Ni la crisis ni las reformas son solo econ¨®micas
Desde la crisis del a?o 8, la econom¨ªa ha dominado todos los debates. Tanta preponderancia se ha acentuado en Espa?a, donde su impacto ha sido enorme por la explosi¨®n de la burbuja inmobiliaria y por el volumen de paro, especialmente el juvenil. Su predominio ha campeado asimismo en el debate social y en la contienda pol¨ªtica: si, en la campa?a 2008, ZP pudo afearle a Rajoy que nunca le hubiese preguntado por el paro (s¨ª sobre la unidad de Espa?a y la lucha antiterrorista), en 2012 nos habremos deslizado al rinc¨®n opuesto del cuadril¨¢tero: no se habla de otra cosa y as¨ª ser¨¢, presumiblemente, en la campa?a. De modo que, en un contexto tan opresivo, hemos propendido a asumir que la izquierda deba ante todo concentrarse en las magnitudes financieras (la prima de riesgo, el d¨¦ficit), no solo en la acci¨®n sino en el discurso, dando por indiscutible que es "lo ¨²nico que importa": en la crisis, todo es crisis y no hay nada m¨¢s que crisis.
Demos a los m¨¢s j¨®venes la oportunidad de imprimir su propia huella en la Constituci¨®n
La dieta de anorexia fiscal no puede funcionar. Impide el empleo
Y, sin embargo, hay buenas razones para pensar que este enfoque es un error. Se?alar¨¦ al menos tres. La primera tiene que ver con la presunci¨®n socialmente extendida de que el PP gestiona mejor la econom¨ªa, y por tanto nos sacar¨¢ mejor y antes de la crisis. No hay que allanarse en este frente: no solo porque no fue verdad que la anterior bonanza llegase de la mano del PP (hab¨ªa arrancado en 1994 con el ministro Solbes), sino porque la gesti¨®n econ¨®mica y presupuestaria del primer Gobierno ZP 2004-2008 fue mucho m¨¢s eficiente, saneada y equitativa que la del Gobierno Aznar de la mayor¨ªa absoluta: no s¨®lo previ¨® mejor los ingresos y los gastos (y la inflaci¨®n y el crecimiento), presupuest¨® mejor y liquid¨® mejor, asegurando super¨¢vit durante cuatro a?os, sino que promovi¨® la igualdad como factor de eficiencia (la promoci¨®n de la mujer) y la ayuda a las familias como marchamo real (que no es marchar con los obispos en manifestaciones contra las leyes democr¨¢ticas, sino promover las becas, la emancipaci¨®n de los j¨®venes, la conciliaci¨®n de la vida laboral y familiar y bajas de maternidad y de paternidad). En rigor, ante esta crisis, el PP se ha limitado a practicar una suerte de pensamiento performativo (por el que pretende, por su solo enunciado, modelar la realidad): seg¨²n su f¨®rmula, "solo saldremos de la crisis cuando gobierne el PP", condici¨®n necesaria y suficiente para que la confianza de los mercados decida "indultar" a Espa?a. Dicho ir¨®nicamente, solo "cautivo y desarmado el Gobierno ZP", la "desconfianza de los mercados habr¨¢ alcanzado sus ¨²ltimos objetivos"... y la prosperidad regresar¨¢ m¨¢gicamente de la mano del PP. Ergo el PP es el milagro: la crisis se disolver¨¢ porque dejar¨¢ de hablar de ella. Aquietarse a esta falacia es ya una victoria moral, propagand¨ªstica y pol¨ªtica de la derecha, que no podemos conceder.La segunda raz¨®n tiene que ver con la evidencia de que esta crisis es m¨¢s dura, m¨¢s profunda y perdurable que ninguna otra anterior. No vamos a salir de ella sin un discurso moral y pol¨ªtico parejo a su envergadura: no admite recetas agotadas (urbanismo depredador, endeudamiento y corrupci¨®n), sino una nueva actitud ante el bienestar: habr¨¢ de ser inteligente y globalmente solidario, y ya no podr¨¢ basarse en el consumo incremental y el endeudamiento insostenible, dado que estos ingredientes han demostrado encerrar las peores pulsiones suicidas de un capital financiero divorciado del productivo. En otras palabras: no vamos a salir de esta crisis con medidas instant¨¢neas y de efecto milagroso, No hay plan Pons en 7 d¨ªas; no esta vez. La prueba palmaria es Portugal, donde la derecha, reci¨¦n arribada al Gobierno, experimenta el ricino de su propia medicina viendo c¨®mo esas agencias con cuyos dicterios descalificaba al Gobierno S¨®crates ahora rebajan su deuda al nivel de bono basura, sin reparar en el destrozo que eso hace a los portugueses y al conjunto de Europa.
