Las difusas fronteras del acoso laboral
Un funcionario abroncado p¨²blica y sistem¨¢ticamente est¨¢ sometido a 'mobbing' - El Gobierno ha definido las conductas que constituyen este trastorno - A veces probarlo es dif¨ªcil
Se acab¨® la impunidad para las presiones y los insultos en el trabajo. El Gobierno quiere poner coto a estas situaciones, y ha publicado un protocolo de actuaci¨®n sobre el acoso laboral en la Administraci¨®n P¨²blica. El documento, recogido recientemente en el Bolet¨ªn Oficial del Estado, define algunas situaciones calificadas como acoso. Entre ellas "dejar al trabajador de forma continuada sin ocupaci¨®n efectiva, o incomunicado, sin causa alguna que lo justifique" o "reprenderlo reiteradamente delante de otras personas". Hay m¨¢s, pero determinar cu¨¢ndo se est¨¢ ante una situaci¨®n de acoso laboral y cu¨¢ndo no parece un ejercicio necesario para resolver un problema de l¨ªneas difusas ante el que la sociedad apenas est¨¢ despertando.
"Llegaba llorando a casa un d¨ªa tras otro", relata un afectado
Tener un parte de baja puede ser la puerta para una sentencia a favor
La mala organizaci¨®n del trabajo puede favorecer el maltrato
El acoso tambi¨¦n se da desde los subordinados hacia sus jefes
"La prevalencia de los malos modos en el trabajo es tremenda, insultos, descalificaciones... Pero hay un tr¨¢nsito entre el trato malo y el maltrato. Por eso esta normativa considera que actitudes como esa, cuando son reiteradas se convierten en acciones vejatorias", explica Julio Fern¨¢ndez Garrido, director de la Escuela Profesional de Relaciones Laborales de la Complutense. Una bronca a un trabajador delante de sus compa?eros puede dejar el ambiente en un silencio tenso, pero "la sociedad est¨¢ tan habituada a los modales groseros que a veces tiene dificultades para percibir esa frontera: ?es algo que se ha hecho a la ligera, sin pensarlo dos veces, donde caben excusas, o se est¨¢ ante un caso de acoso?", a?ade Fern¨¢ndez Garrido.
Esa frontera es dif¨ªcil tambi¨¦n para los m¨¦dicos y para los jueces. Y para los propios afectados. "La forma extrema de acoso la est¨¢n sufriendo alrededor de un 4% a un 5% de los trabajadores, seg¨²n algunas encuestas europeas y nacionales. Otros lo sit¨²an algo m¨¢s bajo. En esos casos hay un alto da?o psicol¨®gico, estr¨¦s postraum¨¢tico...", sigue Fern¨¢ndez Garrido. Pero tambi¨¦n hay "denuncias equivocadas. Los casos de acoso no suponen m¨¢s del 20% de lo que se denuncia, lo que no quiere decir que no haya excesos y actuaciones punibles desde el punto de vista laboral, pero no lo que se considera mobbing".
Como quiera que las circunstancias son variadas, si existe o no acoso, parece decidirlo finalmente una sentencia judicial. Bernardo Garc¨ªa, abogado laboralista de UGT y especialista en estos casos, reconoce que llevar la defensa de los afectados entra?a dificultades. "Son realidades complejas y el procedimiento judicial est¨¢ pensado para un acto concreto. En una ma?ana hay que ventilar una situaci¨®n que se viene produciendo a veces durante a?os. Se trata de una secuencia de acontecimientos y hay que hilar los eslabones de todo ello, porque el hecho aislado puede parecer balad¨ª", dice.
Las sentencias que est¨¢ habiendo son en ocasiones contradictorias. Y a veces, la existencia o ausencia de una baja m¨¦dica puede inclinar la balanza a un lado u otro, cuando los casos son pr¨¢cticamente similares. Ya hay abogados que han llamado a la puerta del Tribunal Supremo en busca de la unificaci¨®n de doctrina. "Trat¨¦ de que la baja m¨¦dica por la angustia que ha provocado el acoso, calificado as¨ª por un m¨¦dico especialista p¨²blico, constituyera al menos un indicio, pero no es f¨¢cil. Si no hay baja, la dificultad se acrecienta, y todos los trabajadores no se toman la baja, aunque se mediquen, porque no todos tienen la misma fortaleza, o porque consideran que no deben dejar abandonados sus trabajos a pesar del sufrimiento", dice Garc¨ªa.
