"Nuestra sociedad es emocionalmente infantil"
Elvira Navarro ha dejado de fumar, pero pide un cigarro. Se considera urbanita, pero de vez en cuando necesita escaparse al campo. Naci¨® en Huelva (en 1978), pero se crio en Valencia. Tiene un blog en el que narra sus recorridos por las afueras, pero vive en el centro (de Madrid). Su televisor no funciona, pero "en su d¨ªa" fueron importantes para ella Twin Peaks y La familia Monster. Le encanta el humor de Roald Dahl, pero no tiene nada que ver con ¨¦l: "Es un tipo divertido. Cree en el humor. Yo escribo m¨¢s desde la depresi¨®n. Siempre envidio aquello que no soy capaz de hacer". La revista Granta la ha incluido en la lista de los mejores narradores en espa?ol menores de 35 a?os, pero no tiene la sensaci¨®n de haber traspasado ninguna l¨ªnea: "Solo he publicado dos libros. Siento que estoy empezando. Todo es precario". Tambi¨¦n en lo econ¨®mico, aclara. Vive dando clases de escritura creativa: "No puedo permitirme una casa ni tener hijos si quisiera tenerlos. Me cuesta llegar a fin de mes".
"Uno tiene que ser respetuoso y no escribir de cosas que no le competen"
"en la familia est¨¢ tu identidad, todo. es un lugar lleno de telara?as"
A Elvira Navarro le gusta el calor, pero no en exceso. En sus libros, la atm¨®sfera est¨¢ siempre algo cargada. Hija ¨²nica, su madre es pediatra jubilada, y su padre, un hombre emprendedor "que ha hecho de todo: trabajar en hoteles, cementos, viajes...". Ella estudi¨® Filosof¨ªa, vivi¨® en la Residencia de Estudiantes y en 2007 public¨® La ciudad en invierno (Caballo de Troya), una historia de adolescentes a la que Enrique Vila-Matas calific¨® de cl¨¢sica y feroz. Dos a?os m¨¢s tarde gan¨® el Premio Ja¨¦n de Novela con La ciudad feliz (Mondadori), que narra las historias cruzadas de una ni?a y su amigo, hijo de una familia de inmigrantes chinos. Sentada en la terraza de un bar, a dos pasos de un parque infantil, el ruidoso fondo de la conversaci¨®n parece sacado de uno de sus relatos.
La ciudad en invierno, la ciudad feliz, un blog sobre la periferia... ?de d¨®nde sale tanta ciudad? Todo mi territorio narrativo nace de una calle concreta de una ciudad muy concreta: Valencia. Por algo que yo misma no me explico, centr¨¦ mi atenci¨®n ah¨ª. Desde ni?a estaba muy atenta al entorno. Me estimula. Tal vez seguir pateando la ciudad sea la manera de acudir a la ra¨ªz de lo que escribo. La propia ciudad me lleva a escribir.
?Qu¨¦ ense?an las afueras que no ense?a el centro? Las afueras son territorios indefinidos. Eso da una sensaci¨®n de mayor libertad, sobre todo para un creador. En el centro, los lugares ya est¨¢n codificados, ya tienen una definici¨®n y una foto de postal. Eso no quiere decir que no pueda inspirarte, siempre puedes deshacer ese c¨®digo, pero es m¨¢s dif¨ªcil.
Las afueras son... Son como plastilina. Las puedes moldear. Adem¨¢s, creo que ahora nos definen mejor. Las identidades est¨¢n ahora mucho m¨¢s diluidas. A pesar de que todos queremos vivir en el centro, nuestra manera de ser tiene que ver con esa fealdad y con esa precariedad.
?Hay un inter¨¦s social o pol¨ªtico en mostrar lo que no suele salir en las fotos? Cualquier posicionamiento respecto a la realidad es pol¨ªtico. ?Social? Yo no voy a los barrios para denunciar que hay una grieta o que la gente est¨¢ alojada de mala manera. Eso no est¨¢ en el primer plano, aunque s¨ª me fijo en lo que normalmente no sale. Pero puede haber incluso algo de aburrimiento, una intenci¨®n de mostrar siempre lo mismo, de no hacer de la realidad algo unilateral. La realidad es siempre aquello por lo que la definimos, y siempre se define por los mismos par¨¢metros. Me interesa ir a los sitios en los que eso se diluye. Y eso es pol¨ªtico.
?Y cu¨¢les son los par¨¢metros que siempre se repiten? Los crean los medios de comunicaci¨®n. Tenemos much¨ªsima informaci¨®n y todo deber¨ªa ser ca¨®tico; sin embargo, tengo la sensaci¨®n de leer siempre lo mismo. Se genera una din¨¢mica de titular que nos afecta en todos los sentidos: tenemos que ser j¨®venes de una determinada manera, vivir, vestir, pensar de una determinada manera. La sobredosis de informaci¨®n, parad¨®jicamente, permite menos el encuentro con algo azaroso. Todo est¨¢ sobrecodificado.
