D?A 9
Adem¨¢s de coja, la ni?a era fea, lo que tampoco hab¨ªa formado parte de mis delirios expiatorios. Aquel choque entre la imaginaci¨®n y la realidad me trastorn¨®. Miradme en mi habitaci¨®n, sentado a la mesa, con el libro de geograf¨ªa abierto delante de los ojos. Mam¨¢, que ha pedido permiso en el trabajo para recogerme a la salida del colegio y llevarme al m¨¦dico, est¨¢ preparando la cena. Pap¨¢ no ha vuelto de la universidad. Cada uno en un sitio, cada uno en su mundo, con un secreto horrible circulando entre los tres. A la culpa de siempre, he de a?adir ahora la del raro fastidio provocado por la fealdad de la ni?a. Y su cojera.
Cada vez que oigo un ruido en el pasillo, paso una p¨¢gina del libro de texto como si ya hubiera le¨ªdo la anterior. Tengo en la mano derecha un l¨¢piz muy afilado con el que tomo notas en un cuaderno. Sin darme cuenta, he escrito en el cuaderno las palabras "coja" y "fea". Si entrara mam¨¢ en ese instante... Tacho lo escrito de tal modo que se rompe la mina. Por precauci¨®n arranco la hoja, que despedazo y mastico minuciosamente antes de arrojarla a la papelera. Compruebo despu¨¦s si ha quedado alguna huella de lo escrito en la siguiente. Y s¨ª, por lo que la arranco tambi¨¦n, y la siguiente, no vaya a ser que... He adquirido h¨¢bitos de asesino profesional, un profesional ni?o.
Tomo una decisi¨®n liberadora. Ir¨¦ a la cocina y le confesar¨¦ a mam¨¢ lo ocurrido
Entonces, con las l¨¢grimas cayendo sobre un mapa, como para representar un r¨ªo, tomo una decisi¨®n liberadora. Ir¨¦ a la cocina y le confesar¨¦ a mam¨¢ lo ocurrido en aquel puente. Le dir¨¦ que hab¨ªa ido all¨ª para suicidarme y no para matar. Le explicar¨¦ por qu¨¦ quer¨ªa suicidarme (ella y pap¨¢ ten¨ªan mucho que ver) y c¨®mo las cosas se torcieron por culpa de una canica que me hab¨ªa encontrado en el patio del colegio. Si alguien no la hubiera perdido, quiz¨¢ fu¨¦ramos felices, pues la verdad es que tampoco me habr¨ªa suicidado. Hab¨ªa ido otras veces a ese puente con la misma intenci¨®n y hab¨ªa vuelto de ¨¦l intacto. Cuando le contara todo eso a mam¨¢, me liberar¨ªa de ello. Iba a hacerlo, estaba decidido, as¨ª que abandon¨¦ la habitaci¨®n, recorr¨ª el pasillo y aparec¨ª en la puerta de la cocina. Ella se dio la vuelta, vio el p¨¢nico en mi rostro. Sabes, dijo antes de que yo abriera la boca, no es preciso contar todo a los padres, cada uno tiene sus secretos.
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