Optimismo
P¨®nganse en el lugar del padre o la madre de una familia sueca que est¨¢ planeando sus vacaciones de verano. Los folletos de la agencia de viajes hablan de Eurodisney, las playas de Malta, la costa de Croacia y de Espa?a. El norte de ?frica, un destino asequible para otros a?os, ha quedado descartado por las revueltas de los ¨²ltimos meses. S¨®lo falta que una nueva revoluci¨®n musulmana le pille en medio de sus vacaciones a una dentista de Estocolmo y a toda su prole. Lo cierto es que Espa?a suena bien. Espa?a es sol, playa, sangr¨ªa y paella. Vamos con ni?os, por lo que algo de turismo cultural no estar¨ªa de m¨¢s. Alg¨²n museo, alguna iglesia antigua... El norte de la pen¨ªnsula, para ese prop¨®sito, no pinta nada mal. Hay mar. Hay museos. Hay tradici¨®n culinaria. La familia sueca decide pasar su descanso estival en el Pa¨ªs Vasco.
Vienen y el sol no est¨¢. No aparece. El cielo cubierto. Lluvia intermitente. Pronto averiguar¨¢n que aqu¨ª lo llamamos sirimiri. No s¨¦ el conocimiento que tiene una familia escandinava de las diferencias clim¨¢ticas Norte-Sur en Espa?a, pero, desde luego, si se parecen a lo que nosotros sabemos de ellos seguramente se estar¨¢n preguntando todas sus vacaciones d¨®nde est¨¢ ese sol tan t¨ªpicamente ib¨¦rico. O a lo mejor la familia sueca ten¨ªa plena conocimiento de que venirse para ac¨¢ esperando un cielo despejado es parecido a jugar a la ruleta rusa. En todo caso, ese posible chasco clim¨¢tico se ver¨¢ compensado con otros atractivos que tenemos como destino tur¨ªstico. Es algo con lo que yo me identifico: ?para qu¨¦ ir a la playa si puedo estar comiendo pintxos? Pero nunca se encontrar¨¢n con un paisano que les diga que aqu¨ª llueve todo el tiempo. Siempre se topar¨¢n con el argumento de que "este a?o est¨¢ raro" o "dicen que a partir del jueves despeja". El local es inasequible al desaliento. Es incapaz de reconocer que las condiciones meteorol¨®gicas de nuestro pa¨ªs son de una inestabilidad pasmosa.
Los vascos, a la hora de afrontar el verano, tenemos m¨¢s moral que el Alcoyano. Nos pasamos semanas suspirando por un rayo de sol que se nos resiste y al m¨ªnimo indicio de buen tiempo -es decir, que simple y llanamente no llueva, aunque estemos a 15 grados- nos lanzamos a la playa como si no hubiera ma?ana. No nos resignamos a ser un pa¨ªs lluvioso, a ser un lugar donde el clima benigno es un estado de excepci¨®n.
Recuerdo que hace a?os unos amigos andaluces me preguntaban si en verano nos ba?¨¢bamos en el mar. Yo me re¨ª y les contest¨¦ ir¨®nico que no, que s¨®lo us¨¢bamos la playa para hacer la colada. Tampoco su pregunta era tan alocada, ahora que lo pienso. No s¨¦ si los vascos somos un pueblo optimista, pero en cuesti¨®n de afici¨®n playera somos de un idealismo envidiable. Tenemos una fe descomunal en nuestro verano.
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