La vida 'hippy' iza bandera
San Pedro, una cala que resiste ante el empuje de la especulaci¨®n
Es una superviviente. Una de las pocas playas del Parque Natural de Cabo de Gata-N¨ªjar (Almer¨ªa) que, a¨²n siendo muy c¨¦lebre y destino anual de miles de visitantes, se resiste a cambiar su imagen. La cala de San Pedro (N¨ªjar) se atrinchera. Huye de la especulaci¨®n, de la multitud dominguera, de barbacoas y de far¨¢ndulas. Este rec¨®ndito lugar sigue siendo sin¨®nimo de vida hippy donde la m¨¢xima es el deleite de los sentidos, comenzando por la vista.
La cala se advierte desde Las Negras, peque?o n¨²cleo de vida tranquila y marinera que tambi¨¦n trata de mantenerse a salvo de los efectos nocivos de la especulaci¨®n. Es paso obligado para ir a San Pedro, donde se puede llegar a pie o en barca.
Los usuarios de la playa priman el respeto con el medio ambiente
Este rinc¨®n almeriense est¨¢ lleno de cuevas pobladas todo el a?o
Antonio Piedra utiliza este ¨²ltimo medio de transporte desde hace 40 a?os y el paisaje nunca deja de sorprenderle. Es patr¨®n de una de las cinco barcas que realiza el trayecto Las Negras-cala San Pedro.
Da dos o tres viajes de ida y vuelta y acuerda la hora de regreso con los clientes entre los que figuran pol¨ªticos, conocidos rostros de la televisi¨®n y artistas de cuya identidad prefiere no dar detalles por prudencia. En el viaje se divisan otras peque?as calas que despiertan el inter¨¦s de los pasajeros. Su inquietud la satisface el barquero quien ha contado en m¨¢s de una ocasi¨®n la historia del nombre de su pueblo, Las Negras. "No es por que las mujeres quedaran viudas y vistieran de negro. Mi t¨ªo, que muri¨® con 100 a?os, me dijo que fue porque vinieron a vivir a un barranco dos mujeres de color" hecho que, seg¨²n su familia, rebautiz¨® a este n¨²cleo costero que anteriormente se llamaba Los Almacenes.
Poco antes de poner el pie en la cala, los que se disponen a conquistarla por vez primera se interesan por su leyenda. "Muchos quieren saber la historia de la compra de la cala y de la gente que vive all¨ª", afirma Antonio.
La mayor parte de los terrenos de este trozo de para¨ªso fueron adquiridos por un particular, Daniel Navarro, hace 15 a?os. Su intenci¨®n, explica, es convertir el lugar en una especie de resort con la recuperaci¨®n del castillo -accesible aunque actualmente est¨¢ en ruinas- y la puesta en valor para la actividad agr¨ªcola de las fincas de San Pedro. "Como estaba la zona en la d¨¦cada de los cuarenta", recuerda el propietario que, por otro lado, se muestra ansioso por desalojar la cala al entender que se realiza una ocupaci¨®n ilegal de su terreno.
No se refiere al ba?ista, que tiene pleno derecho, sino a las decenas de personas que hacen de San Pedro su residencia permanente al haberse establecido en cuevas y otros recovecos de este singular espacio. All¨ª viven de manera sencilla, tranquila y, de momento, sin contratiempos.
Estas personas son los pobladores permanentes de la cala que miran con indiferencia al visitante eventual llamado a este pedazo de tierra imbuido por el esp¨ªritu hippy.
El nudismo es otro de los atractivos que ofrece San Pedro cuyos habitantes y usuarios son exigentes con el respeto medioambiental: no hay colillas, ni restos de bocadillos, servilletas o latas. No est¨¢n permitidos los vicios adquiridos en la llamada civilizaci¨®n. Cada uno debe llevarse su basura de regreso y como vino, ya fuese por mar o tierra. A estos les espera un camino m¨¢s largo.
En la ruta a pie -el otro trayecto alternativo que se realiza igualmente desde Las Negras- se emplea una hora aproximadamente. Este a?o est¨¢ permitida la entrada de veh¨ªculos y su aparcamiento cerca de la orilla en un solar privado habilitado por el propietario de los terrenos de la cala. El servicio cuesta siete euros, pero es una opci¨®n muy aceptada este a?o para evitar la carga de peso.
Todo vale pare llegar a destino y ver pasar el d¨ªa en San Pedro, una cala que regenera la mente y el cuerpo cuando se disfruta en toda su dimensi¨®n.
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