Este abogado entiende que no es f¨¢cil para los jueces encuadrar unos criterios infalibles que determinen el acoso, pero tambi¨¦n reconoce que, en ocasiones, parecen tenerle cierta alergia. "Yo a veces reh¨²yo la calificaci¨®n de acoso. Prefiero relatar lo que le ocurre a la persona y decir que esa situaci¨®n est¨¢ afectando a su dignidad... Si cito el acoso el juez se pone en guardia y, despu¨¦s de todo, es ¨¦l quien ha de calificarlo", dice Garc¨ªa.
Es un asunto delicado; lo mismo que se oye por cualquier sitio eso de "este ni?o es hiperactivo" solo porque es inquieto en extremo, "el acoso tambi¨¦n se ha vulgarizado", sigue Garc¨ªa.
Pero haberlo, haylo. Y los casos que relatan los afectados son dram¨¢ticos. Trabajadores apartados de un d¨ªa para otro de sus funciones habituales, desterrados a un pasillo con una mesa y una silla, sin ordenador, sin tareas, en otros edificios, solos. Los que amanecen con tres despertadores porque temen que cualquier retraso pueda ser utilizado en su contra. Y duermen porque est¨¢n medicados...
"Llegaba llorando a casa un d¨ªa tras otro; se me ca¨ªan unos lagrimones en el trabajo... Pas¨¦ tres meses en casa con una depresi¨®n de caballo, yo, que nunca me hab¨ªa cogido una baja, que disfrutaba con mi trabajo, que echaba horas de m¨¢s". Es un hombre de 43 a?os el que habla; casado, con hijos, de alta formaci¨®n profesional e intelectual, cuya vida se ha convertido en un infierno para los suyos y eso que ya va sacando la cabeza.
El d¨ªa que se levant¨® y vio que su cabeza no le permit¨ªa ir al trabajo se fue al m¨¦dico. "Romp¨ª todas las estad¨ªsticas de tiempo de atenci¨®n a un paciente. Llor¨¦ y llor¨¦. Iba buscando ayuda, pero me dio la baja, lo entendi¨® perfectamente. Me dijo que no estaba enfermo, que ten¨ªa un problema de relaciones humanas que solo se acabar¨ªa cuando concluyera el tormento".
Este hombre es funcionario en un Ayuntamiento de la Comunidad de Madrid. Un d¨ªa cambi¨® el equipo de Gobierno y ¨¦l sobraba. Por si algo faltaba, protest¨® por unas plazas que se sacaron de forma irregular y que hubo que retirar. "Me trasladaron de edificio, me quitaron todas mis funciones, me encargaban cosas absurdas, me instalaron detr¨¢s de una columna y de un armario, no se me ve¨ªa. Estaba solo, solo".
Pero lo que le queda, ahora que su caso est¨¢ todav¨ªa pendiente de juicio, es la sensaci¨®n de que los otros han ganado. "Los dem¨¢s siguen en su sitio y yo ahora estoy en otra concejal¨ªa, tienes sensaci¨®n de que la impunidad para ellos es absoluta. S¨¦ que si hubiera estado en una empresa privada estar¨ªa en la calle. Y mira que me ofrecieron otros puestos para quitarme de en medio, pero no me pareci¨® ¨¦tico", dice. Al principio acudi¨® al comit¨¦ de seguridad y salud de su trabajo. "Fue horrible, el acosado parec¨ªa el acosador...", recuerda.
Sobre la dificultad de las v¨ªctimas para denunciar su padecer tiene algo que decir Gemma Sobrino, profesora de Derecho del Trabajo en la Universidad Complutense y experta en acoso moral y violencia de g¨¦nero. "Las v¨ªctimas, cuando se deciden a dar el paso y contar lo que est¨¢n sufriendo, se mueven por impulsos, cualquier burocracia puede suponer un obst¨¢culo, es un esfuerzo a?adido que puede llevarles a renunciar. Por eso, un buen protocolo para estas situaciones debe permitir que la denuncia sea tambi¨¦n oral", dice. Eso es algo de lo que carece el recientemente aprobado por el Gobierno para la Administraci¨®n General del Estado. Y no es lo ¨²nico que falta, dice Sobrino. "El protocolo aborda casi de forma exclusiva los casos de acoso descendente, es decir, del superior al subordinado, pero no de los que pueden ocurrir entre compa?eros, ni de los subordinados, clientes o pacientes hacia sus superiores, por ejemplo, los trabajadores que no acatan los mandatos del jefe porque no es jefe, sino jefa", explica. "O los profesores que sufren el acoso de los alumnos, o los m¨¦dicos de los pacientes...".
