactaron que ¨¦l no se presentar¨ªa a una quinta legislatura en 1998. Ella lo crey¨®. Hasta que se enter¨® de lo contrario por las noticias.
Cuando se trata la historia reciente de Alemania, hoy se habla de la "era Kohl" como solo se habla de la "era Adenauer". Su nombre se asocia con la unificaci¨®n y con el colapso comunista de 1990. Ca¨ªdo el Muro en 1989, naci¨® bajo su mandato la llamada Rep¨²blica de Berl¨ªn. Mientras Alemania Occidental era a¨²n la Rep¨²blica de Bonn, aquella peque?a capital del Rin fue un hervidero de rumores y cotilleos. Los m¨¢s jugosos entre 1982 y 1998 concern¨ªan a Helmut Kohl y a sus amantes. El canciller era inseparable de su secretaria Juliane Weber, con la que lleg¨® a compartir una vivienda hasta que el presidente de la Patronal Hanns Martin Schleyer le dijo un d¨ªa: "Helmut, tienes que cerrar ese campamento de gitanos". Despu¨¦s se rumore¨® sobre su idilio extramatrimonial con Maike Richter, funcionaria en la Canciller¨ªa. Aquellas habladur¨ªas llegaban hasta Hannelore. Ella le dej¨® una carta de despedida en la que es dif¨ªcil leer alg¨²n rencor: "Admiro tu fuerza; espero que la conserves, tienes mucho por hacer".
Helmut, que tiene 81 a?os, se cas¨® con Maike Richter en 2008. Aunque lo reverencian los conservadores, su legado pol¨ªtico es ya agua pasada. Ni la CDU de su exprotegida Angela Merkel, ni la Rep¨²blica de Berl¨ªn, ni la complicada Europa de los 27 tienen hoy gran cosa que ver con sus a?os de liderazgo. Merkel se deshizo de ¨¦l en un golpe de mano durante el esc¨¢ndalo de corrupci¨®n. Alemania se desmarca cada vez m¨¢s de sus viejas lealtades atlantistas y la Europa que Kohl contribuy¨® a construir se asoma al abismo desde hace casi dos a?os, como tentada de acabar con sus padecimientos de una vez por todas.
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