Superhero¨ªsmo retro

En la portada del primer n¨²mero de Captain America Comics, publicado en marzo de 1941, el reci¨¦n nacido superh¨¦roe -creado por Joe Simon y Jack Kirby, dos jud¨ªos que contemplaban con justificado horror lo que estaba sucediendo en Europa- tumbaba a Adolf Hitler de un pu?etazo. En Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay, Michael Chabon rememoraba el ic¨®nico hito imaginando una cubierta para el debut de la hipot¨¦tica publicaci¨®n Amazing Midget Radio Comics, en la que el Escapista -el justiciero creado por los protagonistas bajo el influjo de Harry Houdini- reproduc¨ªa el gesto derribando al F¨¹hrer. La famosa portada reaparece en un destacado momento de esta notable superproducci¨®n, que se distancia de los otros recientes blockbusters del g¨¦nero a trav¨¦s de la exaltaci¨®n de lo retro; rindiendo, con ello, un homenaje al funcional nacimiento del arquetipo del superh¨¦roe como instrumento propagand¨ªstico.

Al igual que ocurr¨ªa en Thor, la elecci¨®n del director parece haber obedecido a una ingenua deducci¨®n, propia de ejecutivo en c¨²pula corporativa, que, por lo menos, en este caso ha revelado ¨²til y oportuna: si los responsables de la divisi¨®n cinematogr¨¢fica de la Marvel intuyeron que Kenneth Branagh pod¨ªa a?adir espesor shakespeariano a ese relato de dioses n¨®rdicos ca¨ªdos de Asgard, aqu¨ª Joe Johnston parece haberse perfilado como candidato ideal por contar en su filmograf¨ªa con una pel¨ªcula tan particular como Rocketeer (1991), adaptaci¨®n disneyana del nost¨¢lgico tebeo de Dave Stevens. El buen gusto pulp de esa pel¨ªcula imperfecta reaparece aqu¨ª y se apodera especialmente de la pantalla en las escenas ambientadas en una versi¨®n magnificada de la New York World's Fair de 1939: all¨ª, Howard Stark, futuro padre en la ficci¨®n de Tony Stark -ya saben, Iron Man-, orquesta una presentaci¨®n de tecnolog¨ªa ¨²ltimo modelo que parece tanto la prefiguraci¨®n de las escenas que protagoniz¨® su reto?o en las dos pel¨ªculas dirigidas por Jon Favreau como una broma cin¨¦fila a cuenta del recuerdo de Tucker, un hombre y su sue?o (1988), de Francis Ford Coppola.

No es la ¨²nica nota sofisticada de Capit¨¢n Am¨¦rica, que, de hecho, acaba siendo una pel¨ªcula gratificantemente cin¨¦fila, en la que uno puede detectar gui?os inesperados a pel¨ªculas como El desaf¨ªo de las ¨¢guilas (1968) y Doce del pat¨ªbulo (1967). El hecho de que Toby Jones recuerde a un mad doctor dibujado por Bob Clampett quiz¨¢ ya forme parte de las referencias no deliberadas.

La pel¨ªcula de Johnston se libera de la exigencia de explorar los claroscuros del superh¨¦roe post-Stan Lee para celebrar la ingenuidad de un icono premarveliano: en otras palabras, el cineasta disfruta de un anacronismo y transmite su entusiasmo. Capit¨¢n Am¨¦rica no brilla a la misma altura en todo momento, pero explora con ingenio la dimensi¨®n medi¨¢tica del superh¨¦roe, reescribe la II Guerra Mundial en clave de follet¨ªn grotesco y logra conquistar una identidad propia, a pesar de ser, como sabr¨¢ todo aficionado, una nueva entrega -de hecho, la ¨²ltima- en ese cap¨ªtulo cero disgregado en varias piezas que desembocar¨¢ en el esperado estreno de Los Vengadores.