Una cuchillada en el pecho
Tras una violenta discusi¨®n y 13 a?os de palizas, Ana Mar¨ªa apu?al¨® mortalmente a su marido en presencia de dos hijos
Otras veces hab¨ªa funcionado. Ana Mar¨ªa le amenazaba con lo primero que ve¨ªa a mano, como un cuchillo de cocina, y Ricardo Mart¨ªn, su marido, la dejaba en paz. Aquel d¨ªa, 26 de agosto de 2008, no logr¨® asustarle. ?l hab¨ªa bebido mucho y sigui¨® peg¨¢ndole pu?etazos y patadas en la cabeza. Ella se defendi¨® con un cuchillo. Ricardo Mart¨ªn muri¨® desangrado en el rellano de la escalera de la casa de Almer¨ªa en la que ambos viv¨ªan de alquiler, en brazos de su mujer.
Ana Mar¨ªa T., natural de Mendoza (Argentina), ten¨ªa 35 a?os el d¨ªa que apu?al¨® mortalmente a su marido, tambi¨¦n argentino, de 40, tras una violenta discusi¨®n. Se hab¨ªan conocido 13 a?os antes en su pa¨ªs. Ella ya ten¨ªa entonces dos hijos de relaciones anteriores: Javier, de 16 a?os, y Lucas, de 13. El maltrato empez¨® pronto, seg¨²n Ana Mar¨ªa. Su madre intent¨® que no vinieran a Espa?a porque ya en Argentina Mart¨ªn le hab¨ªa roto a su hija la nariz de una paliza y ella hab¨ªa intentado suicidarse con pastillas. Seg¨²n relata una amiga ¨ªntima de la pareja, ella decidi¨® venir con ¨¦l a Espa?a en 2001 porque pens¨® que ¨¦l cambiar¨ªa y porque quer¨ªa darle a sus hijos "un futuro mejor".
Ella le hab¨ªa escrito una carta para rogarle que no le pegara m¨¢s y dici¨¦ndole que le amaba
No fue as¨ª. Cambiaron de pa¨ªs, pero no de vida. El maltrato f¨ªsico y psicol¨®gico continu¨® en Almer¨ªa. Ana Mar¨ªa ocultaba los moratones con gafas de sol y no sal¨ªa de casa hasta que se recuperaba de los golpes, seg¨²n una amiga. En Espa?a volvi¨® a intentar suicidarse, esta vez cort¨¢ndose las venas.
26 de agosto de 2008, cuarto piso del n¨²mero 25 de la calle de Lop¨¢n de Almer¨ªa. Ana Mar¨ªa plancha en casa. Mart¨ªn ha salido a pasear con la hija que ambos tienen en com¨²n, Martina, de ocho a?os. El mayor, de 16, est¨¢ en la feria. Mart¨ªn regresa a la vivienda hacia las diez de la noche. Cena con Ana Mar¨ªa: cerveza, queso y patatas fritas. ?l ya ha bebido mucho, pero baja a la calle a comprar otro litro de alcohol. Al regresar empieza a insultar a su mujer: "?Eres una puta! ?Me lo has quitado todo!". Ana Mar¨ªa, que no quiere que sus dos hijos peque?os presencien la discusi¨®n, los manda a la habitaci¨®n del mayor a ver una pel¨ªcula. Es medianoche.
Mart¨ªn parece calmarse y Ana Mar¨ªa decide irse a dormir. Antes de meterse en su habitaci¨®n comprueba que sus dos hijos peque?os se han acostado tambi¨¦n. Ambos duermen. Mart¨ªn va cada poco al dormitorio y ella piensa que lo hace porque est¨¢ viendo canales pornogr¨¢ficos y quiere comprobar si est¨¢ dormida. Se levanta para ir al ba?o y al acercarse al sal¨®n comprueba que, en efecto, ¨¦l est¨¢ viendo porno. Le reprocha que lo haga despu¨¦s de haberle prometido que no lo har¨ªa m¨¢s con los ni?os en la casa. Mart¨ªn se enfada.
La discusi¨®n sube de tono. Mart¨ªn, que ha seguido bebiendo, comienza a pegarle a su mujer pu?etazos y patadas por todo el cuerpo, seg¨²n la declaraci¨®n de Ana Mar¨ªa. Ella coge el tel¨¦fono para intentar llamar a su hijo mayor y pedir ayuda. Mart¨ªn se lo arrebata y lo rompe lanz¨¢ndolo al suelo. Ana Mar¨ªa agarra entonces el cuchillo que hab¨ªan utilizado para cortar el queso que hab¨ªan estado cenando. Pero esta vez, en lugar de asustarle, ¨¦l se enfurece a¨²n m¨¢s. Mart¨ªn sigue d¨¢ndole pu?etazos en la cabeza. La tira al sill¨®n del sal¨®n y ella intenta apartarlo con los pies. Lo desplaza a la mesa. Ella le apu?ala en el pecho. Son aproximadamente las tres de la madrugada.
