"?Que vea todo el mundo que los cat¨®licos no somos aburridos!"

"?Y el Papa ya est¨¢ en Espa?a!". Por los altavoces de la plaza de Col¨®n de Madrid, l¨ªmite norte del territorio de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), un pinchadiscos anima a gritos a la muchedumbre. Cientos de miles de j¨®venes aguardan el papam¨®vil. Hasta que llegue, con previsi¨®n de 36 grados y a pleno sol, toca mantener la alegr¨ªa. "?Que vea todo el mundo que los cat¨®licos no somos aburridos!", clama el dj.

Las grandes avenidas del centro, tomadas por los peregrinos, parecen una gigantesca discoteca light, con m¨²sica y baile pero sin alcohol. Se suceden La Macarena ("?aaaaay!"), Bamboleo ("porque mi vida yo la prefiero vivir as¨ª") y el Waka-waka, la m¨¢s aclamada: "?Porque esto es ?frica!".

Las 27 pantallas de televisi¨®n retransmiten im¨¢genes del Pont¨ªfice y el eslogan de "la fiesta de la fe". "Empapaos, cubr¨ªos enteros de agua", recomiendan. Hay operarios con mangueras que riegan a los asistentes y espont¨¢neos que mojan al que quiere y al que no. Los servicios de emergencia atendieron a 279 personas ayer. De ellas, 12 fueron trasladadas a hospitales.

Ratzinger mostr¨® en el avi¨®n su preocupaci¨®n por el paro juvenil (que alcanza el 45% en Espa?a). Redes Cristianas, contraria al boato de la visita, critic¨® que la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica no abriera asambleas a los j¨®venes para saber qu¨¦ quieren.

?Qu¨¦ le preocupa a la juventud del Papa? Diez peregrinos espa?oles enumeraron ayer durante la espera los que consideraban los tres principales problemas de su edad. Los que m¨¢s se repet¨ªan, la falta de valores y el relativismo. Solo dos citaron el paro. El perfil del peregrino es un joven de 22 a?os, universitario y con trabajo, seg¨²n los organizadores de la JMJ. Solo un 6% est¨¢ desempleado. Casi como Bel¨¦n Alonso, burgalesa de 21 a?os y profesora de m¨²sica en una guarder¨ªa. "Estamos acostumbrados a tenerlo todo, no sabemos qu¨¦ es lo importante", reflexiona sentada a la sombra. A su lado, un grupo de portuguesas ense?a un cartel tentador: "Free Hugs" (abrazos gratis). Hay cola.

Antonio Jes¨²s Guzm¨¢n, sacerdote malague?o de 31 a?os, dej¨® a su pareja porque le sab¨ªa a poco y enseguida tom¨® los h¨¢bitos. "Necesitaba darme en todos los sentidos". Le inquieta que los j¨®venes no tengan "un futuro claro laboral y familiar". El pinchadiscos persiste: "?Que griten los chicos!". Clamor. "?Que griten las chicas!". Clamor m¨¢s sonoro. Y pide una ola.

El voluntario David Bermejo, administrativo madrile?o de 34 a?os, echa en falta "respeto". Es el encargado de cuidar un colegio de acogida. El mi¨¦rcoles, tras la manifestaci¨®n laica que enfrent¨® a convocantes y peregrinos y acab¨® con ocho detenidos, sus hu¨¦spedes llegaron "aterrados". "Les tiraron condones a la cara", lamenta.

Legalizar el cond¨®n

"?Esta es la juventud del Papa!", grita en una esquina abarrotada de Alcal¨¢ Ana Orejana (25 a?os, madrile?a, profesora). "Tenemos que hacer de los j¨®venes gente comprometida", pide. "Lo m¨¢s importante es el encuentro con Jesucristo". Al otro lado de Cibeles, el joven Rub¨¦n -bachiller de 17 a?os de Campo de Criptana (Ciudad Real)- es m¨¢s prosaico. "Lo peor es que nos gusta demasiado la fiesta". Y a?ade sin pausa: "La Iglesia deber¨ªa legalizar el cond¨®n, porque eso s¨ª que no es un problema". Cuatro parejas de scouts franceses repiten detr¨¢s los mismos pasos de baile canci¨®n tras canci¨®n.

Se acaba el pop. "El Papa sale de Nunciatura", anuncian desde el estrado. El Pont¨ªfice cruza el arco de la Puerta de Alcal¨¢. Las chicas se suben a hombros de los chicos. Las banderas ondean. Los j¨®venes gritan: "?Benedicto!" conforme el coche oficial se acerca. Pasa despacito, con las ventanas abiertas y saludando. "?Lo hemos visto, lo hemos visto!", se emocionan dos amigas. Todos miran sus m¨®viles para ver c¨®mo ha quedado la imagen del Pont¨ªfice para la posteridad.