La piel que no es
Desde el momento mismo en que Cyndi Lauper asoma por Puerta del ?ngel queda claro que nos hallamos ante un fiero animal de la escena. Luce cuero negro ce?id¨ªsimo, ha elegido un rojo tomatina en la gama de tintes capilares, es capaz de brincar como un potrillo desbocado (e infatigable) de un extremo a otro de las tablas y, salvo pacto diab¨®lico de por medio, no hay manera humana de explicar que las biograf¨ªas atribuyan 58 a?os a esta neoyorquina estilizada e hiperactiva. Constatadas con admiraci¨®n todas sus virtudes para el mundo del espect¨¢culo, queda solo despejar la gran inc¨®gnita: ?qu¨¦ demonios hace Cyndi con un disco de blues entre las manos?
Lauper ha sido o es icono de los ochenta, pionera cat¨®dica, s¨ªmbolo de la revoluci¨®n femenina, diva gay o hero¨ªna para los estilistas de medio mundo. Puede permitirse lo que le plazca, faltar¨ªa m¨¢s, y darse el gustazo de grabar un ¨¢lbum como Memphis blues junto a m¨²sicos con indudable pedigr¨ª en el g¨¦nero de los doce compases. Pero, visto lo visto anoche, el capricho parece mucho m¨¢s una ocurrencia que un hallazgo. Por mucho que Charlie Musselwhite, acreditado doctor en la materia, sea quien sople la arm¨®nica desde el extremo derecho del escenario.
Canta nuestra dama tecnicolor muy a?ejos t¨ªtulos de Little Walter Jacobs o Robert Johnson, pero resulta dif¨ªcil atisbar algo de la profundidad, dolor o vivencias de los originales. La iniciativa no logra cr¨¦dito ni por la voz aguda y fina de Lauper, tan poco af¨ªn a la morfolog¨ªa del g¨¦nero, ni con su permanente af¨¢n aer¨®bico, m¨¢s propio del cabaret que de quien pretendiera testimoniar las dolorosas honduras de la existencia humana. Por eso Cyndi naufraga con Just your fool, Shattered dreams o Early in the morning: porque pretende meterse en una piel que ni es ni le corresponde. Y solo salva Don't cry no more gracias a que suena mucho m¨¢s a soul de la factor¨ªa Stax que al blues junto al delta del Misisipi.
Cosa bien distinta acontece cuando la de Brooklyn regresa a lo suyo, a ese pop con desparpajo que le granje¨® admiraciones inquebrantables desde que dejara huella en 1984 con el disco She's so unusual. Es entonces cuando tanto ella como sus dos millares de fieles se desmelenan. Al tercer tema, She bop, ya se hab¨ªa encaramado a las gradas para dejar constancia de su car¨¢cter extrovertido, zalamero, esp¨ªdico y embaucador. Y repetir¨ªa la jugada media hora m¨¢s tarde, para desesperaci¨®n de las pobres acomodadoras, mientras interpretaba Goonies r good enough.
Al final llegar¨ªa la apoteosis esperada y deseada con Girls just wanna have fun, True colors y Time after time, la balada que engatus¨® al mism¨ªsimo Miles Davis. La diva del pelo color tomate estaba, entonces s¨ª, en su salsa. Y, por extensi¨®n, en su piel. "?Guapa, guapa!", bramaban los fieles, felices de recuperar al personaje en su versi¨®n m¨¢s leg¨ªtima. Y veros¨ªmil.
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