La indignaci¨®n no cesa
Desde el principio de los tiempos la gente est¨¢ indignada, empezando por Ad¨¢n y Eva, que hicieron indignarse a Dios y a ellos mismos. Desde ese momento, la humanidad lo lleva claro. Estaremos indignados hasta el final de los siglos. Esto no tiene remedio.
Ahora, gracias a quien sea, la indignaci¨®n es un clamor que naci¨® hace meses en la Puerta del Sol, referencia milenaria de lo que pasa en Madrid y en toda Espa?a. De vez en cuando, las autoridades los espantan con la esperanza de que no vuelvan. Pero ellos vuelven. En estos momentos hay m¨¢s 5.000 personas acampadas all¨ª. Es f¨¢cil que enseguida los echen, porque dentro de unos d¨ªas llega el Papa. Vaya ust¨¦ a saber en qu¨¦ termina todo esto. Porque los indignados volver¨¢n, y dentro de nada tenemos elecciones generales.
Los pol¨ªticos tienen una extra?a relaci¨®n con los de la Puerta del Sol. Algunos se acercan por all¨ª a ver qu¨¦ pasa, pero son ninguneados o abucheados. En toda Espa?a hay cientos de miles de personas de distintas procedencias sociales e ideol¨®gicas que simpatizan con los indignados y piden las mismas cosas que ellos.
Pero, claro, esa multitud podr¨ªa ser una buena tajada partidista, caso de que los indignados decidieran votar o decidieran transformarse en algo m¨¢s que un movimiento algo disperso. Ser¨ªa il¨®gico que se convirtieran en un partido pol¨ªtico, porque ellos braman contra los partidos. Pero, si no, es muy incierto el futuro del 15-M, y eso puede llegar a ser una Babel pintoresca que se desmiembra con m¨¢s indignaci¨®n todav¨ªa de la que se juntaron. Pero es seguro que su movimiento dejar¨¢ huella por muchos a?os. En realidad, nos han recordado pl¨¢sticamente algo que ya deber¨ªamos saber: el g¨¦nero humano, est¨¢, estuvo y estar¨¢ siempre en estado latente de perpetuo cabreo. Lo dem¨¢s es optimismo barato.
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