"Aqu¨ª no hay reivindicaciones sociales"
Profesor de pol¨ªtica social de la Universidad brit¨¢nica de Wolverhampton, Jim Waddington, de 64 a?os, ha estudiado durante 30 a?os la labor de las fuerzas de seguridad y el orden p¨²blico.
Pregunta. Los disturbios empezaron en Londres, ?por qu¨¦ se han extendido a otras ciudades?
Respuesta. La clave est¨¢ en las redes sociales. Los j¨®venes se avisan mutuamente de que logran entrar en las tiendas para saquearlas, sobre todo por el sistema de mensajes de BlackBerry. Ahora que la empresa de tel¨¦fonos m¨®viles de ¨²ltima generaci¨®n colabora con la polic¨ªa, es el momento de frenar el efecto llamada. Ha ocurrido en muchas ocasiones: las nuevas tecnolog¨ªas permiten a las personas cometer todo tipo de delitos hasta que las autoridades se ponen al d¨ªa. Cuando las fuerzas de seguridad consigan dominar estos sistemas, el problema disminuir¨¢. Con otras redes, sin embargo, ha sido m¨¢s f¨¢cil encontrar a los culpables. Twitter y Facebook, por ejemplo, tienen fuentes abiertas. Determinados grupos violentos, sin embargo, han dado pistas falsas para que la polic¨ªa acuda a determinados lugares. Mientras, saqueaban una tienda al otro lado de la ciudad.
"La violencia se propag¨® como un virus a trav¨¦s de las redes sociales"
P. ?Los disturbios responden a la muerte de Mark Duggan?
R. Los saqueos y la muerte del joven en Tottenham no parecen ser m¨¢s que una coincidencia. Algunos grupos se enfadaron mucho por la muerte de Duggan, y las primeras reacciones obedec¨ªan a unas convicciones. La entrada en escena de las redes sociales aument¨® el movimiento y, cuando comenzaron a ser desvalijadas las tiendas, todo fue muy r¨¢pido. Los saqueos se propagaron como un virus, y ya no tienen nada que ver con Duggan.
P. ?Est¨¢n relacionados los saqueos con la pobreza?
R. No de manera directa. La mayor¨ªa no roba por necesidad, sino simplemente porque puede. Que muchos de ellos procedan de barrios deprimidos se debe sobre todo a la falta de control social. Los chicos en las zonas empobrecidas suelen hacer m¨¢s vida en la calle, donde hay m¨¢s posibilidades de unirse a los disturbios.
P. ?El objetivo de los disturbios es exigir mejores condiciones de vida?
R. No, la violencia callejera que vivimos los ¨²ltimos d¨ªas en Reino Unido no tiene reivindicaciones sociales o pol¨ªticas. En los disturbios de los a?os ochenta era lo contrario. No se trataba solo de destrozar escaparates. Entonces el objetivo era atacar a la polic¨ªa, pero ahora los j¨®venes hacen lo contrario. Huyen de las fuerzas de seguridad. Hace 30 a?os las personas que participaban en los disturbios trasladaban su malestar a los medios. Representaban a clases trabajadoras que quer¨ªan un cambio.
P. ?La polic¨ªa ha actuado de manera correcta?
R. Ha tenido una labor dif¨ªcil. Los agentes tienen que buscar un equilibrio entre ser protectores de los ciudadanos y una amenaza para los j¨®venes que participan en los disturbios. Es el ADN de las fuerzas del orden en democracia: no se puede ser demasiado d¨¦bil, ni demasiado violento.
P. ?Utilizar¨¢n ca?ones de agua o balas de goma?
R. No lo creo. El nivel de violencia tendr¨ªa que ser muy alto. Por ahora no tiene mucho sentido, porque cuando la polic¨ªa llega a las tiendas saqueadas, los responsables del robo ya se han ido. Lo que ha demostrado ser muy efectivo es la difusi¨®n de im¨¢genes de c¨¢maras de seguridad. Los ciudadanos est¨¢n tan molestos con la violencia que aportan datos a las autoridades para identificar a los culpables. Es dif¨ªcil detener a alguien por saqueo, pero la informaci¨®n permite llegar hasta los domicilios de los j¨®venes violentos. Cuando se les encuentra durmiendo en una habitaci¨®n llena de objetos robados, la polic¨ªa ya tiene el trabajo hecho. No funciona para todos los casos, pero los que hay son significativos y simb¨®licos.
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