Tras el sue?o at¨®mico de la URSS
Entre todos los territorios que pertenecieron a la URSS, el expol¨ªgono de pruebas nucleares de Semipal¨¢tinsk, al noreste de Kazajist¨¢n, es posiblemente el que mejor refleja el poder y a la vez la ruina del imperio sovi¨¦tico. All¨ª, bajo la direcci¨®n del f¨ªsico ?gor Kurch¨¢tov, el 29 de agosto de 1949 hizo explosi¨®n la primera bomba at¨®mica de la URSS. La superpotencia alternativa as¨ª nacida iba a asegurar un nuevo equilibrio estrat¨¦gico y a plantear a EE UU un concepto de la guerra sin victoria posible.
De las 714 pruebas nucleares realizadas por la URSS, 467 se hicieron en Semipal¨¢tinsk. La ¨²ltima bomba en las estepas kazajas explosion¨® en 1989, siendo Mija¨ªl Gorbachov el m¨¢ximo dirigente de la URSS. Pero para la historia oficial, el pol¨ªgono se clausur¨® el 29 de agosto de 1991 en virtud de un simb¨®lico decreto de Nursult¨¢n Nazarb¨¢yev, por entonces el m¨¢ximo dirigente de la rep¨²blica sovi¨¦tica de Kazajist¨¢n. En v¨ªsperas del 20? aniversario de aquella fecha, El PA?S recorri¨® Semipal¨¢tinsk, desde Kurch¨¢tov, la ¨²nica ciudad, en el noreste, hasta Myrzhyk, una aldea en la frontera sudoeste, pasando por el ?pitnoe Pole, el campo de pruebas donde en 1949 hizo explosi¨®n aquella primera bomba. Aquel pol¨ªgono secreto es hoy un inquietante entorno de libertad donde es posible refugiarse en un b¨²nker, asomarse a los embudos producidos por las explosiones at¨®micas en el terreno, vagabundear a tientas entre restos de cesio o plutonio o cruzarse con una manada de caballos robados.
Aquel pol¨ªgono secreto es hoy un inquietante entorno de libertad donde vagabundear entre cesio o plutonio
De las 714 pruebas nucleares realizadas por la URSS, 467 se hicieron en Semipal¨¢tinsk. La ¨²ltima explot¨® en 1989
"No hay trabajo. No hay diversi¨®n. Ni transporte, ni m¨¦dico. Myrzhyk no es un lugar para vivir"
EE UU ayud¨® a sellar galer¨ªas y pozos, pero los lugare?os, ¨¢vidos de metal, reventaban los sellos de hormig¨®n
Los lugare?os sal¨ªan de sus casas y esperaban en la calle el resplandor y la nube en forma de hongo
Por su tama?o (18.500 kil¨®metros cuadrados), Semipal¨¢tinsk es comparable a un peque?o Estado. Para su administraci¨®n civil, est¨¢ dividido entre tres provincias distintas, pero en todo lo que se refiere a energ¨ªa at¨®mica depende del Centro Nuclear Nacional de Kazajist¨¢n (CNN). Kurch¨¢tov, el centro neur¨¢lgico del pol¨ªgono, est¨¢ situado en la ribera del Irtish y en el pasado tuvo la funci¨®n de "puente levadizo" para acceder a la "fortaleza" de Semipal¨¢tinsk. En los mapas sovi¨¦ticos, la ciudad figuraba con el nombre de Konechna (Final) porque aqu¨ª mor¨ªa la l¨ªnea f¨¦rrea. Tambi¨¦n se le llam¨® Semipal¨¢tinsk-21, por ser una de las localidades secretas y numeradas de Sredmash (Ministerio de Ingenier¨ªa de la Maquinaria Media), poderosa entidad responsable de la energ¨ªa at¨®mica de la URSS.
Kurch¨¢tov lleg¨® a tener entre 30.000 y 50.000 habitantes. Eran militares y cient¨ªficos de las mejores universidades del pa¨ªs, que llegaban atra¨ªdos por un trabajo interesante y unas buenas condiciones de vida. A cambio, ten¨ªan prohibido revelar d¨®nde estaban o qu¨¦ hac¨ªan. Hasta la instalaci¨®n de un locutorio p¨²blico en 1975, no pod¨ªan llamar por tel¨¦fono al exterior, seg¨²n recuerda Yuri Cherepn¨ªn, un f¨ªsico ruso llegado a Kurch¨¢tov en 1972.
