Ocho perlas Canadienses
Viene el lehendakari?". Dos mocetones de la organizaci¨®n charlan en la explanada del Museo Guggenheim de Bilbao. En unas horas, all¨ª tocar¨¢ Arcade Fire. Y s¨ª, tiene l¨®gica que a su reclamo aparezca Patxi L¨®pez: el pol¨ªtico del PSE es musiquero y, por lo visto, de paladar indie. Ahora mismo no hay banda m¨¢s incandescente en el universo indie que Arcade Fire. Actuaban en los ¨²ltimos Grammy y, ante el pasmo general, se llevaron el premio gordo, el ?lbum del A?o, por The suburbs. Un shock para p¨²blico e industria. Alg¨²n pez gordo pag¨® un anuncio para denunciar lo que ve¨ªa como manipulaci¨®n: esa m¨²sica, dec¨ªa, no est¨¢ pensada para las masas y deb¨ªa quedar en los m¨¢rgenes, en los premios menores de la Academia. Lo contrario supon¨ªa un insulto a Lady Gaga, Justin Bieber o quien sea el ¨²ltimo estajanovista del showbiz.
As¨ª se definen: sonido grande, aliento ambicioso y constantes cambios; cada m¨²sico maneja diferentes instrumentos
Arcade Fire no suscribe el modelo "sexo, drogas y 'rock and roll' que suele acompa?ar al estrellato musical
"?C¨®mo ¨ªbamos a pensar en competir en los Grammy? Rihanna o Lady Gaga hacen v¨ªdeos pr¨¢cticamente porno"
Pero, amigo, eso era antes, en el antiguo r¨¦gimen, cuando reinaban las cuatro multinacionales. Con la debacle, todo ha encogido: ya no hay tanta distancia entre el mainstream (la corriente principal, ahora poblada de divas carnales) y el sidestream (lo underground, repleto de chicos chupados). Si sumamos la ampliaci¨®n de la base de votantes y los impulsos del voto ¨²til, eso explica que, zas, la Virgen se aparezca a estos ocho m¨²sicos procedentes de una cantera tan insospechada como Montreal, capital del Canad¨¢ franc¨®fono.
Bichos raros, adem¨¢s. El cabecilla de la banda, Win Butler, hace honor a su talla gigantesca y desaparece rumbo a una cancha de baloncesto. "No protestes", me consuelan, "tiene un trato dif¨ªcil". L¨¢stima: quer¨ªa preguntarle por su abuelo, el legendario guitarrista Alvino Rey. Para hacer los honores a la prensa esperan dos de sus compa?eros y, por separado, su esposa, la irresistible R¨¦gine Chassagne, de sangre haitiana. Ella sirve de toma a tierra, conectando el fantasioso universo de la banda con ese valle de l¨¢grimas que llamamos Hait¨ª: en cada concierto, un puesto de merchandising genera ingresos destinados a Partners In Health, ONG que proporciona cuidados m¨¦dicos a (una peque?a parte de) los necesitados.
R¨¦gine evita hablar de la pol¨ªtica haitiana. Su familia huy¨® a Canad¨¢ para dejar atr¨¢s el r¨¦gimen asesino de Duvalier. Pero hoy no tiene nada que decir sobre la vuelta del hijo del dictador o la ins¨®lita meloman¨ªa de los haitianos: en las ¨²ltimas elecciones estuvieron a punto de enfrentarse dos cantantes, Wyclef Jean y Sweet Micky (gan¨® el ¨²ltimo). Su argumento: "Con todo, Hait¨ª es una democracia. Si criticas el sistema, alguien se aprovechar¨¢ para derribarlo. ?Mira lo que pas¨® con Aristide!". Sigue una amable discusi¨®n sobre historia caribe?a.
Lo refrescante de Chassagne es su naturalidad. Formada en conservatorios de Montreal, tocaba m¨²sica medieval y, para vivir, cantaba jazz en locales peque?os. Un d¨ªa conoci¨® a Butler, un universitario de EE UU. "Me dijeron que ten¨ªa una banda indie. Me intrig¨® hasta que escuch¨¦ sus canciones. Escrib¨ªa melod¨ªas preciosas pero planas. Mi aportaci¨®n y la del resto fue enriquecerlo, complicar las orquestaciones, ampliar el abanico, meter fantas¨ªa".