?Cu¨¢l es el gran problema de las ciudades? Los coches. Se dice que Madrid es una ciudad inhumana y yo no la veo as¨ª. El centro es muy caminable y est¨¢ lleno de calles estrechas que precisamente no fueron construidas para los coches, aunque siempre est¨¢n ah¨ª. Los ayuntamientos deber¨ªan tener m¨¢s valor y tomar medidas m¨¢s impopulares. Darse cuenta de que la ciudad no la habita el coche, sino el peat¨®n.
Otro foco importante en sus libros es algo tan indefinido como la periferia: la adolescencia. El material que uso para escribir procede de vivencias m¨ªas que reelaboro. Para no quedarme en algo testimonial -"mi vida es esto"- necesito distancia, y los periodos con los que tengo mayor distancia son la infancia y la adolescencia. Me interesan porque son edades lim¨ªtrofes, donde la identidad se est¨¢ forjando y uno es en teor¨ªa m¨¢s libre, aunque solo sea por desconocimiento. Ahora traduzco todo esto a un discurso racional, pero cuando me pongo a escribir no digo: "A ver: par¨¢metros". Los personajes ya vienen con sus historias y con su lenguaje.
?Con qu¨¦ lenguaje llegan inmigrantes como los chinos de 'La ciudad feliz'? Cuando escrib¨ª la historia del ni?o chino, no pensaba en los inmigrantes como categor¨ªa, solo dej¨¦ que ese personaje hablara, no investigu¨¦. En el fondo, lo que quer¨ªa era vehicular cosas que yo viv¨ª en mi infancia aunque no fuera de forma tan bestia. Mi madre tiene su origen en un pueblo, conserva esa cosa de "estatus reci¨¦n alcanzado que parece que est¨¢s siempre a punto de perder", eso de tener que llegar a alg¨²n sitio... Yo tuve un amigo chino. Su familia ten¨ªa un restaurante y me recordaba esa furia por conseguir algo. En muchos inmigrantes se da de forma extrema porque su precariedad es total. Quer¨ªa hablar de la autoexploraci¨®n siguiendo un marco solo aparentemente chino.
Pod¨ªa ser la historia de unos espa?oles de otra generaci¨®n. Exacto. Cuando Constantino B¨¦rtolo [editor de Caballo de Troya, de Mondadori] ley¨® la historia, me dijo: "Esto lo has puesto en chino, pero podr¨ªas estar hablando de gallegos".
?Existe una literatura de cada tiempo o el arte es eterno? El gran cambio no lo marcan las historias ni si son lineales o fragmentarias, el gran cambio es el lenguaje. Por muchos elementos que tome de la tradici¨®n, yo hablo de otra forma.
?Cambia tambi¨¦n la manera de enfrentarse a los grandes temas? Uno de sus protagonistas habla con iron¨ªa del "lote rom¨¢ntico", esa idea de que uno encuentra a alguien que le ama y a quien ama... Muchas veces se tienen ideas a prop¨®sitode lo que deben ser las cosas y nos convertimos en esclavos de esas ideas porque las cosas no coinciden con ellas. En la relaci¨®n amorosa somos esclavos de una idea rom¨¢ntica del amor que al final es muy dolorosa porque buscas estar siempre en la cresta de la ola y supongo que, bueno, supongo no, eso no es viable.
Junto a la ciudad, el otro escenario de sus libros es la familia, que es casi un g¨¦nero literario. Es que lo mejor y lo peor del mundo est¨¢ en la familia. Para m¨ª es inevitable tratar el tema porque parte de lo que ocupa mi cabeza durante el d¨ªa son cuestiones familiares, para bien y para mal. En literatura, generalmente, para mal. Y eso es justo lo que te hace escribir. La felicidad es poco productiva. En la familia est¨¢ todo: tu identidad, lo que se supone que tienes que ser, la educaci¨®n que te han dado para habitar el mundo... La familia es un lugar lleno de telara?as.
?Fue usted una adolescente feliz? Si es que se puede ser feliz siendo adolescente. Yo no lo fui. Supongo que hay gente con tendencia a estar bien, a no plantearse conflictos, pero creo que es una ¨¦poca dif¨ªcil: est¨¢s creciendo, te interesa la opini¨®n de los otros, est¨¢s hipotecado por los dem¨¢s...
