Genio y figura de un hombre de letras
Ernesto Santolaya repasa con vehemencia sus tres d¨¦cadas de carrera como editor y sus proyectos
"Yo soy editor por ser gran lector, no por otra cosa. Y el libro que no encuentro me lo publico, con dos cojones". A sus 76 a?os, Ernesto Santolaya no se jubila y mantiene su pasi¨®n por las apuestas comprometidas como un aventurero de otra ¨¦poca. Hoy, su ¨²ltima batalla como editor la est¨¢ librando con la publicaci¨®n de uno de sus libros de cabecera: la Historia de la Revoluci¨®n Francesa, de Jules Michelet. "El placer de sacar un libro de estos es que, al final, me lo planteo como el ¨²ltimo esfuerzo", indica. S¨ª, lleva muchos a?os queriendo dejarlo, pero siempre le surge una nueva obra, un nuevo desaf¨ªo, como este michelet que fue el primer libro que toc¨® con sus manos a los 13 a?os, no sabiendo ni leer, ni escribir. "Yo ve¨ªa los santos, y por eso lo he publicado con las mismas ilustraciones, que entonces admir¨¦, de Daniel Urrabieta", precisa.
"Con la mente en la rentabilidad, los j¨®venes desean cobrar antes de escribir"
"Yo soy editor por ser gran lector. El libro que no encuentro lo publico"
En la sede de la editorial Ikusager, en el centro de Vitoria, Santolaya, rodeado por centenares de vol¨²menes y originales de los dibujantes de c¨®mics que publica, recuerda la historia de su modesta firma, que vio la luz hace 35 a?os. Como en los cr¨¦ditos de una pel¨ªcula van desfilando nombres como Daniel Chavarria, Paco Ignacio Taibo II, Pierre Mac Orlan, Serguey Dovl¨¢tov, Artur London, o el de Willi M¨¹nzenberg, cuya esplendida biograf¨ªa pol¨ªtica, obra de Babette Gross, est¨¢ teniendo muy buena acogida entre pol¨ªticos, historiadores e intelectuales. "Es como la seducci¨®n de Occidente. En la obra, todos los personajes y todos los comunistas son unos hijos de puta. Yo, que no he sido comunista, porque no he entendido nada, me doy cuenta de que este autor tiene un gran respeto por las formas, y me decido a publicar el libro sobre M¨¹nzenberg, y esa ¨¦poca terrible, centr¨¢ndome en la mec¨¢nica creativa, que es una forma de explicar las obsesiones que tengo y que, si puedo convierto en libro".
As¨ª lo quiere hacer con la pr¨®xima publicaci¨®n de vol¨²menes de Dovl¨¢tov, Mac Orlan o Michel del Castillo para completar su saga biogr¨¢fica. Al recordar que el padre del escritor franc¨¦s, que colabor¨® con el Gobierno de Vichy, denunci¨® a su esposa espa?ola, una "radiofonista" de la Rep¨²blica, y a su hijo a la polic¨ªa, siendo los dos internados en un campo de concentraci¨®n, Santolaya sostiene que la primera frase de una obra bien construida aporta un acicate para el lector, como "Yo ten¨ªa una granja en ?frica...", "En un lugar de la Mancha..." o "Aquella ma?ana, Gregorio Samsa se despert¨® convertido en un insecto..."
El libro de Del Castillo, una visi¨®n de sus relaciones con su progenitor, comienza: "Tengo una cita con mi asesino, se llama Michel y es mi padre". Espeluznante, cuando se sabe que despu¨¦s su madre, "abandon¨® a su hijo y se vendi¨® a los nazis y a Vichy".
El editor confiesa haber descubierto otra "joya" con Bluebird, la obra de una joven escritora bosnia recomendada por todo el arco de la prensa brit¨¢nica, que subraya que "las memorias de guerra no tienen por qu¨¦ ser una lectura deprimente, pueden, incluso, ser divertidas".
Todas esas obras se incluyen en la colecci¨®n Memoria y Literatura, que compite con Memoria y Libertad, para la que los catedr¨¢ticos Antonio Rivera y Santiago de Pablo est¨¢n elaborando un estudio sobre las derechas en ?lava titulado Profetas del pasado.
?Cu¨¢l es el futuro de Ikusager cuando las nuevas tecnolog¨ªas est¨¢n creando nuevos h¨¢bitos de edici¨®n y de lectura? A Santolaya eso no le preocupa. "Que los chavales lean, joder! Ya cambiar¨¢ el que tenga que cambiar. El problema es que la gente no lee, ya no interesa nada a nadie".
