La langosta de Brossa
Sobre el Colegio de Aparejadores el poeta realiz¨® un gigantesco insecto de acero
En cierta ocasi¨®n, el veterano poeta surrealista Jean Jacques Lebel -en nuestra ciudad con motivo de la celebraci¨®n del festival internacional de poes¨ªa Poliphonix 1997-, se sorprendi¨® al comprobar que algunos contenedores para residuos llevaban la inscripci¨®n Brossa Neta. "?Mi amigo Joan es tan famoso aqu¨ª, que hasta le dedican los cubos de basura!", exclam¨®.
Quiz¨¢s la fama de nuestro poeta m¨¢s universal no llegue a tanto; pero a juzgar por la cantidad de sus obras que pueden verse en la v¨ªa p¨²blica, habr¨¢ que reconocerle su papel como uno de los grandes creadores de la moderna iconograf¨ªa de Barcelona.
Hoy me gustar¨ªa regresar a una pieza que ya en su d¨ªa levant¨® r¨ªos de tinta. En 1993, Brossa presentaba una de sus ¨²ltimas obras. Se trataba de la decoraci¨®n de la fachada del Colegio de Aparejadores y Arquitectos T¨¦cnicos de Barcelona. Si se acercan hasta la calle del Buen Pastor -entre Aribau y Muntaner, justo encima de la Diagonal-, ver¨¢n un edificio oscuro y de grandes ventanales, en cuyo dintel luce el nombre de la instituci¨®n que alberga, en 50 grandes letras de colores. Encima, en el espacio que queda entre cada ventana, en una hilera marcial y rectil¨ªnea, otra colecci¨®n de 50 letras chillonas asciende o desciende, seg¨²n lo prefiera el espectador. Pero el detalle hay que buscarlo m¨¢s arriba, en el tejado. Si fuerzan la vista ver¨¢n que sobre el edificio hay una gigantesca langosta, dise?ada por Brossa en plancha de acero, y realizada por el pintor Josep Pla-Narbona.
Cuando le preguntaron por la elecci¨®n de aquel insecto, nuestro poeta s¨®lo esboz¨® una de sus sonrisas picaronas, y asegur¨® que se trataba de un homenaje inconsciente al talento de los aparejadores. Reconozco que a m¨ª nunca me convenci¨® su respuesta, aunque me abstuve de preguntarle por los motivos. Como escribi¨® en una ocasi¨®n Jos¨¦ Bergam¨ªn: "Antes de dar explicaciones, me pego un tiro". Despu¨¦s los hubo que, empachados de simbolismo cirlotiano, aclararon que en ciertas culturas mesoamericanas este animal personificaba la sabidur¨ªa. De hecho, no me extra?a que le escogieran para decorar este lugar. La poes¨ªa de Brossa es un continuo aparejamiento, en su acepci¨®n m¨¢s formal de aparejar, y en su acepci¨®n m¨¢s funcional de formar parejas. Como en una baraja del juego de las familias, Brossa siempre jug¨® a emparejar opciones aparentemente inapropiadas, incluso a desaparejarlas para ver qu¨¦ pasaba. Y siempre pasaba algo.
En este caso basta mirar fijamente ese insecto a los ojos, como si le conoci¨¦ramos. Quiz¨¢s le hemos visto antes sin saberlo; todo podr¨ªa ser. Siguiendo la l¨®gica del juego de las familias, este bicho tendr¨ªa que tener su correspondiente pareja. Como por arte de ilusionista aparecemos en la Baixada de Santa Clara, junto a la catedral. Alcen la vista y, a punto de tort¨ªcolis, ah¨ª la tienen. Bajo el tejado del palacio del Lloctinent podr¨¢n ver otra langosta de piedra, en forma de g¨¢rgola. ?sta es renacentista y cuentan que fue colocada en este lugar como recordatorio de una plaga que asol¨® los campos de los alrededores; una plaga tan letal como la que detuvo el rezo a la Virgen de la Merced, motivo que la llev¨® a ser patrona local en el siglo XVII. M¨ªrenla bien y ver¨¢n la semejanza; agazapada, dispuesta a devorar tres campos. A punto de dar un salto y perderse en direcci¨®n a la Diagonal, a buscar a su doble. Como le gustaba repetir a Brossa: "Para llegar a lugares desconocidos hace falta hacerlo por caminos desconocidos".
Sobre el tejado de los aparejadores y de los arquitectos t¨¦cnicos, una langosta parece haber devorado un libro del que caen, como migajas a medio comer, letras de 16 diferentes colores. La pata del animal forma una letra A, de aparejadores; quiz¨¢s sea ¨¦sta la pr¨®xima letra a punto de caer. Quiz¨¢s la langosta lanza letras que, por arte de magia, componen el letrero de abajo. ?Ser¨¢ una plegaria abstracta? ?Ser¨¢ la pareja desparejada de su parienta petrificada, que espera el momento de encontrarse para convertirse en plaga? ?Ten¨ªan algo que ver los miedos antiguos con el homenaje inconsciente? ?Por qu¨¦ esta langosta b¨ªblica incluye una inscripci¨®n como las de las viejas iglesias?
Ahora miren al suelo. En la esquina de Bon Pastor, sobre el asfalto una placa reza: In honorem Ioannis Brossa, poeta et fabri Barcinone. La poes¨ªa nos libre de las plagas. Am¨¦n.
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