Un te¨®logo en el santuario del poder
El papa Ratzinger quiere recuperar a Espa?a para la Iglesia de Roma
"Sin Papa no hay JMJ [Jornada Mundial de la Juventud]", ha dicho el cardenal Rouco. Efectivamente, si no viniese el Papa, la jornada mundial de la juventud ser¨ªa apenas una an¨¦cdota en el calendario evangelizador de la jerarqu¨ªa cat¨®lica. El Papa es quien garantiza masas y entusiasmos, adem¨¢s de la implicaci¨®n del Estado e, incluso, la pol¨¦mica, que siempre viene bien para calentar ambientes. Pero las JMJ fueron una creaci¨®n del polaco Juan Pablo II, que era atl¨¦tico y din¨¢mico, y un gran actor. "El Papa de los j¨®venes", lo defini¨® Rouco en el serm¨®n inaugural de la JMJ.
Ratzinger, en cambio, no es un l¨ªder de j¨®venes, sino un pensador retra¨ªdo, poco dado a exhibiciones. Un intelectual. En 2005 sucedi¨® a Juan Pablo II cuando ya hab¨ªa cumplido 78 a?os. Desde entonces ha tenido que acostumbrarse a viajar y, poco a poco, se ha convertido tambi¨¦n en un hombre de multitudes, liberado por fin del bald¨®n de haber sido durante d¨¦cadas el gran Inquisidor de la Iglesia de Roma.
De joven fue un te¨®logo partidario del di¨¢logo con otras religiones
Desde 1981 se hizo verdugo de los que dec¨ªan lo que ¨¦l antes pensaba
Joseph Alois Ratzinger naci¨® en Marktl am Inn (Alemania) en 1927. Con 12 a?os entr¨® en un seminario, pero tuvo que abandonarlo cuando Hitler, con la guerra ya perdida, llam¨® al ej¨¦rcito a muchachos de apenas 16 a?os. Ratzinger fue, por tanto, soldado de la Alemania nazi. Pese a que ha hablado poco de esa experiencia, debi¨® marcar su car¨¢cter. Tambi¨¦n ha servido a sus detractores para atribuirle influencias y maneras totalitarias.
El joven Ratzinger recomenz¨® con 19 a?os sus estudios, que termin¨® en la Universidad de Munich. El cardenal Von Faulhaber lo orden¨® sacerdote en 1951 junto a su hermano Georg. Poco despu¨¦s, ya ense?aba teolog¨ªa en la Universidad de Ratisbona.
Entre 1962 y 1965, particip¨® como experto en el Concilio Vaticano II, como asesor del cardenal de Colonia. Era entonces un te¨®logo de apertura, moderno, incluso atrevido, partidario de abrir el di¨¢logo con las otras religiones. Pero el sue?o juvenil ya llevaba el veneno de la prepotencia: fue Ratzinger el inspirador de la declaraci¨®n Dominus Iesus, firmada por Juan Pablo II en 2000 sobre la Iglesia cat¨®lica como ¨²nica religi¨®n de salvaci¨®n (o verdadera). Antes, hab¨ªa aceptado del papa Pablo VI el cargo de arzobispo de Munich (1977) y la dignidad del cardenalato cuatro a?os m¨¢s tarde.
De la ¨¦poca del Ratzinger aperturista es esta frase: "Lo que necesita la Iglesia de hoy no son panegiristas de lo existente, sino hombres en quienes la humildad y la obediencia no sean menores que la pasi¨®n por la verdad".
Este era el Ratzinger profesor brillante, te¨®logo libre y compa?ero de los mejores pensadores cristianos del siglo (Rahner, Congar, Schillebeeckx, K¨¹ng, entre los m¨¢s conocidos), con algunos de los cuales comparti¨® editorial, revistas y c¨¢tedras. Sus afanes reformistas durar¨ªan lo que el polaco Juan Pablo II tard¨® en atraerlo al santuario del poder vaticano para encumbrarlo (1981) a la presidencia de la poderosa Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe, que es como decidi¨® llamar al viejo y terrible Santo Oficio de la Inquisici¨®n. Entonces, el Ratzinger te¨®logo se convirti¨® en juez y verdugo de cientos de te¨®logos, a los que castig¨® sin miramientos por sostener muchas veces lo que antes ¨¦l mismo pensaba.
He aqu¨ª otros pensamientos de su juventud, sacados de su libro El nuevo pueblo de Dios, de 1969.
Oficios laicales. "Cristo no fue sacerdote, sino laico. No pose¨ªa ning¨²n oficio. Cristo no se entendi¨® a s¨ª mismo como int¨¦rprete de deseos y esperanzas humanos, algo as¨ª como voz del pueblo, como su mandatario secreto o p¨²blico, ni comprendi¨® su misi¨®n desde abajo, como si dij¨¦ramos en sentido democr¨¢tico".
Libertad del cristiano. "No es azar que los grandes santos no solo tuvieron que luchar con el mundo, sino tambi¨¦n con la Iglesia, con la tentaci¨®n de la Iglesia a hacerse mundo, y bajo la Iglesia y en la Iglesia tuvieron que sufrir un Francisco de As¨ªs o un Ignacio de Loyola, que, en su tercera prisi¨®n durante 22 d¨ªas en Salamanca, aherrojado entre cadenas, permaneci¨® en la c¨¢rcel de la Inquisici¨®n, y todav¨ªa le quedaba alegr¨ªa y fe".
Nueva teolog¨ªa. "El concilio manifest¨® e impuso su voluntad de cultivar de nuevo la teolog¨ªa desde la totalidad de las fuentes, de no mirar estas fuentes ¨²nicamente en el espejo de la interpretaci¨®n oficial de los ¨²ltimos cien a?os, sino de entenderlas en s¨ª mismas. Hasta entonces era costumbre mirar la Edad Media como el tiempo ideal cristiano. La Edad Moderna, en cambio, se conceb¨ªa como la gran apostas¨ªa".
Primado. "En todo el mundo cristiano se mov¨ªa una tropa de sacerdotes sometidos al Papa sin el eslab¨®n de un prelado local. San Bernardo nos recuerda que no somos el sucesor del emperador Constantino, sino el sucesor de un pescador".
No ha sido Ratzinger un papa viajero, aunque se ha movido m¨¢s de lo que pensaron quienes le conocen. Ha realizado 19 viajes fuera de Italia y 23 a di¨®cesis italianas. A Espa?a ha venido tres veces, incluyendo esta visita. Demuestra as¨ª su gran preocupaci¨®n por el futuro del catolicismo espa?ol, anta?o reserva espiritual de Europa y sumido hoy en deserciones y cismas. Es un diagn¨®stico f¨¢cil de dictar a partir de una idea que el cardenal Rouco lleva a?os afirmando, es decir, su creencia de que Espa?a es hoy "un pa¨ªs de misi¨®n".
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