Ollanta y la extra?a familia
Ollanta Humala asumir¨¢ ma?ana la presidencia de Per¨², el segundo ind¨ªgena elegido democr¨¢ticamente para el cargo, aunque en realidad es el primero porque su antecesor Alejandro Toledo quer¨ªa ser pos-racial. Y el pa¨ªs se pregunta cu¨¢l de los diversos Humalas que ha encarnado desde su derrota ante Alan Garc¨ªa en 2006, entonces chavista y hoy centrista escolarizado, jurar¨¢ la Constituci¨®n. Pero la disyuntiva estar¨ªa mejor representada si se habla de antiguo o moderno, lo que no quiere decir a priori ni bueno ni malo, como demuestran la veterana Ilustraci¨®n y el nov¨ªsimo terrorismo internacional. En esa pesquisa ve¨¢se la familia.
Su padre, Isaac Humala, fund¨® el etnocacerismo, creencia m¨¢s que ideolog¨ªa que se encomendaba al mariscal Avelino C¨¢ceres, h¨¦roe de la guerra contra Chile (1879-83), y pronunciaba una lapidaria invocaci¨®n: "Am¨¦rica para los americanos". Pero solo para los cobrizos. No hace mucho se habr¨ªa tachado ese credo de antediluviano, pero la elevaci¨®n de Evo Morales a la presidencia de Bolivia lo actualiza. Su hermano Antauro fue condenado a 25 a?os de c¨¢rcel por una sangrienta asonada en 2005, conocida como el Andahuaylazo por la localidad en la que su tropilla asalt¨® una comisar¨ªa de polic¨ªa. El golpismo parec¨ªa definitivamente desterrado de Am¨¦rica, pero el derrocamiento del presidente hondure?o Manuel Zelaya en 2009 aconseja moderar todo optimismo. Otro hermano, Alexis, se present¨® recientemente en Mosc¨² como enviado de Humala con autoridad para firmar acuerdos, lo que tuvo que desmentir con precipitaci¨®n embarazosa el hermano presidente. Y eso es tan antiguo como moderno, porque la explotaci¨®n de la familia no desaparecer¨¢ jam¨¢s del mundo cat¨®lico latino. El elemento, con todo, m¨¢s significativo de esas interioridades es la esposa, Nadine Herrera, de la que un cable -Wikileaks- de la Embajada norteamericana dec¨ªa que era "el cerebro radical tras Humala". Modernidad a tope, puesto que el papel de eminencia gris parec¨ªa reservado al hombre.
Conocidas las pol¨ªticas de Ch¨¢vez, Morales y Correa, el presidente de Per¨² a¨²n tiene que definirse
El Ollanta Humala que gan¨® las elecciones parece, sin embargo, otra persona. Sus dos grandes asesores de campa?a, Luis Favre y Valdemir Garreta, sirvieron al presidente Lula, el inventor de la derecha de la izquierda, y fueron quienes lo indujeron a mudar de polo rojo a traje y corbata, y aqu¨ª s¨ª que el h¨¢bito seguramente hace al monje, en medio tan ic¨®nico como Am¨¦rica Latina. Llama tambi¨¦n la atenci¨®n que se haya revelado como "cat¨®lico comprometido", al igual que el presidente ecuatoriano Rafael Correa y el propio l¨ªder bolivariano Hugo Ch¨¢vez, lo que ya es moda en este siglo XXI. Y los dos primeros nombramientos econ¨®micos, Luis Castilla, viceministro de Hacienda con Alan Garc¨ªa, y Julio Velarde, ratificado como presidente del Banco Central, son un b¨¢lsamo para todos los que hicieron caer la Bolsa el d¨ªa de su triunfo electoral.
Ollanta Humala tendr¨¢ que conciliar extremos. En primera vuelta un 65% de peruanos se declaraban irrevocablemente contrarios al excomandante, y si derrot¨® a Keiko Fujimori tuvo que ser por el respaldo -aunque fuera tap¨¢ndose la nariz- de Alejandro Toledo y Mario Vargas Llosa. Los que le votaron lo hicieron para que atacara problemas como ese 20% de familias que carece de agua potable, sanitarios o electricidad; un exiguo gasto social del 8% del PIB, cuando en Chile es del 19% y en Brasil del 26%; y, con el 9%, la recaudaci¨®n fiscal m¨¢s deprimente del mundo andino. Y esa s¨ªntesis, signo de modernidad, habr¨ªa de estar coronada por un imprimatur de buen comportamiento internacional. ?Pero es posible semejante cuadratura del c¨ªrculo? Como dice Alejo Mir¨® Quesada, principal¨ªsimo periodista peruano y expresidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP): "La desconfianza la azuzan sus socios pol¨ªticos, aquellos del grupo original que lo lanz¨® a la presidencia, de los que muchos son de una tendencia comunista a la antigua, como Patria Roja o sindicatos como SUTEP -vinculado a la ense?anza-, que exigen poder para saciar sus apetitos ideol¨®gicos".
Los ejemplos de la familia pol¨ªtica a la que pertenec¨ªa Humala en su primera aventura electoral son variados pero con fondo com¨²n. El presidente venezolano, Hugo Ch¨¢vez, suena antiguo por su caudillismo e incluso prehist¨®rico cuando invoca a Maisanta, un guerrillero revolucionario del pasado, pero es eterno por su carisma contempor¨¢neo; Evo Morales, con su revoluci¨®n ind¨ªgena, no es moderno ni antiguo, sino que habita, astralmente, en otra dimensi¨®n; y Rafael Correa, al que su car¨¢cter tecn¨®crata avecindaba a la modernidad, parece hoga?o decidido a refugiarse en un autoritarismo secular.
Entre tan extra?a y heterog¨¦nea familia, Ollanta Humala a¨²n tiene que elegirse. Per¨² espera.
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