Pulso en Turqu¨ªa
La c¨²pula militar turca ha perdido su pulso contra el Gobierno de Erdogan. Las dimisiones simult¨¢neas del jefe del Estado Mayor, el general Isik Kosaner, y de los responsables de los tres ej¨¦rcitos, pretend¨ªan convertir la reuni¨®n rutinaria del Consejo Militar Supremo celebrada ayer en escenario de un enfrentamiento entre el poder civil y las Fuerzas Armadas. Pero los oficiales calcularon mal sus posibilidades, y el Gobierno de Erdogan consigui¨® cubrir las vacantes haciendo avanzar, al mismo tiempo, la normalizaci¨®n del papel del Ej¨¦rcito dentro del sistema pol¨ªtico turco. Erdogan tuvo que resolver la crisis mediante un acuerdo con la c¨²pula militar, algo que parece impensable en un sistema democr¨¢tico. En el caso de Turqu¨ªa, sin embargo, ese acuerdo representa un l¨ªmite al poder militar.
La tensi¨®n entre las Fuerzas Armadas y el Ejecutivo turco tiene su origen en la trama para realizar un golpe de Estado en 2003 por el que fueron juzgados dos centenares de oficiales. Los generales del Estado Mayor que presentaron su renuncia pretend¨ªan impedir que Erdogan enviase a los golpistas a la reserva, exigiendo que continuasen en activo. La reuni¨®n del Consejo Militar Supremo se resolvi¨® ayer en tablas, puesto que Erdogan no consigui¨® su objetivo, pero tampoco los militares que defend¨ªan el ascenso de los golpistas. Para unas Fuerzas Armadas convencidas de su legitimidad para intervenir en pol¨ªtica se trata de una derrota. Para el Gobierno, en cambio, ha supuesto una t¨ªmida afirmaci¨®n de la supremac¨ªa del poder civil.
Erdogan conf¨ªa en que el ascenso de una nueva generaci¨®n de oficiales facilite la tarea de reformar la Constituci¨®n de 1982, que sigue otorgando al Ej¨¦rcito el papel de garante del laicismo del Estado y de la unidad de la naci¨®n. Haciendo una interpretaci¨®n extensiva de esta disposici¨®n, las Fuerzas Armadas se han erigido en ¨¢rbitro de la pol¨ªtica turca, por encima de la voluntad de los ciudadanos y del poder civil. Pero su posici¨®n ha empezado a declinar.
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