Protesta en Chile
Pi?era debe atender las demandas estudiantiles aprovechando el buen momento econ¨®mico
El presidente chileno, Sebasti¨¢n Pi?era, tiene motivos para preguntarse qu¨¦ es lo que est¨¢ pasando. Los datos macroecon¨®micos siguen boyantes: Chile, con m¨¢s de 10.000 euros de renta per capita -r¨¦cord latinoamericano- no sufre la crisis del Primer Mundo y, sin embargo, la naci¨®n est¨¢ inquieta, los ¨ªndices de popularidad presidencial han ca¨ªdo vertiginosamente y, sobre todo, la juventud que estudia lleva semanas en la calle exigiendo ense?anza p¨²blica de calidad y gratuita. Los dirigentes estudiantiles amenazan con exigir la celebraci¨®n de una consulta, plebiscito lo llaman, para que la ciudadan¨ªa les d¨¦ -que es muy probable que se la diera- la raz¨®n. Para una Administraci¨®n de la derecha ilustrada, como quiere ser la de Pi?era, muy volcada en lo que en el pa¨ªs llama exitismo, la protesta es un desastre.
El martes pasado una gran manifestaci¨®n transversal -no solo de estudiantes- recorri¨® las calles de Santiago. El n¨²mero de asistentes oscil¨® entre los 40.000 de la alcald¨ªa -oficialista- y los 150.000 de los organizadores, pero la capital chilena vivi¨® intensamente la protesta. Tanto, dicen fuentes del Ministerio del Interior, que al final de la misma, bandas de encapuchados incendiaron autom¨®viles, destruyeron paradas de transporte p¨²blico que utilizaron como barricadas y se produjeron enfrentamientos con la polic¨ªa -hubo 300 detenidos y docenas de heridos-. De eso se valen tales fuentes para acusar a los estudiantes de incapacidad para controlar la protesta, lo que es casi como pedirles que se dediquen solo a estudiar. Algo cuestionable, porque ninguna protesta, por c¨ªvica que sea, est¨¢ al abrigo de su utilizaci¨®n por grupos de desaprensivos.
El movimiento es muy concreto en sus demandas: que el Estado vele por la ense?anza a todos los niveles y no se deje como ahora una parte bajo el control ¨²nicamente municipal y, ya puestos a pedir, que se proh¨ªba el lucro en las instituciones de ense?anza privadas. Pero hay un fondo no solo de justicia sino de acierto material en las demandas de la juventud. Una ense?anza p¨²blica, de calidad y gratuita, compatible con la competencia que la iniciativa privada pueda establecer, es la mejor garant¨ªa para una naci¨®n pr¨®spera en democracia. Y si ahora los n¨²meros lo permiten, ?por qu¨¦ no atender todo lo que sea realista con esas demandas?
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