Seg¨²n su declaraci¨®n, Ana Mar¨ªa no vio sangre tras esa primera pu?alada. Mart¨ªn sigue agredi¨¦ndola. Ella vuelve a apu?alarle, esta vez por la espalda y esta vez de forma mortal. El cuchillo le atraviesa el pulm¨®n. Ella grita pidiendo ayuda. Mart¨ªn sale de la casa arrastr¨¢ndose a gatas. En las paredes quedan huellas de manos ensangrentadas. Ella aprovecha para cerrar la puerta con el pestillo, pero entonces ¨¦l empieza a llorar y a pedir que le abra, y, seg¨²n su declaraci¨®n, Ana Mar¨ªa lo hace porque le da pena. Al abrir ve a su marido en un charco de sangre.
Los dos hijos peque?os est¨¢n en la vivienda presenciando los hechos. Ana Mar¨ªa le pide al mayor un trapo para taponar la herida de su padre y que aporree la puerta de los vecinos para pedir ayuda.
Una de las vecinas sale al descansillo. La escena que se encuentra es dantesca. Mart¨ªn sangra abundantemente por la boca y por el pecho, y Ana Mar¨ªa tapona la herida mientras grita: "?Mart¨ªn, Mart¨ªn, no te duermas!". Ha perdido tanta sangre que cae por la escalera. Ana Mar¨ªa le pide a su vecina que llamen a una ambulancia. Llega 15 minutos despu¨¦s, con la polic¨ªa. Los m¨¦dicos ya no pueden hacer nada para reanimarle. Mart¨ªn ha muerto desangrado a la puerta de su casa en brazos de su mujer.
A las seis y media de la ma?ana, el titular del Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero cuatro de Almer¨ªa, acompa?ado por dos m¨¦dicos forenses del Instituto de Medicina Legal de la ciudad, procede al levantamiento del cad¨¢ver. Ana Mar¨ªa reconoce inmediatamente haber apu?alado a su marido, tras una fuerte pelea en la que temi¨® por su vida.
La polic¨ªa traslad¨® a primera hora de la ma?ana a los tres menores a un centro de acogida. Ni Ana Mar¨ªa ni Mart¨ªn ten¨ªan familiares en Almer¨ªa que pudieran hacerse cargo de los ni?os, as¨ª que la Junta de Andaluc¨ªa asumi¨® su tutela.
La vecina que encontr¨® a la pareja en un charco de sangre relat¨® que ya les hab¨ªa o¨ªdo discutir violentamente en otras ocasiones y record¨® en su declaraci¨®n que la hija peque?a de la pareja, de ocho a?os, hab¨ªa llamado varias veces a su puerta llorando. Una vez, para decirle que su padre hab¨ªa pegado a su hermano mayor por un trozo de pan, y otra, para contarle que sus padres se iban a separar.
Nancy, amiga del matrimonio, al que conoc¨ªa desde hac¨ªa cinco a?os, corrobor¨® que Mart¨ªn no solo maltrataba a Ana Mar¨ªa. Tampoco trataba bien a los dos ni?os que no eran suyos. Al mayor le puso una vez el ojo morado de un pu?etazo. Sol¨ªa insultarles reproch¨¢ndoles que com¨ªan mucho y se gastaban todo su dinero. Empleado de la construcci¨®n, Mart¨ªn pasaba largas temporadas en el paro y pagaba su frustraci¨®n con su familia. Nancy tambi¨¦n declar¨® que pegaba constantemente a Ana Mar¨ªa, a la que visit¨® varias veces en su casa sin conseguir que ella se quitara las gafas de sol que ocultaban los moratones.
Como tantas v¨ªctimas de malos tratos, Ana Mar¨ªa, desempleada, nunca hab¨ªa denunciado a su marido. No ten¨ªa ingresos propios y nunca se atrevi¨® a dejarle o pedir una orden de alejamiento. Ninguno de los dos ten¨ªa antecedentes penales.
Hasta el final estuvo convencida de que ¨¦l pod¨ªa cambiar, de que alg¨²n d¨ªa terminar¨ªan los golpes. Poco antes de matarle tras aquella violenta discusi¨®n el 26 de agosto de 2008 le hab¨ªa escrito una larga carta rog¨¢ndole que no le pegara m¨¢s y tratando de convencerlo, pese a sus enfermizos celos, de que estaba enamorada de ¨¦l.
La noche en que mat¨® a su marido, Ana Mar¨ªa tuvo que ser hospitalizada por los golpes que hab¨ªa recibido. Fue la primera y ¨²nica vez que acudi¨® a un hospital para ser atendida por una agresi¨®n de su marido. Seg¨²n relat¨® su amiga, se avergonzaba de ser una mujer maltratada.
Ana Mar¨ªa fue encarcelada temporalmente. Sus hijos, que hab¨ªan presenciado la grotesca escena, recibieron tratamiento psicol¨®gico. Durante el tiempo que pas¨® en prisi¨®n fueron a visitarla varias veces. Su madre los ve ahora una vez por semana. Est¨¢ en libertad, aunque tiene prohibido abandonar Espa?a. Trabaja cuidando a una pareja de ancianos en un pueblo de Almer¨ªa y espera fecha de juicio.
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