Obama declara una guerra implacable a las filtraciones
La Administraci¨®n persigue penalmente a cinco funcionarios
En el contexto de las filtraciones an¨®nimas del portal WikiLeaks, la Administraci¨®n del presidente Barack Obama se ha convertido en una implacable perseguidora de aquellos funcionarios que han compartido informaci¨®n clasificada con activistas o con reporteros. Mientras el soldado raso Bradley Manning, acusado de filtrar cables diplom¨¢ticos y militares, aguarda un juicio militar acusado de traici¨®n en una celda en Kansas, el Gobierno ha presentado cargos penales contra otros cinco informantes an¨®nimos, que se enfrentan a penas de c¨¢rcel. El contraste con sus antecesores en la presidencia es patente: en los ¨²ltimos 40 a?os solo hab¨ªa habido tres demandas similares. La guerra de Obama es contra las filtraciones.
En los ¨²ltimos 40 a?os, solo hab¨ªa habido tres demandas similares
El caso que se ha resuelto m¨¢s recientemente es el de Thomas Drake, exejecutivo de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA por sus siglas en ingl¨¦s, encargada del espionaje militar). Seg¨²n su propio testimonio, Drake comenz¨® a recelar de las escuchas telef¨®nicas ilegales de la Administraci¨®n de George W. Bush a ciudadanos norteamericanos despu¨¦s del 11-S. Intent¨® explicarles a sus superiores que esas escuchas eran innecesarias y que exist¨ªan avanzados programas inform¨¢ticos que pod¨ªan hacer una labor m¨¢s eficiente y menos intrusiva a la hora de identificar a sospechosos de terrorismo. Nadie le hizo caso y decidi¨® acudir a la prensa.
En 2006 envi¨® un correo a una periodista del diario The Baltimore Sun, Siobhan Gorman. Esta public¨® una serie de reportajes cr¨ªticos con la NSA, citando fuentes an¨®nimas. En noviembre de 2007 el FBI registr¨® la casa de Drake, en busca de pruebas sobre la filtraci¨®n. ?l abandon¨® su puesto de trabajo tras cinco meses de investigaciones. Fue acusado en abril de 2010, un a?o despu¨¦s. La pena m¨¢xima a la que se enfrentaba era de 35 a?os de prisi¨®n. Se declar¨® culpable y el juez aprovech¨®, inesperadamente, para reprender a la Administraci¨®n de Obama y su guerra contra las filtraciones.
El juez Richard Bennett dijo que mantener secretos gubernamentales es importante, pero que a Drake, que tiene 54 a?os y antes de la filtraci¨®n fue un funcionario ejemplar, se le hab¨ªa empujado a "un infierno". Ahora es dependiente en una tienda Apple en Washington. El magistrado critic¨® duramente a los fiscales por haber tardado tres a?os en presentar cargos contra ¨¦l y por haber desestimado a ¨²ltima hora los m¨¢s graves, entre ellos el de espionaje. Fue as¨ª porque el juez les pidi¨® pruebas de que la informaci¨®n que hab¨ªa filtrado Drake afectaba a la seguridad nacional.
Los fiscales prefirieron no revelarlas e invalidaron la parte central de su propia acusaci¨®n. A Drake se le conden¨® a un a?o de libertad condicional. "Me preocupa que el pr¨®ximo objeto de esta caza de brujas no tenga la misma fortuna que yo", dijo Drake despu¨¦s de recibir su sentencia. "Pagu¨¦ un alto precio por elegir mi conciencia sobre mi carrera".
Menos clemencia recibi¨® el ling¨¹ista y experto en cultura hebrea Shamai Leibowitz, de 40 a?os, que trabajaba para el FBI y fue condenado en mayo de 2010 a 20 meses de prisi¨®n por haberle filtrado un documento secreto a un bloguero. Los fiscales no revelaron el contenido de ese cable ni la identidad de su receptor. El juez que lo sentenci¨®, Alexander Williams, calific¨® su ofensa de "muy grave", a pesar de que no sab¨ªa nada sobre el contenido de la filtraci¨®n. "No s¨¦ qu¨¦ es lo que se divulg¨®, excepto que se trata de unos documentos, y no s¨¦ en qu¨¦ medida ha amenazado nuestra situaci¨®n", admiti¨®. Leibowtiz dijo en el juicio que filtr¨® los cables "porque era obvio que supon¨ªan una violaci¨®n de la ley".
Otro caso destacado es el de Jeffrey Sterling, exagente de la CIA. En enero, el Gobierno present¨® 10 cargos contra ¨¦l, acus¨¢ndole de haber facilitado informaci¨®n clasificada sobre Ir¨¢n a un reportero de The New York Times en 2006. Con esa informaci¨®n, el periodista James Risen public¨® un libro titulado Estado de guerra, sobre las operaciones secretas de la CIA contra Ir¨¢n y su programa nuclear. En febrero, los abogados de Sterling presentaron pruebas que demostraban que el Gobierno hab¨ªa obtenido informaci¨®n personal del periodista Risen, como sus extractos bancarios. El FBI le pidi¨® en dos ocasiones a este que revelara sus fuentes, a lo que se neg¨®. Finalmente, lograron relacionarle con Sterling, sobre quien hab¨ªa escrito en un reportaje en 2002.
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