D¨ªa de limosnas
El final de la feria ten¨ªa premio. Se ve que hab¨ªa que dejar limpio de polvo y paja el coso taurino para que entre en pr¨®ximas fechas el Baskonia a jugar los partidos de baloncesto. En ese alivio de peso tambi¨¦n deb¨ªan de ir las orejas que se cortaron con benevolencia sublime. El presidente vaci¨® el ba¨²l de los trofeos.
Otra limpieza fue la de corrales que exhibi¨® la ganader¨ªa de Murube. Toros con dos a?os de diferencia y desiguales hechuras solo se parecieron en la desesperante mansedumbre que exhibieron en todo momento, convirtiendo la tarde en un quiero y no puedo continuo.
Era una tarde de fin de fiesta, con regalos, como la puerta grande para Hermoso de Mendoza, que estuvo bien, maduro, haciendo gala de su maestr¨ªa en el arte del rejoneo, pero no tuvo enemigos para lucirse como para salir en hombros. La oreja en su primero fue un justo reconocimiento a su esfuerzo ante un manso que apenas sali¨® de tablas. No rompi¨® el rej¨®n de castigo y la tarde no entr¨® en calor hasta que a lomos de ?caro puso momentos de riesgo alternados con topetazos a las cabalgaduras.
MURUBE / SALGUEIRO, HERMOSO Y HERN?NDEZ
Seis toros de Murube, desiguales y mansos, salvo el colaborador primero.
Jo?o Salgueiro: cinco pinchazos, rej¨®n contrario, rej¨®n atravesado y dos descabellos (silencio) y rej¨®n contrario en los bajos (vuelta).
Pablo Hermoso de Mendoza: rejonazo trasero (oreja) y pinchazo hondo y rejonazo trasero y contrario (dos orejas).
Leonardo Hern¨¢ndez: cuatro pinchazos y rej¨®n trasero (silencio) y pinchazo y rej¨®n (dos orejas).
Plaza de Vitoria. 9 de agosto de 2011. Tres cuartos de entrada. ?ltima de la Feria de La Virgen Blanca.
El presidente vaci¨® el ba¨²l de las orejas con sublime benevolencia
En el quinto lleg¨® la sorpresa. Tras una faena esforzada en que hubo muchas indecisiones, sobre todo a lomos de Chenel, el navarro mat¨® de pinchazo y rej¨®n contrario, pero el palco dio las orejas casi sin dejar tiempo para que el p¨²blico solicitase la segunda. Demasiado premio para una faena que no pas¨® de voluntariosa y correcta. Es destacable que el rey del toreo a caballo siga haciendo esfuerzos como el de ayer despu¨¦s de casi dos d¨¦cadas en lo m¨¢s alto, si bien, no necesita de estos premios exagerados.
Ya no fue una sorpresa el regalo a Leonardo Hern¨¢ndez en el que cerr¨® la tarde. Le bastaron un par a dos manos a lomos de Xarope que enloqueci¨® los tendidos y unas espectaculares cortas antes de matar con un rejonazo trasero. Dos orejas que le permitieron acompa?ar a Hermoso de Mendoza por la puerta grande. En su primero, el caballero pacense afe¨® con los aceros su trabajo ante un manso, que s¨®lo le permiti¨® lucirse cuando mont¨® a Verdi; despu¨¦s, demasiados tropiezos entre toro y caballo.
Quiz¨¢s sea lo que se necesita para desarrollar este rejoneo moderno, de gran riesgo y cercan¨ªas, pero los toros de Murube estuvieron excesivamente desmochados, una condici¨®n que permite el reglamento, pero que debe ser m¨¢s decorosa.
En otra divisi¨®n se encuentra el rejoneador que abri¨® plaza. La labor del portugu¨¦s Jo?o Salgueiro nada tuvo que ver con sus dos compa?eros de cartel. Con una cuadra escasa y con un concepto muy diferente, tuvo enfrente al ¨²nico toro que colabor¨®, el primero. Se limit¨® a un rejoneo limpio, clavando bien y con temple, pero excesivamente r¨¢pido y reiterado. El final de faena fue muy fr¨ªo y se eterniz¨® matando. En el cuarto dej¨® claro lo limitado de su repertorio y necesit¨® la continua colaboraci¨®n de los auxiliadores para colocar al toro. Mat¨® contrario pero en los bajos y comenz¨® un espect¨¢culo particular.
A Salgueiro y sus subalternos les falt¨® un sem¨¢foro para pedir limosna en toda regla. El elegante caballeiro volvi¨® a montar en su caballo para irse a los medios y con la mano en alto solicit¨® la oreja al presidente con m¨¢s insistencia de lo que lo hac¨ªa el p¨²blico con sus pa?uelos. Sus hombres de plata tambi¨¦n apretaron lo suyo hasta que las mulillas lograron llevarse al Murube. No se sabe si aquella estatua ecuestre en la que se hab¨ªa convertido el portugu¨¦s lleg¨® a decir aquello de "una oreja por favor, se?or presidente". Vistos los regalos que vinieron en los dos siguientes toros, tampoco pasaba nada por conceder una limosna pedida con tanta intensidad.
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