Pluralismo y cohesi¨®n territorial
Ha bastado la confirmaci¨®n de que el PP gobernar¨¢ ?lava, Bildu Gipuzkoa y el PNV, Bizkaia para que los augures de la ingobernabilidad de Euskadi -llevan m¨¢s de treinta y cinco a?os sin acertar- vuelvan a dar la matraca con la necesidad de una nueva Ley de Territorios Hist¨®ricos (LTH) que otorgue y traslade al Parlamento y al Gobierno vasco m¨¢s competencias, en especial las relacionadas con el r¨¦gimen fiscal. Dicen que Euskadi carece de "cohesi¨®n territorial", concepto para m¨ª de dif¨ªcil comprensi¨®n, y tras el que percibo un tufo totalitario, una a?oranza de un pa¨ªs uniforme, en el que los derechos y libertades del individuo se supeditan a ese objetivo, que sirve a su vez de excusa para toda clase de manipulaciones y de experimentos de ingenier¨ªa social. Porque, ?en qu¨¦ consiste la cohesi¨®n territorial, ese "hacer" o "construir pa¨ªs"? ?En que todos tengamos un mismo sentimiento de identidad, una ¨²nica lengua, una sola cultura, un ¨²nico titular del poder ejecutivo? ?Es eso lo que se persigue?. Entonces, al diablo con la cohesi¨®n territorial.
Con la coartada de la cohesi¨®n se ha generado un tejido tumoral pol¨ªtico y administrativo
Si alguien cree que todo es arcaico, inc¨®modo de administrar habr¨¢ que proponer otro Estatuto
No nos dejemos enga?ar. Cuando en este pa¨ªs alguien enarbola la bandera de la cohesi¨®n y de la construcci¨®n nacional, me pongo a temblar, porque s¨¦ que nos espera, o bien una imposici¨®n, o bien un despilfarro, o bien ambas cosas a la vez. Con esa maldita excusa se dise?a una pol¨ªtica que cercena el derecho a elegir la lengua de uso, que consume recursos cuantiosos y que busca, de hecho y pese a las bonitas palabras, que Euskadi sea euskald¨²n y el castellano un idioma m¨¢s, entre otros, como el ingl¨¦s. Con la excusa de "hacer pa¨ªs", estamos manteniendo una televisi¨®n aburrida, y carente de cualquier otro inter¨¦s que no sea el de ir infiltrando en la sociedad una ideolog¨ªa y una cultura nacionalista. Con la maldita coartada de la cohesi¨®n territorial se ha generado un tejido tumoral pol¨ªtico y administrativo que de hecho responde a un concepto clientelar y partidista de la pol¨ªtica. Y as¨ª en otras muchas materias y ¨¢mbitos.
A m¨ª me parece una bendici¨®n el reparto del poder pol¨ªtico en Euskadi, porque es signo de vitalidad democr¨¢tica, de un pluralismo efectivo, y garant¨ªa de libertad de los ciudadanos, tan diferentes entre nosotros, que vivimos en esta comunidad llamada Euskadi. Me parece una muestra de madurez c¨ªvica, y un desaf¨ªo a nuestros dirigentes para que aprendan a gobernar en esa diversidad que hace tan grande a este pa¨ªs tan peque?o en su dimensi¨®n superficial.
Hay mucha gente con mala memoria, o que s¨®lo se acuerda de lo que le conviene. Euskadi tiene un modelo institucional singular por la sencilla raz¨®n de que, desde hace siglos, exist¨ªan ya ?lava, Bizkaia y Gipuzkoa, con su propio r¨¦gimen jur¨ªdico-administrativo, con unas Instituciones privativas de gran arraigo y probada eficacia de gesti¨®n, con su Concierto Econ¨®mico. Los alaveses, vizca¨ªnos y guipuzcoanos votaron mayoritariamente integrarse en un proyecto pol¨ªtico com¨²n, pero bajo una condici¨®n esencial: conservar su autonom¨ªa, su r¨¦gimen jur¨ªdico, su Concierto y sus Instituciones. Part¨ªamos de una realidad incontestable: la considerable diversidad ling¨¹¨ªstica, cultural, social, econ¨®mica y geogr¨¢fica entre esos tres territorios. Diversidad que los resultados del 22-M vienen a ratificar, pese al adoctrinamiento nacionalista y a los intentos de asimilaci¨®n que se han producido en los ¨²ltimos treinta y cinco a?os, sin reparar en medios de todo tipo, y en su coste insoportable.
Las competencias de las Diputaciones forales, y en especial las tributarias, se derivan de la Disposici¨®n Adicional primera de la Constituci¨®n Espa?ola y del Estatuto de Autonom¨ªa. Es la Constituci¨®n la que establece la llamada "garant¨ªa institucional" de las Diputaciones y es el Estatuto de Autonom¨ªa el que, de manera inequ¨ªvoca y contundente, dibuj¨® el modelo confederal que rige en nuestra comunidad. Si ahora alguien cree que todo ello resulta arcaico, inc¨®modo de administrar o perjudicial para la econom¨ªa, habr¨¢ que proponer un nuevo Estatuto, con un contenido radicalmente diferente, pero que no podr¨¢ serlo hasta el extremo de dejar sin contenido la Disposici¨®n Adicional primera de la Constituci¨®n.
Pero si eso sucediese, puede que sean muchos los que, como yo, prefieran constituirse en Comunidad Foral uniprovincial. ?Qu¨¦ dir¨ªan entonces todos esos pont¨ªfices de la "cohesi¨®n territorial", de la naci¨®n vasca, que creen moderno y progresista repetir hasta el aburrimiento el mantra de "hacer pa¨ªs"?
No nos dejemos embaucar. Cuando se ataca el modelo institucional vasco desde supuestos argumentos de funcionalidad y eficacia -la mayor parte falsos y err¨®neos- nos ponen delante un se?uelo que encubre un prop¨®sito de "hacernos vascos y s¨®lo vascos" por las buenas o por las malas.
Y es que bajo el debate sobre cu¨¢l sea la manera m¨¢s adecuada de organizarse administrativamente, subyace el verdadero problema de fondo: si para respetar los derechos y libertades de los ciudadanos el modelo debe reconocer y adaptarse al pluralismo inequ¨ªvoco de nuestra sociedad, o si el mito de la construcci¨®n de la nacional justifica violentar y manipular esa realidad social previa para que coincida con la naci¨®n deseada. Ese es el verdadero debate, y esa es la disyuntiva a la que debemos de responder desde nuestra condici¨®n de ciudadanos con distintos sentimientos de identidad e ideas sobre c¨®mo vivir y realizarse aqu¨ª y ahora.
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