El descanso del 'blusa' en la jaima
Miles de personas hacen un par¨¦ntesis en las fiestas de La Blanca para comprar o comer en un zoco ¨¢rabe
Son las siete de la tarde y un turista andaluz se acerca a uno de los puestos de ropa del zoco ¨¢rabe instalado durante las fiestas de La Blanca en la Plaza de Juan de Ayala de Vitoria. Sus amigas intentan regatear el precio de las pulseras mientras ¨¦l pregunta al vendedor. "?Oye, est¨¢s de Ramad¨¢n? ?En serio que no puedes beber agua?". Vestido con un caft¨¢n azul y pelo rubio con rastas, Oliver responde: "Soy franc¨¦s". Cosas de la globalizaci¨®n. Un buen d¨ªa de ventas, Oliver puede ganar m¨¢s de 1.000 euros, explica.
En la otra punta del zoco, Mohamed, ceut¨ª de 20 a?os, espera con paciencia a que el Sol se acueste para romper el ayuno mientras sirve t¨¦s y pastas a una clientela que disfruta con la tranquilidad de la jaima. Este a?o le ha tocado hacer ferias en Barcelona, la zona de Castell¨®n y Ja¨¦n. "El Ramad¨¢n se hace duro en agosto, pero por lo menos en Vitoria no hace tanto calor", explica. Sobre las 21.20, cuando se acuesta el Sol, los que ayunan se van turnando r¨¢pidamente para ir comiendo mientras atienden en plena hora punta.
El Ayuntamiento paga 17.000 euros por la organizaci¨®n del evento
El responsable de la organizaci¨®n, ?ngel Barrabes, de Acci¨®n Calle, compa?¨ªa que tambi¨¦n organiza el mercado medieval de la capital alavesa, estima que hasta 30.000 personas han pasado estos d¨ªas por el zoco, que cumple ya cinco ediciones. "Las cosas del sur funcionan bien en el norte y las del norte funcionan bien en el sur", resume. La idea surgi¨® de Encina Serrano, responsable de Cultura y Fiestas tanto en la ¨¦poca de Alfonso Alonso como alcalde como ahora, con Javier Maroto.
"Me coment¨® entonces si pod¨ªamos hacer un zoco como espacio para descansar y comer. Le dije que no hab¨ªa problema y nos pusimos a ello", explica Barrabes. "En el fondo, es como un espect¨¢culo. Como productor art¨ªstico que soy lo veo as¨ª: se compone de una decoraci¨®n, unos puestos, unos talleres, unos m¨²sicos y unas bailarinas. No es que el que vende kebabs sea un actor, pero algo as¨ª. Y si consigues que el visitante se sienta transportado un rato, lo has conseguido", a?ade.
Da gusto, dice, ver a los blusas descansando por la noche antes del ¨²ltimo tramo de la fiesta, tomando t¨¦ -solo venden cerveza en uno de los puestos de comida-, charlando y fumando con una shisha (pipa de agua), cuando las colas del kebab se cruzan con las de falafel entre las ocho de la tarde y medianoche. Los m¨¢s curiosos aprovechan para deambular por los puestos de bisuter¨ªa, textil o cosm¨¦ticos ecol¨®gicos. Gisela, la bailarina, deleita a los presentes con su danza del vientre en varias actuaciones.
El Ayuntamiento paga un total de 17.000 euros por la organizaci¨®n del evento, mientras que las tiendas se autofinancian, explica Barrabes. Los comerciantes pagan una cuota en funci¨®n del tama?o del espacio.
Tambi¨¦n hay un rinc¨®n dedicado a cetrer¨ªa. Quien se acerque podr¨¢ contemplar a dos halcones peregrinos, un buho real africano, un ¨¢guila ferrugino, dos halcones sacres y dos aguilas harris.
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