Los cajeros se evaporan en la Comunidad de Madrid
Las fusiones y la crisis recortan las sucursales de los bancos
De Sebasti¨¢n Perea, de 46 a?os, se podr¨ªa decir que es un hombre confiado. Es de los que piensa, sin embargo, que hay determinados asuntos que una persona debe abordar sin ayuda de nadie, por m¨¢s que se tenga confianza en la buena fe de los dem¨¢s. Uno de esos asuntos es sacar dinero del cajero y de paso actualizar la libreta, algo que hac¨ªa cada semana en su pueblo, Montejo de la Sierra, hasta que la ¨²nica sucursal bancaria que hab¨ªa ech¨® el cierre, como ha ocurrido en otros peque?os municipios de Madrid.
Sentado en una silla de ruedas el¨¦ctrica, Perea debe ahora subir trabajosamente a un autob¨²s cada siete d¨ªas para viajar hasta un pueblo cercano. Est¨¢ obligado a ir siempre acompa?ado porque all¨ª la acera donde est¨¢ el cajero es muy estrecha y no puede circular con su silla. "Alguien tiene que venir conmigo. Le doy a esa persona mi tarjeta y mi n¨²mero secreto. Me quedo mirando desde lejos sin poder hacer nada, impedido. No tengo palabras para describirle esa sensaci¨®n", cuenta.
Los cambios en el sistema financiero a ra¨ªz de la crisis han provocado en la Comunidad de Madrid el cierre en los dos ¨²ltimos a?os de 265 oficinas (de 3.201 a 2.936), seg¨²n datos del Banco de Espa?a.
La red de oficinas de las cajas y bancos se extendi¨® a?os atr¨¢s en Madrid con el boom inmobiliario al ritmo con el que florec¨ªan nuevos barrios y se creaban calles y plazas a las que a veces no se sab¨ªa muy bien qu¨¦ nombre poner.
Se abrieron sucursales en pueblos que se llenaron de la noche a la ma?ana de gr¨²as. En una avenida reci¨¦n inaugurada pod¨ªan instalarse varias sucursales de una misma entidad, todo con tal de atraer al mayor n¨²mero de clientes que necesitasen una hipoteca.
Ahora el escenario es otro. Localidades como Montejo de la Sierra (346 habitantes) y El Boalo (6.368) sin cajeros ni oficinas despu¨¦s de haber tenido al menos una abierta durante 30 a?os.
Los Ayuntamientos afectados negocian con las cajas y bancos la manera de solucionar este problema. Las entidades explican a los pol¨ªticos locales que mantener sucursales abiertas en todos los pueblos supone un gran gasto que no se pueden permitir en ¨¦poca de recesi¨®n.
Las Administraciones municipales llegan a ofrecer incluso un local gratis donde instalar la sucursal o al menos un espacio donde colocar un cajero, pero las compa?¨ªas llegan a exigir subvenciones de entre 6.000 y 10.000 euros para recalar en la localidad. Tras meses de negociaci¨®n, sobre todo tras las elecciones municipales de mayo, no se ha logrado cerrar ning¨²n acuerdo de este tipo.Caja Madrid atend¨ªa a los clientes de Montejo los jueves durante tres horas y con eso era suficiente, seg¨²n opina el alcalde, Ismael Mart¨ªn, de 44 a?os. Acud¨ªa gente de cuatro pueblos madrile?os de alrededor y otros tantos de Guadalajara. Los internos de la residencia de ancianos y de la de discapacitados, esta ¨²ltima es en la que vive Perea, estaban encantados de conocer semanalmente los movimientos en su cuenta. Cerr¨® a ra¨ªz de la fusi¨®n en la que se vio inmersa la caja regional. "La gente mayor es desconfiada con el dinero. Es una edad en la que algunos se pueden aprovechar de ellos. Les gusta ir en persona y ver cu¨¢nto dinero tienen. Ahora no pueden hacerlo", lamenta Mart¨ªn. Se est¨¢ utilizando tambi¨¦n una furgoneta para desplazar a la gente mayor hasta otra sucursal de Buitrago, un pueblo a 38 kil¨®metros de distancia por carretera.
El alcalde est¨¢ haciendo gestiones con otros bancos y cajas para que instalen en Montejo al menos un cajero. "Intentamos arreglar esta situaci¨®n, pero es muy dif¨ªcil. Nos dicen que est¨¢n recortando personal y oficinas. A un banco que se lo hemos propuesto. Nos pide que pongamos 6.000 euros por los gastos de mantenimiento. Entiendo que son tiempos dif¨ªciles, pero en este pueblo hay gente con ganado y bastante poder adquisitivo", contin¨²a el alcalde. Le preocupa que esto tambi¨¦n afecte a los turistas que cada a?o visitan el Hayedo al no tener c¨®mo llenar su billetera.
Caja Madrid era el grupo financiero con m¨¢s sedes abiertas por los pueblos de Madrid. Como consecuencia de su integraci¨®n en las siete redes de las cajas que conforma Bankia se estableci¨® un plan de disminuci¨®n de capacidad del grupo, una de las exigencias del Fondo de Restauraci¨®n Bancaria Ordenada (FROB). El plan de integraci¨®n, a finales de junio, acumulaba el cierre de 476 oficinas por todo el pa¨ªs y la reducci¨®n de la plantilla era de 2.880 personas, de acuerdo a los datos facilitados por Bankia. Desde la compa?¨ªa se informa de que para estudiar el cierre de una oficina se calibra el volumen de negocio, n¨²mero de clientes y posibilidad de crecimiento, as¨ª como la proximidad entre oficinas y el impacto entre clientes y empleados. Con antelaci¨®n al cierre, explican, se informa a los clientes de cu¨¢l es la sucursal m¨¢s pr¨®xima.
La preocupaci¨®n de Mart¨ªn es la misma que tiene el nuevo alcalde de El Boalo, el socialista Javier de los Nietos. En febrero se anunci¨® el cierre de la oficina, abierta en los a?os ochenta, y la anterior alcaldesa intent¨® impedirlo. Lo hac¨ªa adem¨¢s por un sentido pr¨¢ctico: el Ayuntamiento manejaba en esta sucursal toda su tesorer¨ªa (domiciliaci¨®n, pagos). Una vez al mando del municipio, De los Nietos ha sacado una oferta p¨²blica para que la operadora que quiera, instale un cajero en un espacio p¨²blico y sin pagar nada por ello. "Abrir una sucursal a d¨ªa de hoy es imposible. Nos dicen que el servicio es deficitario", resume el alcalde, "la soluci¨®n que buscamos es la del cajero". La explicaci¨®n que le han dado es que resulta muy costoso desplazar hasta all¨ª un furg¨®n blindado que lleve y traiga los fondos.
"Cambia las rutinas de la gente. Es un fastidio", resume Mercedes L¨®pez, una vecina de 45 a?os. Por ejemplo, la tesorera tiene que desplazarse ahora una vez por semana a Cerceda, donde realiza las gestiones. Mientras, Perea, a 75 kil¨®metros de all¨ª, seguramente est¨¦ en la acera de enfrente del cajero, en su silla de ruedas, viendo c¨®mo otra persona maneja su cuenta.
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