Pero hay una tercera raz¨®n: nunca ha sido verdad que "en la crisis" todo es crisis y no haya m¨¢s que crisis, en modo que solo podamos hablar de ella y bregar hasta que "los mercados" levanten el toque de queda. Para empezar, porque reducirla a un recital de magnitudes macroecon¨®micas y financieras muestra hasta qu¨¦ punto no se ha entendido nada de esta crisis. Precisamente porque esta no se incub¨® simplemente en los "fallos del mercado" sino en los fallos de la pol¨ªtica. Y justamente porque no vamos a salir de esta en cuatro d¨ªas -aunque es impepinable que s¨ª, saldremos de esta-, debemos recuperar la pol¨ªtica. Porque la crisis es pol¨ªtica y ha medrado por acci¨®n, por omisi¨®n y defecto de pol¨ªtica. Porque solo la pol¨ªtica puede sacarnos de ella: m¨¢s europea, m¨¢s democr¨¢tica, m¨¢s social, m¨¢s justa, m¨¢s equitativa, m¨¢s distributiva de las cargas y redistributiva de recursos y bienes escasos, m¨¢s solidaria e integradora.
La indignaci¨®n y las protestas que han sacudido a Europa ponen de manifiesto que las revoluciones tecnol¨®gicas y las nuevas herramientas de la informaci¨®n y la comunicaci¨®n han puesto en pie a millones de ciudadanos en movilizaciones que no son, en modo alguno, antipol¨ªticas: son genuina y rabiosamente pol¨ªticas. Aprendamos de una vez: la gente no es tonta; se informa, se esfuerza por comprender. Los ciudadanos no son ignaros que bracean su impotencia y frustraci¨®n en la oscuridad de los males que los acucian: se forman un juicio con sus propios medios y con su propio esfuerzo. Saben que la estrategia de la austeridad a todo coste es equivocada y no puede funcionar. Saben que a los griegos se les est¨¢n imponiendo sacrificios inasumibles en plazos imposibles. Y que si es cierto que los Gobiernos deben asumir sus responsabilidades, tambi¨¦n lo es que los ciudadanos no son pecadores que deban purgar sus culpas con penitencias lacerantes. Y saben, sobre todo, que la dieta de anorexia fiscal que se les est¨¢ imponiendo no puede funcionar, puesto que impide el crecimiento y el empleo. De modo que saben tambi¨¦n que los rescates no est¨¢n dise?ados para ayudar a los griegos sino a los tenedores de la deuda griega, los bancos franceses y alemanes. Los ciudadanos saben que no es aceptable, ni cierto, el discurso lapidario de que "no hay alternativa" a los ajustes impuestos, lo que equivale a decir que ya no hay espacio para la(s) pol¨ªticas(s) como deliberaci¨®n entre opciones disponibles, es decir, alternativas. Y los ciudadanos reclaman que la pol¨ªtica cuente.
Hablemos, pues, de pol¨ªtica(s), y hag¨¢moslo en esta crisis: reformas institucionales, mejoras democr¨¢ticas, reformas electorales, refuerzos de los controles y las responsabilidades son parte de su soluci¨®n. Perdamos de una vez el miedo a las reformas constitucionales, tantas veces aventadas como luego neutralizadas o desactivadas sin habernos siquiera atrevido a afrontar los tab¨²es que pretenden que todo lo que sea tocar el marco de reglas de juego amenaza con romperlo, puesto que, supuestamente, los espa?oles no habr¨ªamos aprendido todav¨ªa a convivir en plenitud y madurez democr¨¢tica.
Hagamos pol¨ªtica en la crisis y hablemos de una vez de reformas constitucionales, ahora que millones de j¨®venes nos dicen, voz en grito en la calle, que est¨¢n hartos de un statu quo manifiestamente mejorable, en cuya confecci¨®n no pudieron biogr¨¢ficamente involucrarse (puesto que en la transici¨®n ni siquiera hab¨ªan nacido), no ya digamos recabar ninguna participaci¨®n ni menos a¨²n protagonismo. Como dej¨® escrito Jefferson, "toda Constituci¨®n pertenece a las generaciones vivas". Demos a los m¨¢s j¨®venes la oportunidad hist¨®rica de imprimir su propia huella dactilar en el desbloqueo del hartazgo que recorre Espa?a. No es solo la crisis y el paro, insisto, es tambi¨¦n, y sobre todo, m¨¢s que nunca, la hora de las reformas pol¨ªticas.
Juan F. L¨®pez Aguilar es presidente de la Delegaci¨®n Socialista espa?ola en el Parlamento Europeo.
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