Con sus barrios de casas en ruinas y tapiadas ventanas, sus calles fangosas o polvorientas, Kurch¨¢tov desazona a los forasteros. Sus residentes, sin embargo, aseguran que la ciudad ha mejorado tras la postraci¨®n y ¨¦xodo de los noventa. Tiene cerca de 12.000 habitantes y asocia su futuro a las instituciones aqu¨ª ubicadas, relacionadas en su mayor¨ªa con la energ¨ªa nuclear. Del CNN depende el Instituto de la Seguridad de la Radiaci¨®n y Ecolog¨ªa (ISRE), el parque tecnol¨®gico y el Tokamak, un reactor de fusi¨®n experimental conjunto con Rusia, en el que j¨®venes especialistas kazajos aspiran a continuar, con fines pac¨ªficos, la tradici¨®n cient¨ªfica de la URSS.
En los dos complejos de reactores nucleares de Semipal¨¢tinsk, el CNN modela espectaculares accidentes que podr¨ªan ocurrir en centrales nucleares. Jap¨®n es uno de sus clientes. "En Fukushima sucedieron los procesos que estudiamos aqu¨ª y por eso los japoneses est¨¢n muy interesados en nuestros resultados, que servir¨¢n para construir nuevos tipos de reactores", se?ala Kairat Kadyrzh¨¢nov, el director del CNN.
Tiene Semipal¨¢tinsk sus regiones, cada una con sus caracter¨ªsticas: a 70 kil¨®metros de Kurch¨¢tov est¨¢ el ?pitnoe Pole, el campo de pruebas de 20 kil¨®metros de di¨¢metro, con sus torres fortificadas para medir la intensidad de las explosiones al aire libre. M¨¢s lejos est¨¢n los campos de Balap¨¢n y de Sary-Uz¨¦n, donde las cargas se hac¨ªan estallar en pozos verticales. En el sur est¨¢ Deguel¨¦n, donde las pruebas se hac¨ªan en galer¨ªas horizontales excavadas en las faldas de las monta?as; Atomkol es un bell¨ªsimo lago radiactivo de 400 metros de di¨¢metro y 100 de profundidad, producto de una explosi¨®n pac¨ªfica en la confluencia de los r¨ªos Aschi-su y Shag¨¢n. Hay en Semipal¨¢tinsk un b¨²nker en ruinas al que llaman "la estaci¨®n de metro" por estar destinado a probar el impacto de un ataque nuclear sobre el transporte subterr¨¢neo de una gran ciudad.
El pol¨ªgono es rico en minerales, y empresas supervisadas en teor¨ªa por el CNN explotan con m¨¢s o menos beneficio minas de carb¨®n, oro, cobre o manganeso. El paisaje inmenso est¨¢ salpicado de zimovki, agrupaciones de cobertizos y refugios para que los pastores pasen el invierno. Decenas de miles de cabezas de ganado (vacas y ovejas sobre todo) pacen por estas estepas y su carne llega a los mercados sin ser sometida a an¨¢lisis de radiactividad, afirma alguien que ha participado en el sacrificio y venta de reses en las cercan¨ªas de Semipal¨¢tinsk.
Las fronteras de esta peculiar zona est¨¢n hoy bien trazadas en los mapas, pero son difusas sobre el terreno. Los alambres de espino que cerraban el paso y los letreros advirtiendo de la contaminaci¨®n radiactiva han corrido la suerte de otros objetos susceptibles de ser vendidos como chatarra. De las galer¨ªas que albergaron las bombas han desaparecido tubos, vigas y cables, y de los campos de pruebas, los tanques, aviones y motores fundidos por los efectos de las explosiones. El saqueo ha limpiado el paisaje de cad¨¢veres met¨¢licos. Los lugare?os aseguran que gran parte de esta carga envenenada ha ido a parar a China.
El pol¨ªgono viv¨ªa la l¨®gica de la guerra fr¨ªa hasta que lleg¨® al poder Mija¨ªl Gorbachov, y con ¨¦l, la transparencia informativa y los acuerdos de desarme con EE UU. Gorbachov declar¨® dos moratorias a las pruebas nucleares, y el movimiento ecologista Nevada-Semipal¨¢tinsk, fundado por el poeta kazajo Olzh¨¢s Suleim¨¦nov, se puso a la cabeza de los ciudadanos indignados por haber sido expuestos a las explosiones. En 13 ocasiones, los gases radiactivos contaminaron la atm¨®sfera, y cerca de 1,2 millones de personas se vieron afectadas por ellos, seg¨²n datos del Gobierno kazajo.
