Monse?or y la sirenita
A las 13 del s¨¢bado 13 de agosto se hallaba Monse?or con el agua al cuello como el pa¨ªs entero. Pero su caso no era metaf¨®rico. Tampoco metaf¨ªsico. Ajeno a las vicisitudes de los l¨ªderes europeos y a la voracidad de los mercados, el susodicho Monse?or nadaba placenteramente en aguas de una playa nudista del oriente asturiano cuando, de pronto, una sirenita le sali¨® al paso.
Como todas las sirenas, iba en topless. Dijo llamarse Sherezade y ser forofa del Real Mourinho. Pidi¨® a Monse?or que la llevara a casa para ver los partidos de la Supercopa en su televisor y el ilustre presb¨ªtero accedi¨® a rega?adientes. Odiaba el f¨²tbol. Para ¨¦l, no era sino una causa m¨¢s de agrias controversias, aviesas declaraciones y obtusos comentarios. "?Como si no tuvi¨¦ramos bastante con los pol¨ªticos en su circo y los indignados en nuestras calles!", mascull¨® malhumorado al salir del agua en cueros con la obstinada sirenita en brazos. "El f¨²tbol tambi¨¦n nos proporciona la infantil alegr¨ªa de ver rodar una pelota o el placer y la belleza de una patada bien dada", objet¨® ella. "A pesar del dinero que se derrocha y la fan¨¢tica estulticia que genera, es posible que sea un espect¨¢culo adecuado para entontecer a¨²n m¨¢s a las masas", concedi¨® ¨¦l mientras depositaba a la chorreante joven, mitad mujer y mitad pescado, en el asiento trasero del coche y se sacud¨ªa como un perro mojado antes de enfundarse la sotana.
Odiaba el f¨²tbol. Para ¨¦l, era causa de agrias controversias, aviesas declaraciones y obtusos comentarios
Al comprobar que se trataba de un sacerdote, algunos curiosos le increparon. En verdad, Monse?or era un cura peculiar que, al enterarse de que los ni?os no ven¨ªan de Par¨ªs y de que los padres eran los Reyes Magos, dej¨® tambi¨¦n de creer en Dios y en el ratoncito P¨¦rez. En cambio, parad¨®jicamente, cre¨ªa en los cuentos de hadas y, aquella noche, la bella sirenita del Cant¨¢brico le cont¨® uno de f¨²tbol antes de dormir. Se titulaba Zapatiesta y empezaba as¨ª: la Cenicienta hab¨ªa perdido su zapato a las 12 del s¨¢bado 13, instantes antes de que su carroza volviera a convertirse en calabaza, y el pr¨ªncipe, no sabiendo qu¨¦ hacer con un zapato de cristal, lo lanz¨® al buen tunt¨²n por la ventana del palacio con tan certera fortuna que fue a caer a los pies de la cama del entrenador portugu¨¦s que, desde la pasada temporada, se hab¨ªa erigido en redundante due?o y se?or del Real Mourinho. El zapato en cuesti¨®n era, por supuesto, un remedo de la l¨¢mpara m¨¢gica de Aladino, con la que cualquiera habr¨ªa ganado la Supercopa sin dar un solo puntapi¨¦ al bal¨®n.
Cuando, el domingo por la ma?ana, el due?o y se?or del Real Mourinho se dispon¨ªa a calzarse, brot¨® una voz del zapato: "?S¨¢came de aqu¨ª y te dar¨¦ lo que desees!". El orgulloso portugu¨¦s no sol¨ªa hablar con los zapatos. Pero, por una vez, la curiosidad prevaleci¨® sobre la soberbia. "?Qui¨¦n eres?", indag¨®. "?Soy un genio, idiota!", respondi¨® el zapato mostrando escasa tolerancia ante la ignorancia de su interlocutor. "?Qu¨¦ clase de genio?", insisti¨® el rey del Real. "El genio de la l¨¢mpara o, si lo prefieres, de la botella, ?imb¨¦cil!", precis¨® la voz colmada su paciencia. "?Qu¨¦ haces, entonces, en un zapato?", inquiri¨® el otro. "No es un zapato cualquiera", advirti¨® el genio; "en este zapato ha bebido champ¨¢n la famosa actriz, envenenadora de maridos y amantes, Ana ?lvarez, tambi¨¦n conocida por su belleza. Gracias a inconfesables artima?as, que, por cierto, dejan obsoletas las tuyas, ha conseguido atraparme. ?S¨¢came y no te arrepentir¨¢s! Bastar¨¢ con que repitas para tus adentros las maldiciones que el a?o pasado echaste al infeliz Benzema". "Prom¨¦teme, primero, que ganar¨¦ la Supercopa por 7-0", exigi¨®. "Prometido", corrobor¨® la voz. Pero, cuando el genio sali¨® del zapato, el due?o y se?or del Real Mourinho comprob¨® con terror que el aparecido se parec¨ªa a Zapatero como un zapato izquierdo se acaba pareciendo a un zapato derecho y se temi¨® lo peor. Hasta el empate, 2-2, le pareci¨® un mal menor. Moraleja: no te f¨ªes de tus zapatos, y menos de curas y sirenas.
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