Filantrop¨ªa y m¨®viles
Una gala ben¨¦fica no es una fiesta cualquiera. Sus organizadores se re¨²nen en llamadas "tormentas de ideas" para aportar las que hagan de la gala un ¨¦xito. Una idea es conseguir un famoso para cada mesa, lo cual es bastante complicado porque los famosos huyen de mesas sin otros famosos. En la Gala Starlite, celebrada en Marbella, introduc¨ªan famosos en un pasillo sin ventilaci¨®n. All¨ª deb¨ªan esperar su turno en el llamado photocall, que dirig¨ªan carpeta en mano dos desconocidas. Las directoras de photocall, como se definieron, gestionaban el caudal de famosos que por la lentitud del proceso se volv¨ªa goteo. En el pasillo nos apret¨¢bamos Paloma Cuevas, Eugenia Silva, Patricia Rato, La Uni¨®n, Anne Igartiburu, Ivonne Reyes, Paula V¨¢zquez, Elena Benarroch. M¨¢s que una sala vip era un embudo vip. Famosos por un tubo. Las directoras prefer¨ªan denominarnos celebrities, que es la palabra in en la Costa del Sol.
Como la prensa espa?ola es ajena a las millonarias, no sabe reconocerlas
Se usa mucho la palabra "surrealista" en las galas ben¨¦ficas. Todo lo es
Para colaborar con la prensa extranjera, escrib¨ªan el nombre del famoso nacional con un rotulador gordo sobre una pizarra blanca que levantaban con los brazos bien estirados frente al pelot¨®n de fot¨®grafos. Parec¨ªan azafatas de un combate de lucha libre americana, sin tanga pero con blazer. ?Una celebrity de verdad necesita la pizarra? Para probarlo, apareci¨® en el corredor Jermaine Jackson, famoso fraternal por ser hermano de Michael. Jermaine vest¨ªa una batola negra de inspiraci¨®n hind¨². Iba muy tieso, como si ocultara una espada samur¨¢i o una escoba en la espalda. En realidad se trataba de una trenza a lo ensaimada en su cabello. Una importante obra de ingenier¨ªa capilar.
Mientras las directoras de photocall decid¨ªan si escrib¨ªan su nombre o no en la pizarra, una se?ora Swarovsky, de los cristales Swarovsky, atraves¨® el concurrido pasillo acompa?ada de una representante con minifalda, piernotas y paso de coronel. Juntas, dejaron atr¨¢s al embudo vip y se plantaron frente a los fot¨®grafos. Las directoras no sab¨ªan qu¨¦ nombre ponerle en la pizarra. Y como la prensa espa?ola es al¨¦rgica a las millonarias, no sabe reconocerlas, nadie la fotografiaba. Los famosos hacinados empezaron a indignarse ante el cuele de la millonaria. No daban cr¨¦dito a su actitud poco solidaria. Un matrimonio guiri de Marbella, que hac¨ªa su propio photocall, se propuso para suplantar a los famosos que abandonaban. Con esa pizarra, tan did¨¢ctica como democr¨¢tica, sus nombres alemanes podr¨ªan presentarlos como t¨ªos de Claudia Schiffer.
En la cena, Eva Longoria demostr¨® su felicidad de enamorada. Se dej¨® acariciar tanto por su novio Eduardo Cruz que la organizaci¨®n les distanci¨® discretamente en el segundo plato. Longoria fue presentada como fil¨¢ntropa. ?Qu¨¦ es una fil¨¢ntropa? Alguien que posee fundaciones que gestionan caridad. Tambi¨¦n puede serlo, seg¨²n se supo en la gala, aquella que haya trabajado con muchas celebridades que no han perdido el deseo de ayudar y se embarcan en la b¨²squeda de la filantrop¨ªa global. O sea, que la filantrop¨ªa tiene un poco de b¨²squeda y otro poco de photocall. No es f¨¢cil, ni entenderlo ni practicarlo. La filantrop¨ªa es una industria exigente, se espera que cada cena, comida, merienda sea una actividad lucrativa. En un mundo donde ya no hay dinero, la nueva caridad es encontrarlo y redistribuirlo. ?Deben los fil¨¢ntropos ocupar el sitio de los banqueros?
En las galas ben¨¦ficas tambi¨¦n se usa mucho la palabra "surrealista". Todo lo es: la cola para ir al ba?o, la decoraci¨®n en las mesas. Los invitados, como una extra?a pareja de infantes vestidos como adultos en una fiesta en Saint-Tropez. Estampado, melen¨®n y maxibolso de Herm¨¨s, la ni?a. Gomina y atuendo de almirante, el ni?o. ?Eran ni?os o liliputienses? La duda creci¨® tanto que F¨¦lix Sabroso fue elegido para interrogarles. En ingl¨¦s les pregunt¨®: "?Sois blogueros o ni?os?". Asombrados de tanta atenci¨®n, respondieron sus edades, 10 y 12 a?os. Cuando al d¨ªa siguiente las im¨¢genes de los saqueos en Londres eclipsaron las de la gala, record¨¦ que estos extra?os ni?os disparaban fotos con las mismas c¨¢maras y m¨®viles que los saqueadores obten¨ªan en las zonas empobrecidas de la ciudad con m¨¢s millonarios de Europa.
En los saqueos en Londres, llama la atenci¨®n que el m¨®vil es la nueva arma. El objeto de deseo. Y el escudo protector es la capucha. Entre las capuchas hay una marca l¨ªder, un sello de celebridad: Adidas, la firma deportiva que tambi¨¦n viste a Fidel Castro y Hugo Ch¨¢vez en sus recuperaciones. Lo sucedido en Londres recuerda a La naranja mec¨¢nica, la pel¨ªcula de Stanley Kubrick. En ella, Alex es el l¨ªder de una banda de violentos que, vestidos de manera determinada, practican el terror en un Londres futur¨ªstico pero atrapado en su aburrimiento y diferencias sociales. Alex y los suyos beb¨ªan leche enriquecida despu¨¦s de violar y apalear, llevaban bomb¨ªn, bast¨®n y pesta?as postizas.
Ni a Anthony Burgess, autor de la novela que inspir¨® el filme, ni a Kubrick, se les ocurri¨® incorporar el tel¨¦fono m¨®vil como un arma. Un arma que combina eficacia, terror y glamour. Lo llevan fil¨¢ntropas, saqueadores e indignados y la llaman como una mascota, "mi BlackBerry". Sus mensajes no dejan rastro para la polic¨ªa. En Venezuela, la marca canadiense recauda el 70% de sus ventas americanas. Ch¨¢vez gobierna a trav¨¦s de ella, desde su radioterapia cubana. Igual que las fil¨¢ntropas pujan y los famosos se entretienen esperando en los pasillos del photocall.
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