Al derrumbarse el imperio, los generales sovi¨¦ticos se resistieron a abandonar sus villas coloniales a orillas del Irtish y propusieron asumir la vigilancia de Semipal¨¢tinsk y transformar el pol¨ªgono en un centro de investigaciones sobre seguridad. El presidente Nazarb¨¢yev se neg¨®. Semipal¨¢tinsk, s¨ªmbolo del mal, no pudo acogerse a una f¨®rmula de alquiler como las que prolongan hasta hoy la presencia rusa en el cosm¨®dromo de Baikanur o en el pol¨ªgono de misiles bal¨ªsticos de Sari Shag¨¢n.
En 1993, Kazajist¨¢n se uni¨® al Tratado de No Proliferaci¨®n como potencia no nuclear, y en 1994, los ¨²ltimos soldados de la unidad n¨²mero 52605 de la URSS abandonaron Semipal¨¢tinsk, ya como militares rusos. "Se marchaban sin saber ad¨®nde, furiosos contra todo y contra todos. Saquearon el aeropuerto de Kurch¨¢tov y quemaron el club de oficiales", recuerda en Mosc¨² Yuri Cherepn¨ªn. "Todos los servicios de Kurch¨¢tov hab¨ªan dejado de funcionar. El fr¨ªo era terrible, el ¨¦xodo de los especialistas pon¨ªa en peligro el funcionamiento de los reactores", cuenta el f¨ªsico, consagrado entonces al dise?o de un reactor para viajes c¨®smicos.
Los supervivientes de aquel cataclismo se movilizaron: repararon la infraestructura vital, organizaron clases de matem¨¢ticas y f¨ªsica para reemplazar a los maestros desertores y mantener la moral, prosigue Cherepn¨ªn. Los kazajos ¨¦tnicos, columna vertebral del nuevo Estado, eran a¨²n minor¨ªa en Kurch¨¢tov. Nazarb¨¢yev entendi¨® que deb¨ªa mantener a los especialistas eslavos n¨¢ufragos del imperio nuclear y garantiz¨® un presupuesto de subsistencia a Semipal¨¢tinsk. En 1995, con ayuda rusa, se desactiv¨® la ¨²ltima carga at¨®mica, que hab¨ªa quedado en una galer¨ªa de Delegu¨¦n lista para explosionar en 1990. "Durante un a?o, aquella bomba ni siquiera se vigil¨®", cuenta Dmitri Kalmykov, director del Museo Ecol¨®gico de Karagand¨¢. En los agitados a?os noventa, en Semipal¨¢tinsk se habr¨ªa podido robar material para una bomba sucia, pero "hab¨ªa otros sitios m¨¢s accesibles", puntualiza Cherepn¨ªn, que ahora es un alto cargo en una empresa de Rosatom (la entidad responsable de la energ¨ªa at¨®mica en Rusia).
Por temor a que restos de uranio o plutonio cayeran en manos de terroristas, EE UU asumi¨® tareas que hubieran correspondido a Rusia y ayud¨® a sellar las galer¨ªas y pozos de Semipal¨¢tinsk. Pero los lugare?os, ¨¢vidos de metal, "desarrollaron toda una tecnolog¨ªa, basada en bombonas de gas dom¨¦stico, para reventar los sellos de hormig¨®n armado de 50 metros de longitud", explica Kadyrzh¨¢nov.
Seg¨²n el director del CNN, en los ¨²ltimos dos a?os las medidas de seguridad se han reforzado, sobre todo en Deguel¨¦n, que es la zona m¨¢s contaminada y en torno a la cual se han creado "tres barreras de defensa" (verjas, sensores y aviones no pilotados). En el pol¨ªgono hay un destacamento especial de 500 hombres que, seg¨²n Kadyrzh¨¢nov, puede acudir a cualquier punto en un m¨¢ximo de hora y media. Aparte de sellar t¨²neles, el CNN almacena los restos de plutonio en c¨¢psulas o bajo capas de hormig¨®n armado.
El ISRE se encarga de medir la contaminaci¨®n en Semipal¨¢tinsk. Sergu¨¦i Lukashenko, su director, es partidario de adaptar la "frontera administrativa" del pol¨ªgono a la situaci¨®n radiol¨®gica real e impulsa un proyecto para devolver a la explotaci¨®n econ¨®mica casi 3.000 kil¨®metros cuadrados en la zona del norte, aparentemente m¨¢s limpia que el resto. La poblaci¨®n desconf¨ªa y est¨¢ dividida.
