Feroz hacha del destino
Eliseo Alberto hab¨ªa enviado el 14 de julio una emocionante cr¨®nica de su esperanza: el trasplante de ri?¨®n que precisaba ya estaba haciendo su trabajo, y la vida iba a tener lunes. "La eternidad por fin comienza un lunes". Hab¨ªa usado los versos de su padre tan amado, Eliseo Diego, y hab¨ªa a?adido, para finalizar aquel escrito que parec¨ªa una resurrecci¨®n y una despedida: "Cada lunes. Cualquier lunes".
Y ayer domingo, 17 d¨ªas despu¨¦s de esa declaraci¨®n universal de amor a la vida, la puerta cerrada se encontr¨® con la sonrisa detr¨¢s de la que se animaba siempre, en Eliseo, una melancol¨ªa feroz.
Fue un hombre de amistad, atrevimiento y poes¨ªa. Aunque la biolog¨ªa lo llevaba a saber irremediablemente que la vida caducaba, nunca se acostumbr¨® a la muerte de sus padres, a las muertes; utiliz¨® la poes¨ªa (la de Eliseo Diego sobre todo) para entender ese lugar con l¨ªmites al que vino; se defendi¨® tambi¨¦n con la literatura, que fue su alimento y su espada, y con la amistad.
Su libro Esther en alguna parte es una de las cartas m¨¢s hermosas de amistad que yo he le¨ªdo nunca, y a muchos les dije que leyeran ese libro, uno de sus ¨²ltimos, como una carta del mismo Eliseo a todos los que sintieran, como ¨¦l, que esta es una vida despiadada que solo resurge si uno cree en otro, si uno lo busca.
Y lo salv¨® su atrevimiento, la osad¨ªa de decir, en tiempos especialmente dif¨ªciles, que en Cuba no hab¨ªa libertad y que incluso all¨ª te ped¨ªan las autoridades corruptas o melifluas que hicieras informes contra los tuyos. Su libro Informe contra m¨ª mismo era m¨¢s real a¨²n que la vida, y fue su contribuci¨®n a un ejercicio de dignidad que, dentro y fuera de la isla, le cost¨® car¨ªsimo. Y sin embargo era un libro sencillo, el m¨¢s sencillo de todos los suyos, una especie de expresi¨®n rota de una herida que no pod¨ªa callar.
Envi¨® aquel texto que escribi¨® para Milenio a muchos de sus amigos. Muchos sab¨ªamos que buscaba ese trasplante desde hac¨ªa a?os; amigos suyos en Espa?a hicieron lo imposible por buscarle un lugar en Galicia donde hacer con urgencia aquella cirug¨ªa que ¨¦l esperaba. Pero a ¨¦l ese viaje parece que le torci¨® el gesto; en M¨¦xico estaba cerca de Cuba, de su hija amada, de su hermana, del lenguaje emocional, po¨¦tico, que lo comunicaba con los otros.
?l era una especie de C¨¦sar Vallejo de Cuba, sab¨ªa que la vida va golpeando, y a pesar de que su ¨²ltimo gesto escrito fue de esperanza, ¨¦l sab¨ªa, lo dec¨ªan sus ojos, las letras en los m¨¢rgenes, que la eternidad al fin es el hacha feroz que nos espera, para qu¨¦ viajar tanto. Y s¨ª, ahora es lunes, empieza a no estar uno de los escritores m¨¢s grandes que han dado Cuba, el espa?ol y su tiempo. Ahora, qu¨¦ melancol¨ªa, muchos m¨¢s sabr¨¢n esto ¨²ltimo.
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