Actualmente se repiten mucho dos frases: los j¨®venes de hoy son eternos adolescentes y esta es la juventud mejor preparada de la historia. ?Acierta alguna? Lo de la juventud mejor preparada se toma solo desde el punto de vista intelectual -carreras, m¨¢steres, pero muchos de nosotros somos un desastre desde el punto de vista pr¨¢ctico. No nos hemos tenido que ganar la vida desde... bueno, nunca. La mayor¨ªa tiene el colch¨®n de sus padres, aunque sea un colch¨®n precario. Adem¨¢s, emocionalmente esta sociedad es bastante infantil. No quiero generalizar, pero tengo la impresi¨®n de que somos muy reacios a responsabilizarnos, a comprometernos e incluso a arriesgarnos. Lo hemos tenido muy c¨®modo y cuesta sacar la patita, no vayamos a perder algo. Ser los mejor preparados no es suficiente.
?Qu¨¦ definir¨ªa ese infantilismo social? La falta de conciencia, no solo pol¨ªtica, tambi¨¦n personal, de lo que somos cada uno. Siempre estamos esperando cosas de los dem¨¢s y culpando al mundo de nuestros males. Obviamente, no nos rodea el mejor de los mundos posibles, pero falta una toma de conciencia de lo que cada uno puede hacer. Lo que tengo es un poco lo que me merezco. La crisis no es solo culpa de los bancos. Nosotros hemos permitido que estos se?ores lleven las cosas hasta aqu¨ª. Ahora se est¨¢ reaccionando, tal vez tarde. Todo va mal, s¨ª, ?y qu¨¦ haces t¨²?
?Y qu¨¦ hace usted? ?La literatura puede cambiar algo? Todo puede cambiar algo. Al capitalismo no lo van a derrotar los libros, pero todo tiene un efecto en la realidad, aunque sea peque?o. De entrada, uno tiene que empezar por ser respetuoso y no escribir de cosas que no le competen. Conseguido eso, hay una responsabilidad del escritor no porque tenga que ser un salvador de nadie, sino porque genera un discurso que tiene un efecto. No me vale un escritor que me cuente mentiras.
?Y c¨®mo sabe que son mentiras? ?Es la mentira una cuesti¨®n de estilo? Pues a veces s¨ª. No me vale que alguien vaya de h¨¦roe y en sus libros no se vea m¨¢s que a un vanidoso. Hay una falta de honestidad que se percibe en la escritura.
?Alg¨²n ejemplo? No [risas]. Creo que eso que se percibe pertenece al territorio moral. Una tiene que intentar hacerlo lo mejor posible. Y para eso, me temo, tampoco sirve ser solo la generaci¨®n mejor preparada, etc¨¦tera.
Usted estudi¨® Filosof¨ªa. S¨ª. Yo quer¨ªa escribir y me interesaba la literatura, pero en mi colegio el estudio de la literatura era muy zool¨®gico: "Uno, recursos estil¨ªsticos. Dos, personajes: ?redondo o tipo?". Aburrid¨ªsimo. Sin embargo, tuve un profesor de filosof¨ªa muy bueno. Las ideas de las que se hablaba en clase era lo que a m¨ª me interesaba de los libros literarios.
?Tiene eso que llaman pensador de cabecera? Fui por ¨¦pocas. Tu pensamiento nunca acaba de formarse, y los grandes fil¨®sofos de la historia son m¨¢quinas de pensar. Cuando lees a Kant, te convence. Cuando lees a Hegel, te convence. Tambi¨¦n cuando lees a Deleuze. Todos te convencen porque tienen un aparato de argumentaci¨®n muy potente. Te hacen creer que las cosas, muy veros¨ªmilmente, son as¨ª. Obviamente, cuando un trimestre has sido kantiana, otro hegeliana, otro... ah¨ª pasa algo.
Este trimestre, ?qu¨¦ es? Siento simpat¨ªa por Kant. Y durante un tiempo me interes¨® mucho la filosof¨ªa francesa, pero al final ten¨ªas la sensaci¨®n de hacer la revoluci¨®n con frases de departamento de facultad, aunque el pensamiento de los a?os setenta fue muy necesario. Mejor que no hable de esto, porque hace mucho tiempo que no leo ensayo acad¨¦mico.
?No pens¨® en dedicarse a la filosof¨ªa? Es que yo quer¨ªa escribir. La idea con la que yo enga?¨¦ a mi madre para que me dejara venir aqu¨ª -en Valencia hab¨ªa Filosof¨ªa y era un gasto venir a Madrid- era que ser¨ªa profesora de universidad. Cuando vieron que no, pues funcionaria. Y al final, ni funcionaria ni nada.
?El sue?o del espa?ol medio...? Es comprensible por el lado de la seguridad material, pero con eso hay una especie de histeria. Parece que si no tienes esa seguridad, te vas a morir de hambre. Tal vez tenga que ver con una visi¨®n muy pesimista, espa?ola, de las cosas: "La vida es un horror, no te arriesgues porque todo lo que te pueda pasar es malo". Es una visi¨®n avarienta.