"Aqu¨ª el agua subterr¨¢nea sale a la superficie y hay una enorme concentraci¨®n de tritio. Esta zona habr¨ªa que incluirla en el pol¨ªgono, y cuanto m¨¢s pronto, mejor", dice Lukashenko se?alando un punto en el Este, cerca del r¨ªo Shag¨¢n. Si sus ideas se materializan, Semipal¨¢tinsk dejar¨ªa de ser una regi¨®n compacta para convertirse en un archipi¨¦lago de islotes contaminados.
A algunos les preocupan las actividades mineras, sobre todo cerca de los pozos y galer¨ªas de pruebas nucleares. Dmitri Kalmykov advierte que alrededor de algunos pozos la tierra se ha hundido, socavada por la combusti¨®n del carb¨®n del subsuelo. En Deguel¨¦n, las concentraciones de radion¨²clidos artificiales en las aguas subterr¨¢neas multiplican varias veces los valores m¨¢ximos permitidos para el agua potable en estroncio-90, cesio-137 y plutonio-239 y 240, seg¨²n un estudio del ISRE.
En el museo de Kurch¨¢tov se guarda el tablero de mandos de una prueba nuclear, un modelo de 1955 con sus indicadores, su tel¨¦fono y dos llaves para activar el experimento o frenarlo antes de que fuera irreversible. Sumergidos en formol, flotan ¨®rganos de animales sacrificados para comprobar el efecto de la radiaci¨®n sobre organismos vivos, explica el director del museo, Yuri Strilchuk, un ucranio de origen que lleg¨® aqu¨ª como oficial sovi¨¦tico en 1990.
En Kurch¨¢tov hab¨ªa un criadero de monos cobayas que est¨¢ hoy en ruinas, al igual que dos de los tres pabellones del hospital militar. Los servicios de la sanidad p¨²blica, donde los hay, no tienen dos¨ªmetros. Para medir la radiaci¨®n acumulada por sus organismos, los lugare?os tienen que ir a Sem¨¦y (a 130 kil¨®metros de aqu¨ª) o convertirse en objetos en las investigaciones del ISRE. Varias personas se quejan de haber sido sometidas a revisiones cuyos resultados no llegaron a conocer. Otras opinan que los humanos se acostumbran a la radiaci¨®n o que su efecto se puede combatir con vodka o la cocci¨®n de los alimentos.
Para compensar por el deteriorado entorno ecol¨®gico, el Gobierno paga a los ciudadanos en edad laboral un exiguo suplemento salarial dependiente del nivel de contaminaci¨®n en el lugar de residencia. En Koktob¨¦, el centro administrativo del distrito de Mayski, el doctor Baibolat Kazb¨¦kov ha observado un elevado n¨²mero de anemias y un aumento de los casos de hiperton¨ªa y de los problemas circulatorios entre los j¨®venes. "Para saber m¨¢s deber¨ªamos poder medir la dosis radiactiva acumulada", afirma.
En el pueblo de Mayskoe, de 700 habitantes y zona clasificada como de m¨¢ximo nivel de radiaci¨®n tolerable, hay varias familias con v¨ªctimas reconocidas. La maestra jubilada Nurbib¨¢ Zhan¨¢kova vive con su hija Almagul, deficiente mental nacida en 1970. Los pastores Aigul y Beisenbek Zholdasp¨¦kov, con su hija Bajitkul, de 24 a?os, tambi¨¦n deficiente mental. Ambas reciben pensiones de alrededor de 200 tengues al mes.
Desde Kurch¨¢tov hasta Myrzhyk hay 120 kil¨®metros de camino. Nos paramos en el ?pitnoe Pole al atardecer. Antes nos hemos cruzamos con un cami¨®n cargado de chatarra, y minutos despu¨¦s, con el coche de una patrulla policial ajena o indiferente al cami¨®n sospechoso. Las torres fortificadas se recortan como fantasmas en el horizonte. En decenas y hasta centenares de kil¨®metros a la redonda, los m¨®viles no funcionan. El silencio es total y las hierbas silvestres desprenden un intenso aroma.
Las explosiones nucleares a cielo abierto, prohibidas en 1963, se ve¨ªan a decenas de kil¨®metros. Por eso, los campesinos maduros tienen recuerdos coincidentes en el este y en el oeste de Semipal¨¢tinsk. Llegaban los militares y les ped¨ªan que salieran de sus casas. Los lugare?os extend¨ªan sus alfombras en la calle y esperaban hasta que se produc¨ªa un gran resplandor, una estruendosa explosi¨®n y una nube en forma de hongo. Temblaban las casas y tintineaba la vajilla. Al d¨ªa siguiente, los soldados volv¨ªan a reparar las puertas y ventanas salidas de quicio.
