Talavante hace el toreo grande
Lleg¨® por la puerta de atr¨¢s, la de la sustituci¨®n y estuvo a punto de abrir la puerta grande. Alejandro Talavante hizo el toreo bueno en el sexto de la tarde. Ese que para el tiempo, el que convierte a los tendidos en un rumor constante, cargado de expectaci¨®n y con un rugido cerrando cada muletazo.
Como me dijo un veterano aficionado la segunda vez que fui a Las Ventas, el toreo bonito hace decir ole, con la o abierta, haciendo fuerza en la ele; sin embargo, el toreo bueno es el que arranca ol¨¦s, con la fuerza en la o y desde la garganta. Estos ¨²ltimos son los que se oyeron ayer en Illumbe durante diez minutos, que valieron por toda la feria. Hicieron olvidar los malos ratos de los d¨ªas pasados.
GARCIGRANDE / JULI, CID Y TALAVANTE
Cuatro toros de Garcigrande, el quinto sustituido por un sobrero de Domingo Hern¨¢ndez, y dos toros de Domingo Hern¨¢ndez, bien presentados, nobles y con calidad, salvo el cuarto y el quinto.
El Juli: estocada trasera (oreja) y pinchazo, estocada desprendida y descabello (silencio).
El Cid: estocada (oreja) y estocada ca¨ªda (saludos).
Alejandro Talavante: pinchazo, estocada desprendida y descabello (saludos) y pinchazo y estocada contraria (oreja).
Plaza de Illumbe. 18 de agosto de 2011. Media entrada. Quinta de la Semana Grande.
Cuando son¨® el pasodoble, el espada pidi¨® silencio
Ayer nadie ten¨ªa prisa por abandonar su localidad y eso que no sal¨ªa nadie en hombros, porque Talavante se dej¨® escapar la puerta grande en un pinchazo recibiendo que le hizo perder una segunda oreja m¨¢s que merecida. Esa es la grandeza del toreo, su capacidad para arrebatar a los miles de personas que tras la corrida se aprestaban alrededor de la plaza para comentar la faena de Talavante.
El extreme?o lo hizo todo bien. El de Garcigrande fue un buen toro, pero exigente, de los que protestaba cuando el torero no hac¨ªa bien las cosas, pero ¨¦se fue el merito de Talavante. Siempre con sitio, con quietud y con mando, fue amasando las series de una forma ligada y por bajo, muy templado. Los tendidos fueron rugiendo ol¨¦s de los fuertes, casi sordos. Espaci¨® las series en descansos largos, que pon¨ªan la plaza en trance para volver a vibrar.
Cuando son¨® el pasodoble, el espada pidi¨® silencio. Aquella faena no necesitaba animaci¨®n; se bast¨® por s¨ª sola. A los profundos naturales antes de cambiar de estoque, le siguieron cuatro ayudados por bajo de extraordinaria belleza, lentos y que fueron el perfecto remate de una faena colosal. Luego, el pinchazo y la estocada.
El paso de Alejandro Talavante por San Sebasti¨¢n ha sido inmejorable. El martes roz¨® la puerta grande tras una gran faena y ayer volvi¨® a demostrar que hace el toreo bueno, el que pone de acuerdo a los aficionados y a los reci¨¦n llegados. Antes de la corrida tambi¨¦n fue la sorpresa de la tarde. Manzanares avis¨® a ¨²ltima hora del mi¨¦rcoles que ser¨ªa baja por una lesi¨®n en el brazo y la empresa donostiarra pens¨® en Talavante por su buena actuaci¨®n del martes. Al final, fue un acierto.
La tarde de las figuras fue la que trajo un buen encierro, el de Garcigrande, que ech¨® tres toros buenos y los tres acabaron sin una oreja. Tuvieron movilidad, calidad en la embestida y emoci¨®n, porque transmitieron mucho en sus embestidas.
El Juli fue el ¨²nico que qued¨® del cartel anunciado y no tuvo su d¨ªa. A su primer toro le falt¨® fuerza y al torero le falt¨® decisi¨®n para pas¨¢rselo m¨¢s cerca y con menos ventajas. Ante el cuarto, un astado m¨¢s complicado a punto de cumplir los seis a?os, El Juli no quiso tragar, porque cuando se cruz¨® el tor¨® pas¨®, pero el precio para arrancar los muletazos era demasiado alto como para intentarlo.
La buena tarde de El Cid qued¨® difuminada por la exquisitez de Talavante. El sevillano se mostr¨® firme con su buen primer toro, aunque estuvo por debajo del de Domingo Hern¨¢ndez. Bien, pero debi¨® estar mejor. El quinto, sobrero del mismo hierro, fue complicado y su labor no pas¨® de suficiente.
Una tarde completa, entretenida y amena, que tuvo dos buenos primeros platos y que cuando parec¨ªa perderse en una cuesta abajo, lleg¨® el exquisito postre de Talavante. ?Qu¨¦ buen sabor!
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