Castigo sin fin
El BCE fracasa en su intento de calmar los mercados mientras los l¨ªderes europeos siguen de vacaciones
Estados Unidos y la zona euro siguen afectados por graves perturbaciones de los mercados con un origen com¨²n: la percepci¨®n de que la econom¨ªa mundial vuelve a encontrarse en un periodo de bajo crecimiento. En el caso de Estados Unidos, la causa de las ca¨ªdas burs¨¢tiles (el ¨ªndice Dow Jones de Wall Street perdi¨® ayer el 4,31%) est¨¢ en la insuficiente tasa de crecimiento (apenas llegar¨¢ al 2,5% este a?o) y la sensaci¨®n de que el acuerdo entre republicanos y dem¨®cratas obstaculizar¨¢ la recuperaci¨®n. En Europa, el mensaje del presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, y las advertencias del presidente de la Comisi¨®n Europea, Barroso, definen con precisi¨®n la dif¨ªcil situaci¨®n por la que atraviesa la zona euro. Trichet sugiri¨® que el BCE ha reanudado la compra de deuda para calmar la especulaci¨®n contra las deudas italiana y espa?ola. Pero lo hizo con tanta tibieza que su intervenci¨®n fue contraproducente.
Los inversores interpretaron que el BCE hab¨ªa intentado aplacar el mercado comprando deuda en Irlanda, Grecia y Portugal (la opci¨®n m¨¢s barata), por lo cual siguieron castigando a la deuda espa?ola, que volvi¨® a aproximarse a los 400, y a la italiana. Trichet ten¨ªa medios para dejar claro que el BCE comprar¨¢ t¨ªtulos de ambos pa¨ªses hasta donde sea necesario para contener sus primas de riesgo. Pero prefiri¨® amagar y no dar. Tambi¨¦n ten¨ªa resortes para transmitir confianza sobre la recuperaci¨®n en Europa, pero no supo hacerlo. De sus decisiones, m¨¢s que de sus palabras, se desprende un gran temor por la evoluci¨®n de la crisis financiera en Europa. Al final, lo que los mercados leyeron es que la pr¨®rroga de las facilidades de liquidez a la banca comercial es una confesi¨®n de que el sistema atravesar¨¢ dificultades. En esas condiciones, no es posible creer en una recuperaci¨®n de la econom¨ªa.
Esta lectura explica el nuevo desbordamiento del diferencial espa?ol e italiano y justifica las cr¨ªticas a Trichet. Pero, aunque el BCE no se ha mostrado clarividente en los tres largos a?os de crisis, la gravedad del mal financiero europeo no procede de sus decisiones. Barroso sintetiz¨® el mi¨¦rcoles un esquema de intervenci¨®n para corregir esas convulsiones permanentes en los mercados que pueden destruir la estabilidad del euro; esquema, que, por cierto, es voz com¨²n entre economistas e instituciones de la zona y un misterio indescifrable para Angela Merkel y Nicolas Sarkozy. Es necesario cerrar r¨¢pidamente el nuevo rescate a Grecia y admitir que el procedimiento ser¨ªa aplicable a Portugal e Irlanda; es imprescindible concretar ya las nuevas funciones del Fondo de Estabilidad, para que pueda comprar deuda en el mercado con el capital disponible; es urgente crear la deuda europea; y es imperativo queel BCE tenga las manos libres para estabilizar los mercados.
Alemania y Francia han hecho o¨ªdos sordos a urgencias e imperativos. Todas las decisiones se han aplazado hasta septiembre y es probable que no lleguen a corporeizarse en normas, dinero y protocolos en meses. Hasta entonces, los mercados (es decir, los intermediarios que deciden los activos que compran los fondos de inversi¨®n, los de pensiones o los institucionales) seguir¨¢n explorando los l¨ªmites efectivos de la compra de deuda por el BCE, extender¨¢n las dudas de solvencia a pa¨ªses como B¨¦lgica (ya es el caso) y castigar¨¢n a las deudas nacionales con subidas insoportables del servicio de la deuda. Esas tensiones arruinan las expectativas de crecimiento de los pa¨ªses atacados. Por m¨¢s que el Tesoro espa?ol pudiera colocar ayer 3.300 millones holgadamente, aunque con mayores costes financieros. Menos dinero, pues, para educaci¨®n, sanidad e inversi¨®n p¨²blica en 2012. Y todo ello, con los principales l¨ªderes europeos (Merkel, Sarkozy, Cameron, Van Rompuy, Barroso...) de vacaciones y sin emitir se?al alguna, m¨¢s all¨¢ de alguna carta o llamada telef¨®nica. S¨®lo Zapatero y Berlusconi han sido vistos en su puesto de trabajo, pero ha servido de poco.
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