Myrzhyk fue una estaci¨®n de postas del imperio zarista y la secci¨®n de un sovjos (explotaci¨®n agr¨ªcola colectiva) en la ¨¦poca sovi¨¦tica. Durante la colonizaci¨®n de las tierras v¨ªrgenes impulsada por Nikita Jruschov, se asentaron en el pueblo muchos rusos, ucranios y alemanes que cultivaban extensos trigales. Ahora Myrzhyk es un entorno marginal dentro de lo marginal. Tiene una cincuentena de habitantes y es parte del distrito que dirige Aliy¨¢ Nurki¨¦nova desde Ab¨¢y, una localidad de algo m¨¢s de 600 personas a unos 30 kil¨®metros del pueblo. Nurki¨¦nova, que nos ha llevado en su coche a trav¨¦s de Semipal¨¢tinsk, es una de las pocas mujeres nombradas akim (gobernador o alcalde) en Kazajist¨¢n. Incansable y con gran capacidad organizativa, Nurki¨¦nova apaga los incendios de la estepa en verano y manda los tractores a quitar la nieve que a¨ªsla Myrzhyk en invierno. Aliy¨¢ vive de espaldas a la radiaci¨®n, aunque cree que la muerte de su hermana gemela de c¨¢ncer y la par¨¢lisis cerebral de una hija, ya fallecida, pueden estar relacionadas con las pruebas nucleares. Aliy¨¢ desear¨ªa que Ab¨¢y volviera a tener un m¨¦dico, pero ning¨²n doctor quiere sustituir al que march¨® hace seis a?os. En Ab¨¢y tampoco hay un dos¨ªmetro.
En Myrzhyk viven la pareja formada por Tolesh y Maral Zharkib¨¢yev. En ocasiones, Tolesh recorre a pie la treintena de kil¨®metros que le separan de su trabajo, en una mina de manganeso dentro del pol¨ªgono. Por la ley de la oferta y la demanda, su sueldo se ha ido reduciendo hasta 29.000 tengues (145 euros) por barrenar la roca de sol a sol en turnos de quince d¨ªas.
A la casa de los Zharkib¨¢yev, desde Karagand¨¢, han llegado Alexandr y Vitali, que estudian la posible incorporaci¨®n de Myrzhyk a una ruta de turismo ecol¨®gico a trav¨¦s de Semipal¨¢tinsk. En busca de paisajes atractivos, Tolesh hace de gu¨ªa por el pol¨ªgono. A una veintena de kil¨®metros encontramos una especie de cr¨¢ter con agua estancada y un socav¨®n junto al cual yace un voluminoso cono de hormig¨®n atravesado por cables. Se trata, por as¨ª decirlo, de un fragmento de la tapadera de una explosi¨®n subterr¨¢nea. El metal que enfundaba el conjunto ha desaparecido. Vitali registra las coordenadas del lugar en su GPS. Escenarios como este podr¨ªan ser parte de la ruta Back in the USSR ampliada, si los Zharkib¨¢yev aceptan colaborar con Nomadic Travel.
En Myrzhyk no hay agua corriente y los servicios est¨¢n en una caseta en el descampado. "La vida aqu¨ª son vacas, corderos y fogones. No hay trabajo. No hay diversi¨®n. No hay transporte, ni tienda, ni m¨¦dico. No es un lugar para vivir", dice Aksunkar. De paso en el pueblo, esta mujer de 30 a?os trata de convencer a su padre viudo de que se traslade a la ciudad. En la escuela de Myrzhyk se imparten solo cuatro a?os de primaria. Por eso, Inkar, una chica lista de nueve a?os, ir¨¢ a estudiar a Karagand¨¢ en septiembre.
Los planes tur¨ªsticos para Semipal¨¢tinsk desasosiegan a la antrop¨®loga norteamericana Magdalena Stawkowski, que ha vivido medio a?o en Myrzhyk: "Los turistas visitar¨¢n un pueblecito junto al pol¨ªgono, pagar¨¢n por el alojamiento y luego se marchar¨¢n dejando que sus habitantes sigan comiendo sus alimentos contaminados, que apaguen fuegos e inhalen sus part¨ªculas radiactivas. Hay algo desagradable en todo esto. Habr¨ªa que dar servicios m¨¦dicos y sociales adecuados a los campesinos y no exhibirlos como a los monos del zoo", afirma. En un informe de 2008, el ISRD propone explorar otra opci¨®n de futuro, la de incluir Semipal¨¢tinsk en la lista de la herencia cultural de la Unesco.
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