Para el editor, lo preocupante no es que se compren libros y no se lean -"Yo lo hago, y alguno no leo porque no tengo tiempo, como mucha gente"-; lo preocupante es que ya no se compran. A?ade que es una batalla perdida y que lo que le mantiene el ¨¢nimo vivo es que desde que empez¨® su carrera se neg¨® siempre a creer que el libro no tiene vida. "Hay que hacerlo bien y, por razones ego¨ªstas, hay que mimarlo como un objeto apetecible. Por muy tradicional que parezca el texto, al margen de las oleadas de la moda, el texto se vender¨¢ siempre".
Santolaya piensa dejar muchos libros en herencia a sus hijos, para que no conviertan la sede de su editorial en una "tienda china". Les lega sus libros y m¨¢s problemas. Adem¨¢s, va a reeditar la Historia de la Revoluci¨®n Francesa porque, si no lo hace ¨¦l, no lo hace "ni Dios".
Mientras tanto, cree que una empresa como la suya tiene futuro si hay alguien lo suficientemente loco y desprendido para entender de qu¨¦ sirve una apuesta como esta. "No es para ganar dinero; es para salvar el bigote cada d¨ªa que pasa. Pero, ?y el placer de hacer aquello que honradamente crees que hay que hacer, eso c¨®mo se paga? Eso es lo que la juventud no entiende", enfatiza.
A su entender, los j¨®venes "tienen una mente prefabricada dispuesta ya para lo que no hay que estar dispuesto, y es eso lo que yo espero que la crisis aclare un poco. Hoy, todo el mundo siente que su ¨²nica evoluci¨®n es la rentabilidad. Por ejemplo, quieren cobrar antes de presentar una obra. Con esa mentalidad de poseer coches, casas, y con eso de la rentabilidad inmediata, se va a peor".
"Me quedo con la satisfacci¨®n del esfuerzo", replica. "El placer de sacar un libro de estos me lo plante¨® como el ¨²ltimo esfuerzo. Hay que seguir haciendo cosas porque el hombre es lo que hace. No cabe la menor duda".
De frase corta, a veces punteada por alg¨²n taco, Santolaya se expresa la mayor¨ªa de las ocasiones de forma vehemente. Ahora, ¨¦l tambi¨¦n est¨¢ "indignado" con las distintas Administraciones a las que ha tenido que acudir para promocionar alg¨²n proyecto, como el homenaje a Alexander Trauner (Budapest, 1906-Omonville, Francia, 1993) un director art¨ªstico que trabaj¨® a las ¨®rdenes de algunos de los mejores directores de cine del mundo, como Orson Welles, Billy Wilder, Marcel Carn¨¦ o Fred Zinneman.
Amante de la literatura y del c¨®mic, de los que saca chispa para su trabajo diario, el veterano editor es tambi¨¦n un apasionado del s¨¦ptimo arte. En uno de los despachos de su firma, cerca de 2.000 pel¨ªculas bien ordenadas demuestran esa pasi¨®n.
Desde hace una d¨¦cada, pelea para conseguir que una exposici¨®n rinda un merecido tributo a Trauner, quien lleg¨® a Vitoria un 18 de octubre de 1963 impresionado por la historia del maquis Quico Sabat¨¦, muerto en un enfrentamiento con la Guardia Civil tres a?os antes.
Como no pudieron rodar la pel¨ªcula Y lleg¨® el d¨ªa de la venganza, que dirigi¨® Fred Zinnemann con Gregory Peck en el papel del guerrillero antifranquista, Anthony Quinn como capit¨¢n de la Guardia Civil y Omar Shariff de cura, Trauner se encarg¨® de fotografiar, pintar, comprar postales y cualquier objeto de Vitoria que le sirviese luego para recrear en los estudios de Par¨ªs una imaginaria ciudad del norte.
"La idea del proyecto", puntualiza Santolaya, "es hacer historia en ese momento de Vitoria, donde dos personajes importantes del s¨¦ptimo arte vieron esta ciudad y se enamoraron del lugar". Fue el ¨²nico contacto que tuvo Vitoria con los grandes del cine, apostilla. Su intenci¨®n es reconstruir la labor de un director de arte del Hollywood cl¨¢sico a partir de los cuadros, dibujos y fotograf¨ªas de ¨¦poca de Trauner, tres cuadros por cada una de sus 23 pel¨ªculas, adem¨¢s de explicar con fichas y notas el proceso creativo del cine.
Visiblemente enfadado por las repetidas negativas a su proyecto, Santolaya arremete contra las autoridades alavesas: "Me produce rabia ver a mi alrededor elementos imperturbables convencidos en su idiotez de que son profundos y tienen el derecho a dirigir el destino de los dem¨¢s. Entiendo que se me diga que no a un proyecto, pero con dignidad y con argumentos". Ernesto Santolaya, (mal) genio y figura.
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