Recentralizar

La negativa de los Gobiernos aut¨®nomos de Murcia y Castilla-La Mancha a recibir de la Administraci¨®n central los traspasos de algunas competencias de Justicia abre un nuevo escenario en el desarrollo del Estado de las autonom¨ªas. Inaugura una deriva de recentralizaci¨®n, al menos ocasional, frente a la tradicional din¨¢mica descentralizadora vigente desde la entrada en vigor de la Constituci¨®n. Lo que en principio podr¨ªa entenderse como un rechazo t¨¦cnico a asumir un traspaso por la insuficiencia de las transferencias de recursos a ¨¦l asociadas -episodio que no es novedoso, pues ha sucedido varias veces, sobre todo en Catalu?a-, ahora lo desborda.

La decisi¨®n parte de un discurso global del PP, elaborado en su versi¨®n primigenia y m¨¢s agresiva por la FAES de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, de aprovechar excesos administrativos para laminar los techos auton¨®micos. Al socaire de tal discurso, la presidenta de Madrid ha esbozado su prop¨®sito de devolver la competencia en Justicia ya asumida. Si el designio de los traspasos, en un sentido o su contrario, busca m¨¢s funcionalidad y eficiencia, nada debiera oponerse doctrinalmente a un aumento descentralizador o a su reverso recentralizador. Al rev¨¦s, una dosis de pragmatismo es necesaria en un asunto que despierta demasiadas pasiones. Otra cosa es que esos vaivenes se utilicen como punta de lanza de operaciones ideol¨®gicas, ya de nacionalismo perif¨¦rico, ya de neocasticismo espa?ol.

El rechazo de algunas comunidades a incorporar nuevas competencias subraya dos dudas l¨®gicas: saber si el acompa?amiento financiero a los servicios descentralizados ha sido bien calculado o no; y si ha ido acompa?ado de recortes en el aparato central para evitar duplicidades. No todo es impulso recentralizador. El Gobierno nacionalista catal¨¢n encontrar¨¢ quiz¨¢ en ¨¦l un motivo para destacar la escasa ambici¨®n de otras autonom¨ªas que juzga menos acreditadas. Algo que probablemente haga chirriar su tendencia al pacto con el PP.