Barcelona para reci¨¦n llegados

Contra las paredes de la antigua f¨¢brica de Can Saladrigas, la ahora biblioteca del Poblenou, Nur, Savera, Anmol y Hajra parecen peque?as mariposas. Las chicas, que visten coloridos halwar kameez, el traje tradicional de las paquistan¨ªes, charlan mientras esperan para volver a clase de catal¨¢n. El tema del d¨ªa son las palabras que describen los sentimientos, un vocabulario que pondr¨¢n en pr¨¢ctica en una visita al Museo Picasso. Lo mismo hicieron con los nombres de los alimentos y un recorrido por un mercado p¨²blico de Sant Mart¨ª. Llevan solo dos meses en Barcelona, pero ya tienen la agenda a reventar.

Las cuatro forman parte del grupo de 140 menores, de 20 nacionalidades, que participan en A l'estiu, Barcelona t'acull. Este programa del ¨¢rea de Inmigraci¨®n del Ayuntamiento es de car¨¢cter voluntario y atiende al 75% de los menores que llegan a la ciudad despu¨¦s de que sus familiares obtuvieran la reagrupaci¨®n familiar.

Muchos padres aprovechan para aprender catal¨¢n con sus hijos

La idea es acercarlos al catal¨¢n, mostrarles la oferta de equipamientos de la ciudad y darles una pincelada de la ciudad y, sobre todo, de su entorno. "Buscamos que los j¨®venes se integren con m¨¢s facilidad antes de que entren en la escuela o inicien la educaci¨®n posobligatoria y se acerquen a las din¨¢micas de su propio barrio", explica Gloria Rend¨®n, directora del plan. El programa, ¨²nico en Espa?a y en el continente, se puso en marcha en 2009 y ha sido reconocido por la UE en su manual de buenas pr¨¢cticas para integraci¨®n en inmigraci¨®n.

Las bibliotecas tienen un papel importante en la iniciativa, pues son "la puerta de entrada a los equipamientos que ofrece la ciudad", explica Juan Jos¨¦ Arranz, director de cooperaci¨®n del Consorcio de Bibliotecas. Este a?o, en siete de ellas se da a los j¨®venes una hora y media de clase de catal¨¢n tres veces por semana, cuyo contenido ha sido desarrollado por el Consorcio de Educaci¨®n de Barcelona. Los otros d¨ªas visitan la ciudad y lugares clave como los puntos de informaci¨®n juvenil. Tambi¨¦n reciben charlas de la Guardia Urbana y los bomberos, por ejemplo.

"Por ahora lo que m¨¢s me ha gustado de Barcelona es el orden en las calles, los sem¨¢foros, tener un sitio especial para cruzar", dice en urd¨² Savera, de 12 a?os, que lleva dos meses en la ciudad. Lila, una de las monitoras del programa, habla el idioma y sirve de gu¨ªa para las chicas, aunque las clases son en catal¨¢n. El aula la comparten con j¨®venes llegados de Filipinas, Bolivia, Brasil y Colombia, entre otros.

El programa comienza meses antes del verano, con reuniones con las familias que han obtenido la reagrupaci¨®n. All¨ª se les asesora en asuntos como la documentaci¨®n necesaria para la escolarizaci¨®n de los menores y la b¨²squeda de plazas. Tambi¨¦n se ofrece una preparaci¨®n para el reencuentro. "Muchos de ellos no han visto a sus hijos en a?os y toman la decisi¨®n de traerlos porque ven su futuro aqu¨ª. Les interesa que sus hijos arraiguen", se?ala Rend¨®n. Tambi¨¦n es una oportunidad para que ellos hagan deberes pendientes: muchos padres encuentran en el aprendizaje del catal¨¢n un punto de encuentro con sus hijos, explica la directora del programa.

Seg¨²n un estudio interno de la Direcci¨®n de Inmigraci¨®n, el porcentaje de j¨®venes que no logran trabajar o estudiar es inferior entre quienes han participado en el programa (23% y 13%, respectivamente). Rend¨®n cree que la dimensi¨®n de un trabajo as¨ª trasciende a los chicos. "El beneficiario es la ciudad", remacha.