Sobrino entiende que el hecho de tener un protocolo para la Administraci¨®n General del Estado es motivo de aplauso, pero cree que este es "demasiado gen¨¦rico". Julio Fern¨¢ndez Garrido tambi¨¦n saluda la llegada de este protocolo y, aunque cree que todo es mejorable, considera que esos casos que deja fuera presentan "una incidencia mucho menor".
Desde el punto de vista sindical, el protocolo tambi¨¦n es "insuficiente". "Puede que jur¨ªdicamente sirva para proteger al trabajador, s¨ª, pero esto no debe abordarse desde un punto de vista individual, de hechos concretos, porque todos estos procesos responden a problemas de car¨¢cter organizativo de las empresas", asegura Pedro Linares, responsable del departamento de Salud Laboral de CC OO. "En el C¨®digo Penal existe el delito de riesgo aunque no haya da?o". Se refiere a que se puede sancionar a un empresario por no proteger a sus trabajadores con un arn¨¦s o con m¨¢scaras para evitar inhalaciones peligrosas, por ejemplo. "Claro, eso en el plano psicol¨®gico es m¨¢s dif¨ªcil, pero tenemos que ir hacia eso, porque hay formas de organizaci¨®n del trabajo que son t¨®xicas", asegura.
Tambi¨¦n Fern¨¢ndez Garrido habla de un caldo de cultivo que se da en las empresas, "un escal¨®n previo al maltrato", que tiene que ver con la cultura de "la sobreproducci¨®n, las plantillas que se recortan sin bajar la exigencia a los trabajadores que quedan, o subi¨¦ndola...". "En ambientes as¨ª, los comportamientos depredadores se pueden poner las botas", asegura. Y lanza una ¨²ltima alerta: "Ojo con esas empresas en las que se escucha: 'eso es imposible que ocurra aqu¨ª, tal y como somos, con las garant¨ªas que tenemos'. Porque no hay peor ciego que el que no quiere ver".
El acoso y la mala organizaci¨®n empresarial
El Gobierno ha definido el acoso moral al trabajador de la Administraci¨®n P¨²blica en un nuevo protocolo. Constituye acoso cuando se da alguna de estas circunstancias:
- Dejar al trabajador de forma continuada sin ocupaci¨®n efectiva, o incomunicado, sin causa alguna que lo justifique.
- Dictar ¨®rdenes de imposible cumplimiento con los medios que al trabajador se le asignan.
- Ocupaci¨®n en tareas in¨²tiles o que no tienen valor productivo.
- Adoptar acciones de represalia sobre los trabajadores que han planteado quejas, denuncias o demandas frente a la organizaci¨®n, o frente a los que han colaborado con los reclamantes.
- Insultar o menospreciar repetidamente a un trabajador.
- Reprenderlo reiteradamente delante de otras personas.
Una mala organizaci¨®n laboral puede estar relacionada con el acoso. Estas son algunas claves, seg¨²n CC OO.
- La falta de definici¨®n de los objetivos, autonom¨ªa y responsabilidades en el ejercicio de nuestro trabajo y la falta de adecuaci¨®n de la informaci¨®n que tenemos para hacerlo.
- El dise?o de puestos de trabajo que implican un reducido o inexistente margen de decisi¨®n y autonom¨ªa respecto al contenido y a las condiciones de trabajo.
- La inseguridad en las condiciones de trabajo (temporalidad, distribuci¨®n irregular de jornada, salario variable).
- La exigencia de hacer tareas que entran en conflicto con las normas y valores profesionales y personales.
- La competitividad como forma de relaci¨®n entre compa?eros frente a potenciar el apoyo y el refuerzo del trabajo.
- El dise?o de puestos de trabajo aislados o que imposibilitan la relaci¨®n con los compa?eros.
- La ausencia de capacitaci¨®n para gestionar personas y de preocupaci¨®n por la salud y el bienestar en el trabajo de directivos, mandos intermedios y encargados tambi¨¦n puede estar relacionada.
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