As¨ª se define Arcade Fire: sonido grande, aliento ambicioso y constantes cambios; cada m¨²sico maneja diferentes instrumentos, a veces en la misma canci¨®n. El secreto, dicen, est¨¢ en la direcci¨®n que marca la pareja, R¨¦gine y Win, combinada con una metodolog¨ªa de trabajo comunal. Con el dinero de su primer disco largo, Funeral (2004), compraron una iglesia cerca de Montreal, que convirtieron en local de ensayo, estudio de grabaci¨®n y residencia.
R¨¦gine minimiza esa inversi¨®n: "No fue un capricho de millonarios. Nos pasamos meses adapt¨¢ndolo. Tambi¨¦n creando relaciones con los del pueblo, que no nos vieran como invasores. Somos un equipo muy unido: mi marido est¨¢ en la banda; su hermano, tambi¨¦n; una amiga nos prepara la comida. Para m¨ª, es una prolongaci¨®n de las familias haitianas, donde cualquier reuni¨®n termina con 30 o 40 personas. Al tiempo, tendemos puentes para que el mundo exterior no se sienta excluido. ?No somos una secta!".
Un corolario de la autosuficiencia de Arcade Fire es el control de su arte. "Las giras son lo que permite que nos tiremos meses trabajando en un disco. Invertimos nuestro dinero y ser¨ªa est¨²pido entregar algo tan nuestro a una corporaci¨®n. Hubo un tiempo en que nos cortejaban todas y decidimos burlarnos. Les avis¨¢bamos que no est¨¢bamos en venta, pero insist¨ªan en invitarnos a grandes hoteles. Era divertido ver c¨®mo se les cambiaba la cara: pensaban que nuestra negativa era una t¨¢ctica de negociaci¨®n y se enfadaban cuando entend¨ªan que era cuesti¨®n de principios".
Principios que mantienen en todo. "Como est¨¢bamos invitados a tocar en los Grammy, muchos pensaron que todo estaba calculado para entregarnos el premio principal. La verdad es que ni siquiera nos planteamos esa posibilidad, hay unos pasos previos para comunicar que eres un candidato con posibilidades. Nosotros dimos alguna entrevista, pero poco m¨¢s. Adem¨¢s, estamos en otra onda. ?C¨®mo ¨ªbamos a pensar en competir? Rihanna o Lady Gaga hacen v¨ªdeos que son pr¨¢cticamente porno. No nos tomamos aquello demasiado en serio". En directo, la encantadora R¨¦gine es una bola de energ¨ªa. Cuando canta, exhibe la alegr¨ªa y la coreograf¨ªa de una cheerleader enloquecida. Provoca ese pasmo de ni?a exc¨¦ntrica y feliz que distingu¨ªa a Bj?rk, antes de que se transformara en Apabullante Artista Multimedia.
Antes de llegar a Bilbao, me hablaron de los caprichos de Arcade Fire, expresados en el rider (exigencias t¨¦cnicas y caprichos para camerinos). Pero no se aprecian lujos: esperan en una tienda inmensa, con un bochorno abrumador. Salgo a respirar. Caramba: est¨¢n rondando ertzainas. Tal vez sea verdad que el lehendakari acudir¨¢ al concierto. Pero no pregunto: me intimidan sus perros polic¨ªa. Lo comento luego con el baterista Jeremy Gara y el bajista Tim Kingsbury: "S¨ª, s¨ª... un perro polic¨ªa es como un traidor a su raza. En Montreal, los antinarc¨®ticos ten¨ªan uno. Iban de redada a un bar, te tiraban al suelo y pasaba el bicho olfate¨¢ndote. Muy humillante."
