Un extranjero en el Ed¨¦n gallego
O Baixo Mi?o es el mayor productor de mirabel del Estado desde hace 75 a?os
Una vieja morera resiste frente al hoy ruinoso edificio de la escuela de Fornelos, en O Rosal. El D¨ªa del Libro de 1922, los alumnos de Jos¨¦ S¨¢nchez Garc¨ªa la hab¨ªan plantado para alimentar a los gusanos de seda que su maestro les hab¨ªa ense?ado a criar. La aparici¨®n de aquel mozo de habla ilustrada y acento castellano hab¨ªa convertido la rutina diaria de unos ni?os abocados a convivir con la azada y el remo en una revolucionaria experiencia did¨¢ctica. El mismo joven que, a?os despu¨¦s, har¨ªa del mirabel una instituci¨®n.
Natural de una peque?a aldea de Soria, Jos¨¦ hab¨ªa aprobado las oposiciones a maestro en la Escuela Normal de Zaragoza. La falta de vacantes para las aulas de Magisterio lo hab¨ªan animado a solicitar plaza en un pueblo del rural, para no perder tiempo en esperas y comenzar cuanto antes con la ense?anza.
El fruto fue introducido en 1936 por un marino que visit¨® O Rosal
Los bajos precios y el desconocimiento del producto son obst¨¢culos a vencer
Entusiasta del campo y la agricultura, el recibimiento de una primavera de labrant¨ªos verdes y generosas cosechas hicieron el resto. Lo que parec¨ªa una aventura temporal deriv¨® en toda una vida de arraigo a O Rosal. Unas tierras que, tras la llegada del maestro y gracias, en buena medida, a su labor de alfabetizaci¨®n agr¨ªcola, pasaron a conocerse como la huerta y jard¨ªn de Galicia. Y es que con Jos¨¦ no solo se introdujo el cultivo de hortalizas y frutales en una comarca tradicionalmente entregada al ma¨ªz, la patata y la uva. Con ¨¦l lleg¨® tambi¨¦n, y sobre todo, una innovadora manera de entender la instrucci¨®n.
Convencido de la necesidad de incluir las pr¨¢cticas agr¨ªcolas en el curr¨ªculo de las escuelas rurales, Jos¨¦ alternaba la teor¨ªa en el aula con la praxis a pie de huerta, donde sus alumnos recib¨ªan nociones de poda o alimentaci¨®n del ganado y ensayaban las aplicaciones de los fertilizantes. Con esmero y un desbordante inter¨¦s, cada ni?o cuidaba su propia parcela de cultivo, sabiendo que, a cambio, brotar¨ªan de la tierra suculentos frutos que llevarse a la boca.
El m¨¢s exquisito arribar¨ªa a O Rosal en 1936 de la mano de un marino que, como si tratara de ayudar a completar un vergelde coleccionista, regala al maestro un mirabeleiro procedente de la Selva Negra. La hija de Jos¨¦, Mar¨ªa Consolaci¨®n, recuerda como los injertos realizados por su padre comenzaron a brotar "como una invasi¨®n" por las fincas de toda la comarca. El mirabel, una variedad de ciruela com¨²n en Francia y Alemania pero de desconocida existencia en Espa?a, hab¨ªa hallado en las tierras ¨¢cidas y soleadas del Baixo Mi?o las caracter¨ªsticas perfectas para su producci¨®n.
Su venta m¨¢s all¨¢ de las fronteras del valle pontevedr¨¦s se inicia en 1940, cuando el propio Jos¨¦ funda A Rosaleira, la primera empresa de conservas vegetales de Galicia, convirtiendo al mirabel en su producto estrella a trav¨¦s de su venta envasada y transformaci¨®n en mermeladas o licores. Ya en 2009 es la empresa Froitas do Rosal la que apuesta por la distribuci¨®n del mirabel en fresco y bajo la etiqueta de producci¨®n ecol¨®gica, conquistando un mercado en el que, seg¨²n Salvador Mart¨ªnez, administrador de la sociedad, "no tienen competidor".
En la campa?a de este a?o, las 30 hect¨¢reas de cultivo explotadas entre las dos empresas, han alcanzado los 30.000 kilos de producci¨®n, dando empleo a unas 100 personas, sobre todo mujeres, en una comarca en la que muchas familias dependenden de la agricultura. Sin embargo, las dificultades que atraviesa la horticultura gallega est¨¢n mermando las expectativas de crecimiento de un negocio con amplios mercados por conquistar pero que, incluso en Galicia, tiene que lidiar con el problema de su desconocimiento.
Como en muchas casas de la zona, Rosa ?lvarez aprovecha parte de su terreno para cultivar el mirabel a peque?a escala, tanto para su autoconsumo como para complementar ingresos. La crisis, el aumento de la oferta y el estancamiento, cuando no bajada, de los precios que cobran los agricultores por el fruto y su diferencia respecto del que despu¨¦s paga el consumidor impiden mayores ambiciones. Este a?o, en el que el precio medio del producto en origen ha sido de 0,70 euros el kilo, una tarrina de 500 gramos de mirabel fresco llega a alcanzar los 3,25 euros en el mercado. Un diferencial que ha provocado que muchos productores no hayan tenido m¨¢s remedio que dejar al fruto pudri¨¦ndose en los ¨¢rboles.
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