Jornadas diplom¨¢ticas
El Papa cierra sin roces con el Gobierno una visita exitosa pero no por ello inmune a la cr¨ªtica
Benedicto XVI concluy¨® ayer la tercera visita a Espa?a en sus seis a?os de papado. A diferencia de las anteriores, en esta ocasi¨®n no se han producido roces con el Gobierno socialista. Es probable que haya influido la situaci¨®n pol¨ªtica en Espa?a, con las elecciones generales fijadas en noviembre y unas encuestas ampliamente desfavorables para el Partido Socialista. Pero cabe interpretar, adem¨¢s, que la diplomacia inspirada desde el Vaticano ha terminado por imponerse a la l¨ªnea radical defendida por la Conferencia Episcopal Espa?ola.
El n¨²cleo del mensaje papal en Madrid se ha dirigido a los seguidores de la fe cat¨®lica, evitando en todo momento desbordar los l¨ªmites de una visita pastoral. En este terreno las posiciones del cabeza de la Iglesia no han variado, situ¨¢ndose dentro de las corrientes m¨¢s conservadoras del catolicismo. El Papa ha reiterado la defensa del celibato y de los principios tradicionales de la moral eclesi¨¢stica, pese a que son muchos los creyentes que han decidido no observarlos y mantenerse, no obstante, dentro de su fe. Los esc¨¢ndalos de pedofilia que han sacudido a la Iglesia durante los ¨²ltimos tiempos solo fueron abordados de forma indirecta, como exigencia de conducta irreprochable a los religiosos y sacerdotes.
Si la m¨¢xima jerarqu¨ªa de la Iglesia ha actuado dentro del marco de relaciones previsto en un Estado aconfesional, han sido algunos de los representantes de ese Estado quienes han adoptado decisiones discutibles. Es l¨ªcito debatir sobre la oportunidad y el boato de la visita, la segunda desde que este acontecimiento religioso se cre¨® en 1985, en una situaci¨®n econ¨®mica como la que se vive desde el inicio de la crisis. M¨¢s criticable es que el centro de Madrid haya quedado bloqueado durante una semana, poco importa que el car¨¢cter de los actos p¨²blicos fuera religioso o de cualquier otra naturaleza. La decisi¨®n de rebajar el precio de algunos servicios p¨²blicos a los participantes en esta concentraci¨®n tambi¨¦n ha molestado a algunos ciudadanos. Muchos se han sentido despreciados, ya que ha coincidido con una inclemente subida de las tarifas de los transportes en Madrid.
Estas pol¨¦micas decisiones son la prueba de que la tentaci¨®n de la confesionalidad no ha procedido en esta ocasi¨®n de la jerarqu¨ªa cat¨®lica, sino de los poderes p¨²blicos. La diplomacia del Vaticano cometer¨ªa un error si creyera que lo que se ha vivido en Madrid, sin duda un ¨¦xito de participaci¨®n como pocas veces puede verse, es el anticipo de la supuesta normalidad que se establecer¨ªa de producirse un cambio pol¨ªtico en Espa?a. Los excesos de cualquier signo pueden traducirse en excesos de signo contrario. Porque la denostada frase "Espa?a ha dejado de ser cat¨®lica" no se refer¨ªa a que los espa?oles hubieran dejado de creer, sino a que el Estado hab¨ªa renunciado a tener un credo oficial. Precisamente para que los espa?oles pudieran creer en libertad, o no creer. Tambi¨¦n en libertad.
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