Arcade Fire no suscribe el modelo de "sexo, drogas y rock and roll" que suele acompa?ar al estrellato musical. "No es algo que est¨¦ grabado en piedra, cada uno tiene libertad de comportamiento. Pero no somos fan¨¢ticos. Ni siquiera Win [Butler], que creci¨® en una familia mormona. Esas actitudes tienen consecuencias. Si no duermes, luego tocas en piloto autom¨¢tico, y eso es una desconsideraci¨®n para tus compa?eros". No obstante, lo religioso parece una preocupaci¨®n. Su segundo disco se llama Neon bible (2007) en referencia a la novela primeriza de John Kennedy Toole. "Fue coincidencia, todos hab¨ªamos le¨ªdo el libro. No es una historia particularmente cristiana: el chaval termina matando al predicador. Nos impresion¨® que Toole tuviera 16 a?os cuando la escribi¨®. Te baja los humos que alguien a esa edad tenga tal capacidad para narrar una historia de iniciaci¨®n y describir el ambiente cerrado del sur profundo [de EE UU]. Tambi¨¦n que no hiciera nada por publicarlo". Ellos tambi¨¦n son muy cuidadosos con lo que editan. Su proceso creativo es org¨¢nico, largas temporadas dando forma a canciones. "S¨ª, podr¨ªamos lanzar versiones experimentales, con un sonido menos pulido y muchos momentos vanguardistas. Pero hemos decidido que Arcade Fire debe mantener esta forma y ambiente...".
Con el Grammy y un a?o encabezando carteles en espacios tipo Hyde Park, deben estar preparados para el rechazo, la sospecha, las cr¨ªticas autom¨¢ticas al triunfador, especialmente en un mundillo tan descentralizado como el del indie. "?Que si nos hemos vendido? Bueno, lo dicen ya desde el primer disco, cuando Wake up sonaba de ambiente antes de que U2 saltara al escenario. Son cosas que no te deben martirizar. S¨ª, cuidamos todo lo que est¨¢ a nuestro alcance. No cedemos canciones para anuncios. Pero tampoco somos unos celotes, hemos dado permiso para su uso en retransmisiones deportivas y luego donamos el dinero".
El cineasta Spike Jonze ha dirigido un mediometraje inspirado en The suburbs (2010). "Es m¨¢s un proyecto de Win y su hermano. Como canadienses, deploramos muchas caracter¨ªsticas de la sociedad estadounidense. Ellos s¨ª vivieron en suburbios residenciales. Hollywood nos vende ese mito de los suburbios como sitios aburridos que alojan rebeldes buenos. Spike le da una vuelta e imagina un futuro donde la obsesi¨®n por la seguridad lleva a cada suburbio a blindarse contra los otros".
Algo de ese ambiente ominoso permanece en el espect¨¢culo en directo. Tres pantallas combinan inquietantes filmaciones con im¨¢genes del concierto. Esta es una banda claramente confortable con las multitudes, que entra por los ojos y los o¨ªdos. Hasta Win demuestra sentido del humor: "En este grupo todos hemos tonteado con el arte. El mensaje es que si insistes, un d¨ªa te dejaran tocar junto a un museo". Al final, Patxi L¨®pez no apareci¨® (o si lo hizo, se resguard¨® en alguna terraza). Una pena: sumergido entre el p¨²blico, comprendes que Arcade Fire irradia euforia. Una euforia vigorizante.
'The suburbs' ha sido reeditado por Universal, con dos temas extras y un DVD que incluye la pel¨ªcula 'Scenes from the suburbs', de Spike Jonze.
?xito inmediato
Cuenta R¨¦gine: "Hubo un tiempo, al principio, en que ten¨ªamos mentalidad de sitiados: grupos de Montreal que cant¨¢bamos en ingl¨¦s... Los nacionalistas desconfiaban, como si fu¨¦ramos una quinta columna para la cultura anglo. Afortunadamente, tuvimos ¨¦xito inmediato, y eso nos legitim¨® de cara a los quebequenses". En la imagen, entusiasmo del p¨²blico en un concierto en Portland (Oreg¨®n, EE UU) en 2010.
Bien unidos
La direcci¨®n de la banda, muy heterog¨¦nea, pero muy unida -compuesta por rockeros y m¨²sicos de formaci¨®n cl¨¢sica-, es esta pareja: el estadounidense Win Butler y R¨¦gine Chassagne, de sangre haitiana. "Para desahogarnos podemos crear grupos paralelos o tocar con otros, y para resolver conflictos tenemos a Markus, el productor. Cuando llevas d¨ªas con una canci¨®n, ¨¦l conserva la idea b¨¢sica en la cabeza, sabe d¨®nde est¨¢n grabados los mejores momentos".
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