El hotel de De Gaulle
PARADOR DE JA?N, un castillo con vistas sobre el vasto olivar jienense
Es, sin duda, uno de los castillos m¨¢s deslumbrantes de Espa?a. O, al menos, vistoso, si rebajamos su ¨ªnfula monumental de acuerdo con la reconstrucci¨®n Exin Castillos que padeci¨® en 1965. Fue durante el reinado de Miramamol¨ªn (siglo XIII) que vio la luz el castillo de Santa Catalina, tomado luego por Fernando III el Santo, como reza una placa junto a la recepci¨®n. Desde ah¨ª, Ja¨¦n entero yace a sus pies. Y los cerros jienenses, moteados de olivares, hasta ?beda.
El parador concretamente ocupa unas construcciones de nueva planta mimetizadas con el alc¨¢zar por orden del ministro Fraga Iribarne. Todo fue concebido como una prolongaci¨®n del castillo y haci¨¦ndose pasar por viejo. El mismo rigor p¨¦treo, la misma penumbra clerical, esa iconograf¨ªa mobiliaria del medievo, las celos¨ªas con estrellas de ocho puntas, los arcos ojivales, las alfombras ducales... Y qu¨¦ decir de la monumentalidad que exhibe el sal¨®n principal, entrecruzado por dos arcos a 20 metros de altura y ambientado con las inefables armaduras. Cierto es que todo ese sarpullido arabizante se cura luego con un ritual de comodidades y una carta de servicio impecables, seg¨²n lo acostumbrado en la red de Paradores de Turismo. El comedor aparece sobreiluminado de noche. Puras cosas ricas: ajoblanco, pipirrana, terrina de perdiz... Otras golosinas llenan el buf¨¦ del desayuno, incluidos los curros de la casa.
PARADOR DE JA?N
PUNTUACI?N: 7
Categor¨ªa: 4 estrellas. Direcci¨®n: Castillo de Santa Catalina, s/n. 23001 Ja¨¦n. Tel¨¦fono: 953 23 00 00. Fax: 953 23 09 30. Internet: www.parador.es. Instalaciones: piscina exterior, sal¨®n de estar, salas de reuniones, tienda, bar, comedor. Habitaciones: 45 dobles. Wifi gratis. Servicios: no adaptado a discapacitados, animales dom¨¦sticos prohibidos. Precios: desde 90 euros, IVA incluido (consultar las ofertas).
Escaleras arriba se encuentran las habitaciones, todas (menos seis) proyectadas al exterior mediante unos peque?os balcones de madera colgados sobre el roquedo. Todo lo rancias que se ven adentro, ganan en luminosidad afuera, en busca del sol andalus¨ª, y tientan a cualquiera que se apoye en sus barandas a contemplar las sierras de Javalcruz y La Espandera. Seguramente esa atalaya sobre el todo y la nada tuvo que ver en la decisi¨®n del general De Gaulle de escribir all¨ª parte de sus memorias, concretamente en la habitaci¨®n n¨²mero 13, que, de vez en cuando, sirve de escenario a retrospectivas y homenajes a la figura del libertador franc¨¦s.
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