Ahora ni los funcionarios tienen seguridad. ?Cu¨¢l cree que es el signo de nuestra ¨¦poca? La insatisfacci¨®n. Pero yo misma no s¨¦ muy bien qu¨¦ buscamos.
?La insatisfacci¨®n se vuelve indignaci¨®n cuando sale a la calle? La indignaci¨®n es necesaria y lo era hace ya mucho tiempo. Espero que permanezca como motor para conseguir que la democracia sea m¨¢s participativa, que no lo es. Ojal¨¢ sirva para generar alternativas a este peque?o desastre.
?A los j¨®venes les interesa la pol¨ªtica m¨¢s de lo que parec¨ªa? Se ha roto el clich¨¦ del pasotismo, que es propio de momentos en los que uno est¨¢ m¨¢s o menos bien. Uno est¨¢ conforme con el orden que hay porque vive c¨®modamente. Cuando se acaba la comodidad, se acaba el pasotismo. Inevitablemente.
?La reforma ha tomado el lugar de la revoluci¨®n? Ya no se pide cambiar de sistema, sino trabajo, casa y jubilaci¨®n. Hay propuestas concretas para que no sea la econom¨ªa la que mande sobre la pol¨ªtica. Que sea la gente la que dirija la labor de los bancos, y no al rev¨¦s. Se pide una mayor autogesti¨®n de los recursos. Y hay algo de revolucionario ah¨ª. Si eso se consiguiera, cambiar¨ªan muchas cosas.
No querr¨ªa que, como dice usted en su blog, esta fuera una de esas preguntas que nunca se le har¨ªan a un hombre, pero la incorporaci¨®n de la mujer a la sociedad forma parte de esas cosas que han cambiado. Y para su generaci¨®n, radicalmente. ?Cu¨¢nto falta para que no sea tema de conversaci¨®n? La mujer se ha incorporado a la sociedad, aunque no a los puestos directivos; la discriminaci¨®n sigue existiendo. Hay, sin embargo, un fen¨®meno curioso, por ejemplo, en la cr¨ªtica literaria. Un blog lo puede abrir cualquiera, pero los de referencia son de hombres. Pocas mujeres han dado un paso adelante ah¨ª para partir la pana.
?Son menos competitivas? Nos educan para no serlo. A los hombres parece que la competitividad os viene de casa. Creo que tiene que ver con la tendencia a, con perd¨®n, medirse la polla. Las mujeres todav¨ªa tienen que hacer un esfuerzo para no sentirse inc¨®modas en un ¨¢mbito de poder. Tal vez habr¨ªa que plantearse si ser competitivo es un valor o no.
?Lo es para usted? No. Creo que hay que hacer las cosas lo mejor posible no para alcanzar ning¨²n puesto, sino como un valor en s¨ª mismo.
?Un mundo con m¨¢s mujeres decidiendo ser¨ªa mejor? Depende de los valores desde los que se decida. Si se decide desde los mismos valores desde los que han venido decidiendo los hombres, no cambiar¨ªa absolutamente nada.
Otra pregunta de repertorio: la escritura femenina. ?Existe una visi¨®n del mundo de escritora? S¨ª, en la medida en la que lo masculino y lo femenino siguen siendo valores que funcionan. Y no digo que sean valores eternos ni universales, digo que siguen ah¨ª. Mientras haya dos maneras de mirar, existir¨¢n dos visiones. Adem¨¢s, hay cosas digamos masculinas que se asumen como neutras porque est¨¢n normalizadas. Ahora bien, una elige tambi¨¦n el lugar desde el que escribe. Pensemos en un t¨®pico femenino: los sentimientos. Si lees a Clarice Lispector, ves c¨®mo se zambulle en los sentimientos sin sentimentalismos. Ninguna visi¨®n del mundo es monol¨ªtica.
Sin rodeos
. Libro que le habr¨ªa gustado escribir: 'Relatos de lo inesperado', de Roald Dahl. Lee todo de: Bel¨¦n Gopegui. El pr¨®ximo Premio Cervantes, para: C¨¦sar Aira. Canci¨®n que le pone de buen humor: 'Estaba lloviendo', de Kiko Veneno. Y de mal humor: El country. Pel¨ªcula autorretrato: 'Entre tinieblas', de Almod¨®var. ?Pueden ser dos? 'Arrebato', de Zulueta. Un pintor: Antonio L¨®pez. Una ciudad: Madrid. Un pa¨ªs: Espa?a. Est¨¢ socialmente sobrevalorada: La diversi¨®n nocturna. Man¨ªas antes de escribir: Escuchar m¨²sica. Tengo bandas sonoras de temporada. Ahora, Coque Malla, 'Termonucleares'. Est¨¢ ahorrando para: Nada. Lo mejor del verano: La sensaci¨®n de ligereza. Llevar poca ropa. ?Trasnochar o madrugar?: Soy extrema, las dos. Pendiente: Dejar de fumar.
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