Un buen adi¨®s
Jos¨¦ Ignacio Ramos se cort¨® la coleta al matar al cuarto toro en medio de una emocionada plaza de Vitoria, su ciudad. A escasos metros de all¨ª, en la plaza vieja fue donde se hizo matador hace ya 18 a?os. Y se march¨® del toreo con una oreja, pero sus dos compa?eros de cartel se encargaron de sacarle en hombros ante sus entregados paisanos.
Se merec¨ªa un buen final aquel chaval que en los a?os ochenta comenz¨® una carrera que ayer lleg¨® a su fin. Se despidi¨® matando un toro de Victorino, como ha sido su carrera. Ramos encarn¨® durante muchos a?os la figura del novillero antiguo, hecho a s¨ª mismo, de peregrinaje por los pueblos y con todas las dificultades por superar.
A los veinte a?os, este burgal¨¦s hecho torero en Vitoria, era capaz de ayudar a su apoderado en el montaje de una plaza port¨¢til y triunfar al d¨ªa siguiente en aquel recinto.
VICTORINO / RAMOS, PADILLA Y FERRERA
Seis toros de Victorino Mart¨ªn, que resultaron bajos de presentaci¨®n, con poca fuerza y, aunque cuarto y quinto sacaron clase, estuvieron bajos de casta.
Jos¨¦ Ignacio Ramos: pinchazo, estocada y descabello (silencio) y estocada espectacular (oreja). Juan Jos¨¦ Padilla: pinchazo y estocada ca¨ªda (silencio tras aviso) y pinchazo y estocada (oreja tras aviso). Antonio Ferrera: cuatro pinchazos y metisaca en los bajos (silencio tras aviso) y bajonazo (silencio). Al terminar el cuarto toro, El Serranillo, el primer apoderado de Ramos, le cort¨® la coleta al diestro burgal¨¦s. Tras el pase¨ªllo, los tres matadores dieron una placa de homenaje a este empresario.
Plaza de Vitoria. 5 de agosto de 2011. Media entrada. Primera de la Feria de La Virgen Blanca.
Ferrera y Padilla sacaron en hombros a Ramos, quien se despidi¨® del toreo
De pueblo en pueblo, apadrinado por el empresario vitoriano El Serranillo, se forj¨® en festivales con toros licenciados, de los que sab¨ªan lat¨ªn, novilladas imposibles y festejos de los que, con especial habilidad, siempre sal¨ªa en hombros.
As¨ª, se hizo torero, con sangre, sudor y l¨¢grimas. Su nombre se lo forj¨® en Francia, con imposibles ganader¨ªas, que le serv¨ªan para repetir en pocos festejos. Y de esta forma conquist¨® Madrid en las corridas m¨¢s duras; a base de demostrar aquel oficio aprendido en capeas de pueblos castellanos.
Por eso, porque ha vivido la parte amarga de la fiesta, Ramos se merec¨ªa escuchar la ovaci¨®n de la que fue su casa. Pidi¨® hacer su ¨²ltimo pase¨ªllo en Vitoria y su mentor, El Serranillo, le cort¨® la coleta en medio de muchas emociones que se entrecruzaban.
Los victorinos no parec¨ªan dispuestos a ayudar a que la tarde fuera buena, pero el cuarto sali¨® noble y con las fuerzas justitas, suficiente para que Ramos no dejase escapar la oportunidad. Lig¨® algunas series y la estocada fue espectacular. Una vuelta al ruedo con la oreja en la mano que le permiti¨® despedirse del toreo con la misma dignidad y honradez que ha caracterizado su carrera.
Fue lo ¨²nico destacable de la primera tarde de la feria vitoriana. Los toros de Victorino, carentes de fuerza y muy bajos de casta se cargaron la primera parte. Despu¨¦s, Juan Jos¨¦ Padilla decidi¨® cambiar la fiesta y comenzar un espect¨¢culo c¨®mico-taurino-musical, como se anunciaba El Bombero Torero, por ejemplo.
Fue c¨®mico cuando jug¨® a dar golpes a la montera ca¨ªda en el brindis hasta que acab¨® boca abajo; un mal chiste. Fue musical con sus dos despegados pares de banderillas al viol¨ªn en el mismo tercio al quinto, hasta cinco puso de esa manera a la largo de la tarde. Y debi¨® de ser taurino lo que hizo Padilla, porque entre los muchos trapazos en los que no se qued¨® quieto ni un segundo ofreci¨® un derechazo reposado. Y como mat¨® a la segunda solo logr¨® una oreja.
Para el acto final, la tarde ya hab¨ªa entrado en una espiral de esquizofrenia. Sali¨® el sexto, el m¨¢s grande de la tarde, y derrib¨® al caballo, despu¨¦s lanz¨® por los aires al picador y Ferrera decidi¨® montar jaleo. Que se hable de m¨ª aunque sea mal, debi¨® de pensar el extreme?o. Amenaz¨® con no poner banderillas, protagoniz¨® un esperpento de faena y mat¨® de una pu?alada. Pero estuvo listo y, para cuando la gente comenz¨® a abroncarle, cogi¨® a Jos¨¦ Ignacio Ramos en hombros junto a Padilla y as¨ª abandonaron el ruedo.
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