Del tut¨² a la guajira

Afianzada en una ol¨ªmpica demostraci¨®n de arrojo y talento, Sara Calero propone la consciente y profunda revisi¨®n del g¨¦nero, ese recital unipersonal donde se demuestra llena de buenas ideas y soluciones esc¨¦nicas teatrales y eficaces. En toda la velada aparece primorosamente vestida e iluminada, un arropo responsable.

Una larga introducci¨®n pone las cartas sobre la mesa (literalmente), ese serio esfuerzo modernizador del escenario y sus contenidos. La bailarina, descalza y en mallas negras manifiesta su plasticidad formativa, su buena academia y su inter¨¦s por el rescate del fraseo modulado, preciosista. A un tr¨ªo de saxo, violonchelo y guitarra se une la voz extraordinaria y peculiar de Gema Caballero. Hay en esa garganta algo arcaico que viene de lo mejor de las tradiciones mel¨®dicas del cante.

La l¨ªnea de Calero es aguda y refinada, atinando en las poses a la antigua, muy de estampa y del terreno de sus b¨²squedas. Hay tambi¨¦n iron¨ªa sutil cuando aparece el desconcertante tut¨² acad¨¦mico que pod¨ªa valer, por ejemplo, para el pas de deux de Don Quijote; la artista riza el rizo, de hecho cita expresamente alguna frase cl¨¢sica, y se entiende que va, sin miedos, al encuentro de su lenguaje creativo y de su propia poes¨ªa. Se la ve depurada e inspirada en el pasado fundacional moderno, hacia esa est¨¦tica. Es sensual y arm¨®nica; siendo menuda, se crece.

Y todo est¨¢ esmeradamente medido y dise?ado, una hora de buen baile teatral con un resultado que mira por lo justificado en la forma y en el fondo. Vuelvo sobre la obviedad de la amplificaci¨®n de los instrumentos. En Pradillo no hace falta y rest¨® brillantez a la demostrada calidad de los m¨²sicos.